Asistente de Jerzy Grotowski: "El teatro está en crisis mundial"
<P>Thomas Richards, discípulo y colaborador del director polaco, dicta una charla sobre su método hoy en el Teatro de la UC.</P>
El teatro puede existir sin luz, sin música, sin vestuario, sin texto, pero no sin actor. El director polaco Jerzy Grotowski (1933-1999) -según Peter Brook, el hombre más importante de las artes escénicas tras Stanislavski- hizo suya esta premisa y desarrolló, durante toda su carrera, una forma de representar alejada de los efectismos. Para él, tal como describe el propio Brook, "el teatro es un instrumento básico y antiguo que nos ayuda con un solo drama: el drama de nuestra existencia".
Hoy su filosofía sigue viva con Thomas Richards, a quien definió como su "colaborador esencial". Tras su paso por Brasil y gracias a una invitación de Communitas: Estudio de Artes Escénicas Chile, visita el país y hoy da una conferencia, a las 18.30, en el Teatro UC.
Richards conoció a su maestro en una charla en la Universidad de Yale. Tenía 21 años y recién iniciaba su carrera como actor. "De inmediato me impactó su presencia, sus silencios y su mirada, extrañamente cálida y fría a la vez. Bastó ese encuentro para que naciera en mí una necesidad imperiosa de trabajar con él", recuerda. Al poco tiempo, su sueño se hizo realidad. Desilusionado del negocio teatral estadounidense, consiguió un cupo en los talleres que impartía en California y, al año, ya se desempeñaba como su asistente personal.
En 1986 se trasladan juntos a la ciudad italiana de Pontedera, donde fundan el Workcenter de Jerzy Grotowski (desde 1996 Workcenter de Jerzy Grotowski y Thomas Richards), uno de los centros de formación actoral más prestigiosos del mundo. Allí nace y se desarrolla el concepto de "arte ritual" o "arte como vehículo" donde, a diferencia del teatro convencional, el acento no está puesto en el público sino en los artistas. "Para Grotowski, lo esencial eran los actores (o actuantes): cada obra debía tener un efecto en la cabeza, el cuerpo y el corazón de los intérpretes. Se trata de un proceso vertical, una especie de despertar interior, un flujo de vida que se enciende a través de las acciones del ritual", explica. Como en la práctica de yoga, el teatro era para Grotowski el único camino posible hacia la esencia de quienes somos.
Poco a poco, la revolución comenzó a tomar forma. Sobre secuencias estructuradas de acción, canto y danzas ancestrales nació un "teatro sagrado" que, incluso, llegó a prescindir del público. "La idea de arte como vehículo se masifica en una etapa de la vida de Grotowski en la que había decidido retirarse del teatro. En circunstancias como estas, resulta natural su opción por el aislamiento".
Después de 26 años, la experiencia del "actuante" sigue impulsando el trabajo del workcenter. Aunque no sin modificaciones. "Nuestro oficio creció con él, pero ahora tenemos necesidades propias. Desde su muerte nos dedicamos a investigar de qué forma la esencia de nuestro trabajo puede estar presente en diferentes tipos de fenómenos teatrales".
La necesidad del método, no obstante, se mantiene intacta. Más aún: parece fortalecerse en tiempos difíciles. "El teatro está sumido en una crisis mundial, porque el artista dentro de los estudiantes no consigue despertar. Los jóvenes egresan buscando hacer lo correcto, pero el arte no es correcto. Por el contrario, surge de un proceso de reflexión y cuestionamiento de lo establecido", reclama. La clave, entonces, está en volver a la esencia. Porque el teatro puede existir sin luz, sin música, sin vestuario y sin texto. Pero nunca sin actor.
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