Aranceles impagos en universidades suman $ 4.400 millones al mes
<P>Planteles enfrentan problemas de caja, porque muchos dependen del pago de las mensualidades. La morosidad llega al 47% promedio.</P>
La noche del jueves, tras las protestas y cacerolazos que se realizaron en el país después de la prohibición de la marcha estudiantil, un grupo de alumnos volvió a tomarse la Universidad de Talca. El plantel alcanzó a tener actividades por menos de dos semanas, luego de que el pasado 26 de julio los estudiantes accedieran a entregarlo, después de una toma de 36 días. Hasta el cierre de esta edición, la nueva toma continuaba, lo que generaba la preocupación de los académicos y autoridades.
Es que, a estas alturas, las universidades juegan en la cuerda floja. No sólo para no perder el año académico, sino que por el precario equilibrio económico, fruto de dos meses de paralizaciones y tomas que los tienen con los flujos de caja prácticamente congelados.
De las 25 universidades del Consejo de Rectores, sólo una no se ha visto impactada: la UC, que, pese a adherir a las manifestaciones, no se ha paralizado, por lo que es la única que terminará el año cuando corresponde: el 15 de diciembre. La U. Austral retomó las clases y terminará a fines de año, pero enfrenta problemas económicos. Otras 10 lo finalizarán en enero, y tres, lo traspasaron para marzo.
Se agrega que casi la mayoría de los planteles enfrentan morosidad de aranceles que, en promedio, llega a 47% y que -considerando todas las universidades, alcanza a $ 4.400 millones al mes. Sólo dos casas de estudio señalan no tener mayor morosidad que en un año normal: la UC y la U. de Magallanes.
El caso más extremo es el de la Universidad de Tarapacá, donde "la totalidad del pago de aranceles está prácticamente congelado", reconoce su rector, Emilio Rodríguez. Cada mes, el no recibir las mensualidades le significa al plantel $ 300 millones menos. En la U. de Los Lagos, la morosidad llega al 35% y a mil millones al mes. En la de Playa Ancha, la mitad de los alumnos está atrasado y cada mes, el plantel deja de recibir $ 676 millones. En la UCV, normalmente el 7% de los estudiantes se retrasa en sus pagos y ahora la cifra ha llegado al 20%, dejando de percibir el plantel $ 1.300 millones.
Si bien esos dineros se debiesen recuperar, mientras duren las movilizaciones la situación afecta directamente el flujo de caja de los planteles, varios de los cuales dependen, en gran medida, de esos pagos para financiar sus costos operacionales.
"La universidad tiene un problema de caja. No habrá plata para las remuneraciones, que significan el 70% del presupuesto completo de la Ufro", dice Sergio Bravo, rector del plantel.
Se suman los costos adicionales en los que han tenido que incurrir algunas instituciones para arrendar, por ejemplo, salas de hoteles en las que dictar los cursos de posgrado, cuando están todas las instalaciones tomadas. Es el caso de la UCV, que ha tenido que desembolsar $ 200 millones extras por ese ítem.
Además, hay que agregar el atraso en algunos proyectos de investigación, en las tesis y el proceso de titulación (lo que normalmente genera ingresos para los planteles) y servicios que dejan de prestarse, entre otros. "Hay académicos que no están haciendo ciencia. Y servicios que se han dejado de dar. Además, hay un problema de imagen", confiesa Alvaro Rojas, rector de la Universidad de Talca.
Sueldos impagos
Otro efecto, indirecto, pero que, de todos modos, complica a las cajas de las universidades es el anuncio de la reprogramación de las cuotas del fondo solidario. Muchos deudores han dejado de pagar sus obligaciones a la espera de que se concrete la medida; y otros no han podido hacerlo, porque las instalaciones donde deben hacerse los pagos están tomadas. La Ufro reconoce un atraso del 70% en el pago de las cuotas del fondo solidario, mientras que la U. de Tarapacá calcula que se deben mil millones de pesos, aunque el período de pago final vence en diciembre.
Las cajas universitarias viven días complicados. "A la fecha, la universidad ha destinado cerca de $ 550 millones para cubrir los costos fijos, mientras el paro de estudiantes se desarrolla", dice el rector de la U. Federico Santa María, José Rodríguez. Otros rectores reconocen que algunas universidades tuvieron problemas para pagar los sueldos de julio y otras están evaluando si pueden pagar los de agosto.
En todo caso, los planteles aún no se sientan a calcular el monto exacto de cuánto les han costado las movilizaciones. Y no lo harán mientras no se reanuden las clases. "Hay costos sociales. Esos intangibles me preocupan más por ahora, como recomponer un clima organizado para ser eficientes, que es un costo enorme", dice Bravo.
Para cuando retomen las actividades se sabrá precisamente cuánto de los aranceles en mora se podrá recuperar. Y es que el número depende estrechamente de cuántos alumnos vuelvan a clases. Si bien las universidades privadas consultadas (la Unab, U. del Desarrollo, U. San Sebastián) ya terminaron sus procesos de admisión de segundo semestre y no evidenciaron aumentos de matrícula proveniente de planteles tradicionales, los rectores de estas últimas no esconden su temor de que varios alumnos deserten. "Suponiendo que no se pierde el segundo semestre, se debiese recuperar parte significativa de los aranceles en mora. El problema es el abandono de alumnos de primer año entre el primer y segundo semestre", dice Alex Paz, director general de asuntos económicos y administrativos de la U. Católica de Valparaíso.
Por eso, algunos rectores llaman a deponer las tomas, aunque dicen comprender las demandas estudiantiles. "Comparto las peticiones de los jóvenes, pero creo que la mantención del paro no es la forma más conveniente de presentar su opinión", dice José Rodríguez.
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