Araucaria: el "disco mapuche" que dejó inconcluso Eduardo "Gato" Alquinta

<P>En noviembre de 2002, dos meses antes de que muriera por un infarto, el cantante de Los Jaivas viajó al sur para trabajar en una nueva placa.</P>




Le pasó a centímetros de la cara y a gran velocidad. Un pájaro negro, de alas cortas, voló rasante sobre la cabeza del "Gato" Alquinta y todos los que estaban ahí se miraron extrañados. Porque era raro y no pasaba nunca. Esa tarde recorrieron la costa de la IX Región, sacaron fotos, contemplaron el bosque nativo y la cordillera de Nahuelbuta, y conversaron con las machis y los poetas mapuches de la zona. Al otro día lo llevaron a conocer a un "filósofo", a uno de esos jerarcas de mirada vidriosa y conocimientos ancestrales y que te puede contar la vida entera con solo escuchar tu nombre.

Había mujeres, viejos y curiosos con el "huinca", con este hombre blanco que andaba con su mujer, Mónica Monsalve, con el poeta y actor Lorenzo Aillapán y su compadre José Luis Valenzuela, el histórico documentalista de Los Jaivas, y que cámara en mano lo registraba todo. Iban entrando a la ruca cuando de repente al cantante se le vino un rehue encima. Un gran pedazo de madera escalonada y clavado en la tierra que tampoco debería haber cedido. Este "Gato" no tenía siete vidas, precisamente, pero era supersticioso, siempre lo había sido, y en ese viaje al sur encontró suficientes señales como para pensar que algo iba a pasar. Y pronto.

El líder de Los Jaivas estaba preparando un disco, un nuevo álbum de canciones inéditas para Los Jaivas, que se iba a llamar Araucaria y que estaría inspirado en la cultura mapuche y en su árbol ancestral. Ese que vive por años y que ha sido el mudo testigo de todo. Por eso durante esa semana de noviembre de 2002, sólo dos meses antes de que un infarto le quitara la vida en la costa de Coquimbo, viajó al sur para investigar. Para conocer a los poetas y sus cantos fúnebres, que son a capella, a grito pelado y sin música. Quería meter algo de eso en un álbum que definía como "conceptual" y para el que ya había grabado unas maquetas con quenas y voces. Mario Mutis lo recuerda bien y con algo de culpa. "Estaba medio sentido el 'Gato', porque decía que no lo estábamos pescando. El era súper ordenado, no se te olvide que estudió Ingeniería (en la Universidad Santa María)", cuenta el bajista casi lamentándose de haber dejado pasar lo que pudo haber sido un proyecto histórico: un último disco de Los Jaivas con su cantante más emblemático y, a la postre, irreemplazable.

"Lo peor del asunto es que justo después de que él había insistido harto, nos pusimos de acuerdo en una fecha para entrar a 'taller': y eso era justo la semana después de que el 'Gato' se murió". Mutis habla de una "idea embrionaria", de un "esqueleto", pero que tenía "su cuento": "'Tengo estas tres notas', me dijo, y me cantó un pedazo como de una sinfonía. Me dijo que quería trabajar sobre esas tres notas para una cosa medio sinfónica. Se veía bien, pero era muy prematuro".

Aillapán, el poeta mapuche que fue su guía en ese viaje al sur, recuerda algo más trabajado: "Le gustaba el canto tayil, que es religioso y ritual. Y empezamos a hacer algo juntos. Una canción que luego terminé solo y que llamé Ayllakura. La terminé con su idea, con lo que él quería. Es su canción".

"Tatatatán"

"Fue un viaje de investigación y compró instrumentos mapuches y estaba contento. Alucinado", cuenta José Luis Valenzuela. "El 'Gato' tenía más tiempo que los otros Jaivas y partimos como un equipo de avanzada. La idea es que después partiera el resto y trabajaran juntos allá. Pero en ese viaje, ya tenía una idea clara de la obra. Una noche nos tomamos unos vinitos y me mostró algo con la guitarra. Mario me contó que le respondió lo mismo cuando le preguntó por lo que estaba haciendo: 'Es como Beethoven', me dijo, 'lo mismo cuando escribió esa frase de la Quinta sinfonía, el 'tatatatán'. De ahí mismo estoy partiendo".

En ese mismo viaje y de vuelta a Santiago, el "Gato" grabó algunas cosas en el equipo de su casa y las guardó en un minidisc. Pudo haber sido el único registro de lo que estaba pasando por su cabeza, si es que un par de semanas antes de que muriera no se hubieran metido a su casa y robado algunas cosas, entre ellas, el minidisc con la raíz de Araucaria.

Las imágenes que Valenzuela registró del "Gato" Alquinta por el sur son las últimas del músico en vida. Uno de esos "filósofos" mapuches le dijo que estaba "a punto de terminar una etapa" y todos pensaron en eso cuando murió el 15 de enero de 2003.

En el video aparece vistiendo chaqueta y gorro de lana, y entre el viento endiablado que se cuela por el micrófono de la cámara, se oye al músico contrariado por el paso del hombre. "Esta es una campiña bonita, pero a qué costo. Hay que reflexionar por qué hemos hecho esto. Por qué nos parecemos a una plaga de langostas. ¿No seremos algo orgullosos al pensar que somos los preferidos de Dios?". Valenzuela guarda esas imágenes con un plan: que marquen el final de un documental de Los Jaivas que se va a llamar Vida y obra de Los Jaivas y que pretende editar para el "cincuentenario" de este grupo nacido en Viña del Mar en 1963 y cuyo cantante se largó con una última canción sin terminar.

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