Bambú japonés
HAY ALGO muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en una planta poco apropiada para personas impacientes. Se siembra la semilla, se la abona y se la riega constantemente. Durante los primeros siete años, en realidad no ocurre nada. De tal manera que un cultivador inexperto estaría convencido de que las semillas que ha comprado son infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en solo seis semanas, la planta de bambú crece más de treinta metros. En realidad, se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, el bambú genera un complejo sistema de raíces que le permitirán sostener el crecimiento que va a tener después de siete años.
El bambú japonés nos da una lección de paciencia y perseverancia, de espera y aceptación que muy pocas veces está presente en los procesos de emprendimiento e innovación.
El proceso de comercialización de una innovación puede ser largo y riesgoso, y muchas veces se aborta en la etapa de gestación. Aunque el desafío de convertir a Chile en un polo de innovación parece estar dando frutos después de constatar los avances en la creación de empresas, preocupa que solo el 1% de las tecnologías que se desarrollan en las universidades lleguen al mercado, y con una rentabilidad de largo plazo que supera el 50%.
Una de las razones del bajo impacto comercial es que las universidades no han comprendido que la transferencia tecnológica es un fin propio de la investigación. Las casas de estudio están todavía enfocadas en la publicación de los resultados y reconocimiento académico, que en la transferencia. La experiencia internacional sugiere desarrollar un mix más equilibrado, donde las universidades se orienten hacia la transferencia del conocimiento y su consecuente impacto en la sociedad, resolviendo problemas o aprovechando oportunidades, pensado en forma local, pero con potencial de escalamiento global.
Ahora bien, la existencia de información asimétrica entre quienes realizan actividades de I+D y los inversionistas es un factor que ayuda a entender la falta de acceso al financiamiento. Puede ocurrir que quienes investigan se esfuercen muy poco y desvíen los recursos hacia los proyectos favoritos y no necesariamente a los que podrían resultar más rentables. Asimismo, es posible que se genere un problema de incentivos, pues al no haber respaldo o protección para alguien que invierte en I+D, no hay motivación suficiente para continuar los esfuerzos de investigación.
En nuestro país existe una serie de mecanismos que intentan corregir algunos de los problemas asociados a esta inversión; estos claramente no han conseguido aún que gran cantidad de fondos se destinen a la innovación basada en nuevas tecnologías y procesos.
Si bien las cifras estimadas para Chile parecen decepcionantes, el entorno genera una oportunidad de seguir desarrollando el sector y comenzar a obtener desempeños de nivel internacional.
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