Arte mundial: un mercado de US$60.000 millones al año
A mediados de marzo próximo tendrá lugar en Maastricht la 26° versión de la principal feria de arte del mundo (Telaf), que reúne a galeristas, coleccionistas y a los curadores de los museos más importantes de orbe.
En poco más de un mes, el pequeño aeropuerto que sirve a la localidad alemana de Aachen se verá desbordado por la llegada de amantes del arte provenientes de todo el mundo. Carlomagno la hizo su centro político hace 1.200 años. Pero estos visitantes no van a peregrinar a la tumba del Pater Europae en tiempos de ocaso de la región. Se dirigen a la vecina Maastricht -en Holanda- en busca de los tesoros de la vieja gloria europea.
A 10 km del aeropuerto, en esa pequeña ciudad con la mitad de superficie de Viña del Mar, se firmó en 1992 el tratado que dio vida al euro. Desde mucho antes (1975), sin embargo, se efectúa allí la feria de arte más importante del mundo. Entre Gauguins y Picassos, el 15 de marzo partirán diez días en que, también entre manuscritos únicos, relojes Louis XVI y chinoiseries, coleccionistas de todo el globo darán rienda suelta a su pasión, inaugurando la 26° versión de la Feria Europea de Arte Fino (Tefaf, por su nombre en inglés).
Según Clare McAndrew, economista a cargo del informe anual de la feria de Maastricht, muchos de estos compradores admiten haber pagado de más por una pieza. Junto con curadores de museos y representantes de fondos de inversión en arte, son los principales compradores en un mercado global de US$ 62.000 millones, según los cálculos para 2011 de McAndrew, también dueña de la consultora Arts Economics.
Ese volumen de transacciones es el resultado de las "reservas" de este mercado. Según el citado libro Manual de la Inversión en Arte de Skate, hay obras de 300.000 artistas, valoradas en mas de US$ 400.000 millones, listas para transarse en cualquier momento en el mundo.
Tefaf y los precios
Las cifras sobre el mercado en 2012 se publicarán un día antes de la feria, el 14 de marzo, dice McAndrew desde su oficina en Dublín. Pero, aunque con la crisis financiera el mercado del arte sufrió un gran revés en 2009 -el volumen de ventas cayó 26%-, en 2011 recuperó prácticamente su nivel de precrisis de 2007.
La feria de Maastricht aúna a 260 expositores de joyas, fotografías, muebles antiguos, armaduras, cuadros, tapicería y esculturas de diversos períodos, principalmente europeos, pero también chinos y americanos, y a más de 70.000 visitantes en los últimos años.
Aunque existe Art Basel, la feria que nació en Basilea, Suiza, pero que desde hace una década se realiza también en Miami (y que es el objeto del nuevo libro del novelista estadounidense Tom Wolfe) y hay otra en Hong Kong, "Maastricht no tiene competencia; ahí es donde se encuentran las obras de arte realmente importantes", dice Fabrizio Moretti, un importante galerista florentino, expositor en Tefaf.
Por su parte, Art Basel se especializa en arte contemporáneo, el que normalmente no es tan cotizado como el de los antiguos maestros.
Aunque en las subastas a nivel global más del 60% de las ventas de arte tiene un valor de hasta € 5.000 (poco más de $ 3 millones), según las cifras de McAndrews, "la mayoría de las ventas que se hacen en Maastricht son del orden de € 100.000 a € 400.000", añade Moretti, desde su oficina en Italia. "Y también hay algunas ventas de varios millones de dólares", indica.
Así, intermediarios de todo el mundo intentan ganar la atención de los ricos compradores chinos -cuyas adquisiciones ya superaron en 2011 en valor de las hechas por los estadounidenses-, pero también de los otros asiáticos, que cada vez son más, y de latinoamericanos.
El crecimiento de esas economías y el encarecimiento de commodities como el petróleo lograron en los últimos años que aunque un coleccionista en promedio conserva en arte el 9,6% de su patrimonio neto, en el caso de un brasileño esa razón llegue a 15% y para un comprador de los Emiratos Arabes Unidos, a 18%.
De acuerdo a las estadísticas de McAndrew, el tipo de arte más caro es un impresionista o posimpresionista francés, que en promedio alcanza los US$ 500.000. Aunque breve, el impresionismo tuvo expresiones en todo el mundo; un cuadro de autor no galo puede comprarse por menos de la mitad.
Asimismo, un maestro holandés del siglo XVII se vende por el equivalente a un departamento de UF 3.500, en promedio.
La forma en que estas obras llegan al mercado y cambian de manos es más bien privada. "En Maastricht típicamente se hacen los contactos iniciales entre comprador y expositor", relata Moretti. "Posteriormente uno se contacta con el potencial cliente y las compras se cierran entre uno y dos meses tras la feria", detalla.
Con sedes en Florencia, Londres y Nueva York, Moretti Gallery recibe consultas y clientes de todo el mundo. "Esto exige viajar mucho; soy como un doctor, voy donde me necesiten", bromea su presidente.
Ese requerimiento de "estar en la ruta" le permite a Moretti y otros galeristas conocer exactamente su segmento del mercado. "Uno sabe quién tiene qué, quién quiere qué y quién vende qué", dice el italiano.
¿Quién querría vender su Renoir? "Muchos se cansan y no les gustan más las piezas que tienen y quieren renovar su colección", explica Moretti.
Otra razón es la herencia. Según Elizabeth von Habsburg, directora ejecutiva de Winston Art Group, "la mayor parte de las obras de arte heredadas se vende; los herederos pueden conservar una o dos piezas con las que tengan una fuerte conexión emocional, pero en la mayoría de los casos desean vender y, a menudo, más bien rápidamente".
Hay aún otra forma, más fascinante, en que una obra sale al mercado. "Si uno tiene suerte, quizás pueda descubrir un artista u obras de uno famoso", dice Moretti. "Hace mucho tiempo, yo tuve suerte", agrega.
Siempre premunido de grandes conocimientos históricos, quizás uno se tope con una gema de ese tipo, tal como un experto francés redescubrió el valor del pintor holandés Johannes Vermeer. "En ese caso, el margen de un intermediario salta del 30% o 40% que hace normalmente, a 20 veces el valor", confiesa Moretti.
¿Una inversión?
Pese al gran valor monetario e histórico de estas obras, una de las características fundamentales de un coleccionista es que no realiza compras con miras a lograr un retorno sobre la inversión. Su principal motivación es el goce personal.
De hecho, sólo un 21% de los coleccionistas cree que sus tenencias les proveen un grado de seguridad financiera, dice un estudio del área de gestión de altos patrimonios de Barclays.
Aún así, todos reconocen que sus piezas de arte se han apreciado con el tiempo, y la firma inglesa Ledbury Research calcula que en promedio un coleccionista necesita ver un aumento de 62% en el precio en el primer año de tenencia para decidirse a vender.
Además de esa tentación, las estadísticas muestran que hay una atractiva falta de correlación entre el mercado del arte y los instrumentos financieros típicos. Es decir, es una buena fuente de diversificación. Por eso, a Tefaf y otras ferias asisten representantes de decenas de fondos de inversión dedicados a comprar más barato de lo que pretenden vender.
"Tenemos a 45 personas en nuestro equipo y cubrimos 12 sectores distintos del mercado del arte. Si uno conoce este campo, se pueden hacer compras privadamente, casi siempre obteniendo un gran descuento al pagar en efectivo, y luego vender en una subasta o a compradores individuales con márgenes que pueden ser enormes", corrobora el CEO del Fine Art Fund en el informe de Barclays.
Comprar directamente del artista, de hecho, es una de las claves para ganar dinero en este mercado, explica David Galenson, profesor de la Universidad de Chicago y estudioso por décadas del tema.
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