Bajo el sol de Almería
Una de las ciudades más luminosas de España es, a la vez, una delicia invernal que permite hasta bañarse en las aguas cálidas del Mediterráneo incluso en los días más fríos. Esta verdadera joya del sur de la Península Ibérica ofrece, además, impactantes edificaciones dejadas por los árabes y una excelente gastronomía mediterránea.
LA PRIMERA vez que llegué a Almería pasé las tres primeras noches en la playa viendo cómo un grupo de pescadores aficionados llenaba baldes con peces pequeños, mientras tomaba cervezas a la luz de la luna. Al año siguiente, regresé y pasé un mes entero en la ciudad. Si hay algo que uno encuentra en Almería durante todo el año es vitalidad. Y mucha luz. Sus habitantes suelen jactarse de vivir en una de las ciudades con más luz de España, y en verano el calor no hace más que confirmarlo. Alguien me contó que Almería tiene alrededor de 3.000 horas al año de sol y es muy creíble, ya que la temperatura promedio es de 18 a 19 °C. En verano puede superar los 35° C.
Ubicada en el extremo sureste de la península Ibérica, Almería en invierno tiene el agua más cálida que el aire, lo que es una invitación a darse un chapuzón aún cuando más frío hace. La ciudad se abre y recibe al Mar Mediterráneo con un litoral -conocido como la "costa de Almería"- que llega a los 217 km, con inmensas playas como Vega, Mojacar, Roquetas de Mar o Cabo de Gata.
Fundada en 955 por Abderramán III, que amuralló la ciudad y la convirtió en una de las más importantes después de Córdoba, fue muy próspera e influyente durante el período musulmán. Sin embargo, los primeros habitantes de la zona se remontan a la Edad de los Metales, en el siglo VII a. C. cuando los fenicios fundaron Adra y Baria. La zona pasaría luego a manos de los romanos y, posteriormente, a vándalos y visigodos. Pero no fue sino hasta el siglo X que Almería (que en árabe significa "espejo de mar"), se convirtió en punto de vigilancia para impedir el desembarco de los normandos.
Por eso el recorrido por la ciudad debería empezar en la Alcazaba ("ciudadela" en árabe), un recinto fortificado para defenderse de ataques. Con 1.430 m de perímetro amurallado y 83 m de ancho, la Alcazaba de Almería es la construcción árabe más grande de España después de La Alhambra. Aquí se pueden visitar sus tres recintos: el primero servía como campamento militar y refugio en caso de asedios, mientras que en el segundo había baños o mezquitas. El tercer recinto fue construido ya en el siglo XV por los Reyes Católicos, cuando mandaron a levantar un castillo en la parte alta. Desde el mirador o ventanilla de Odalisca, en el segundo recinto, se puede tener una vista panorámica de la ciudad y, por la noche, la vista es aún más hermosa.
Al bajar nuevamente hay que irse de tapeo en alguno de los bares-restaurantes del centro y tomarse una caña antes de seguir el recorrido por el casco antiguo. La gastronomía almeriense es variada y tiene como pilar el pimiento o su derivado, el pimentón. También habría que probar las migas, que suelen acompañarse con los demonizados "tropezones" que pueden llevar rábanos, arenques, pescado, morcilla o chorizo.
En la ciudad habría que detenerse en la plaza de la Catedral. Construida con estilo gótico, esta fortaleza es de 1524 y fue considerada monumento histórico-artístico, reemplazando a la que se destruyó en 1522. Se utilizaba tanto para el culto, como para la defensa de los ataques realizados por los piratas berberiscos.
El Sol de Portocarrero, a un costado de la Catedral, es otro sitio emblemático. Representa a un sol con una cara humana del que se desprenden varios rayos rectos y ondulados de forma alterna, circunscrito por una guirnalda de cintas y flores. Su nombre viene del obispo Portocarrero. que celebró el primer Sínodo en 1607.
Subiendo por la calle Cervantes llegamos a la plaza de la Constitución. Conocida como la "Plaza Vieja", llama la atención por ser cerrada y tener pórticos que la rodean. Las fachadas y los soportes son de 1902. Habría que recalar en el monumento a los Mártires de la Libertad, reconstruido en 1988, pero originalmente del siglo XIX. Otro atractivo es el teatro de Cervantes (1898) y donde destacan sus faroles en forma de girasol y la colección de carteles de variedades antiguos, fiestas y eventos de la primera mitad del siglo XX. Por la noche, una caminata por la Rambla o la avenida Federico García vendrá de maravilla.
LAS PLAYAS
Camino a la playa del centro de la ciudad está el Cable Inglés, cargadero mineral que fuera hecho en 1904 por una empresa británica y diseñado siguiendo los patrones de Gustave Eiffel. Declarado bien cultural de Andalucía y fabricado en hierro, la enorme construcción puede verse entera e iluminada desde el mirador de la Alcazaba. La playa del centro de la ciudad se llama El Zapillo y tiene 1,3 km de longitud. Caminar por su paseo marítimo es un deleite porque por la mañana se podrá ver a los mayores hacer jogging. A partir de las tres de la tarde, la gente de la zona baja a la playa a disfrutar del día y durante la noche los pescadores aficionados invaden las orillas para intentar atrapar algún pez gordo.
Sin embargo, si lo que se quiere es ir lejos de la ciudad en busca de playas más vírgenes, se recomienda ir a Cabo de Gata. Aquí aún es posible encontrar lugares con menos gente y bahías escondidas.
En este parque natural destacan las playas de Monsul, quizá la más conocida y que tiene arena oscura y una duna viva con una roca que pareciera ser una lengua de lava invertida. San José es otra de las playas que más popularidad tiene entre los visitantes.
Finalmente, antes de abandonar la ciudad, es imprescindible visitar los refugios subterráneos de Almería, lugar que fuera creado durante la Guerra Civil española para salvaguardar la vida de los casi 38.000 habitantes que tenía en 1938. La ciudad sufrió 52 bombardeos durante la guerra. Es importante observar cómo, donde actualmente están los kioscos de periódicos, se encontraban antes las entradas a los refugios que eran invadidos por los lugareños, cada vez que las sirenas de alarma sonaban en el pueblo.
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