Arremetida china al cobre

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Chile enfrenta una difícil situación en sus fundiciones y refinerías de cobre a raíz de que China prácticamente triplicó su capacidad de fusión y refinación entre 2000 y 2010, pasando a nuestro país como el primer fundidor de cobre del mundo en 2005. Con ello, las tarifas que estas instalaciones cobran para fundir y refinar concentrados a nivel global se fueron al suelo, llegando a niveles bajo los costos promedio de tratamiento y refinación. En consecuencia, muchas de las fundiciones de cobre chilenas, si no todas, perderán plata desde 2010 en adelante.

El crecimiento de la capacidad de fundición y refinación de China seguirá ocurriendo en el futuro y se estima que más allá de 2020 llegaría a tener más del 50% de capacidad de fundición independiente a nivel global. Lo que sustenta el crecimiento de las fundiciones en ese país es un  subsidio estatal al IVA de importación, sumado a salarios que son aún muy bajos y al hecho de que el centro de consumo está ubicado ahí. Por ello, con precios del cobre en auge, el mercado de concentrados seguirá siendo muy favorable para los que producen concentrados y muy desfavorable para los que tienen fundiciones y refinerías, a menos que aquellas que tienen mayores costos a través del mundo cierren sus operaciones.

Chile tiene siete fundiciones de cobre, de las cuales, cuatro son de Codelco, una de Enami, una de Anglo American y una de XStrata. De estas, las de Enami y de X-Strata son plenamente independientes, ya que tratan concentrados producidos por terceros. En total, las fundiciones emplean unos cinco mil trabajadores propios y contratistas, y generan, adicionalmente, un estimado de 15 mil empleos indirectos, entre proveedores y servicios diversos.
 
En 2010, el 31% del cobre chileno se funde en Chile, el 28% se exporta en concentrados y el 42% no requiere de fundiciones por cuanto se procesa mediante lixiviación. La exportación de concentrados de cobre hacia 2015 llegará a más de un tercio del total. Un problema adicional que tienen las fundiciones del país es que sus tecnologías ambientales no están a la par con las fundiciones más avanzadas del mundo, debido a que generan hasta 50 veces más contaminación atmosférica que éstas.

¿Qué hacer? La lógica indica que las fundiciones que tengan costos superiores a las tarifas de tratamiento deberían cerrar, excluyendo a Chuquicamata, debido al alto contenido de arsénico del mineral. Otra solución es invertir en ampliaciones de las fundiciones actuales y en nuevas tecnologías. Una tercera alternativa es que las fundiciones chilenas se aprieten el cinturón y, además, optimicen los flujos de materiales entre ellas para rebajar costos.
Finalmente, se ha hablado de buscar subsidios, al igual que lo tienen sus competidores japoneses y chinos. Pero ello iría en contra de lo que el país ha propiciado en las últimas décadas, en el sentido de dejar que opere el mercado.

Todo indica que la estrategia de China sería abastecer su consumo interno y alcanzar un predominio del mercado de concentrados de cobre para fijar unilateralmente las tarifas de fundición y refinación en los próximos años, reduciendo las utilidades de los productores primarios de concentrados y dejando a estos en una situación de alta vulnerabilidad.

Dejar este eslabón clave del procesamiento del cobre a China es una cuestión seria que puede amenazar nuestra principal industria. Por ello, es crucial que el gobierno chileno aborde este tema desde ya, generando una política explícita y conocida por el país. Trabajemos en esto.

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