Belo Horizonte, capital de los bares




ES UNA CIUDAD grande, pero todavía conserva cierto aire provinciano, que se mide en la buena calidad de vida de sus habitantes (primera en América Latina según la ONU) pero que, para muchos, tiene su antítesis en su denso tráfico automotriz durante las horas punta. Tiene más de 2,4 millones de habitantes y una historia de apenas 116 años, cuando fue fundada para ser capital del estado de Minas Gerais, famoso en el siglo XVIII por sus minas de oro y diamantes que llenaron las arcas de la Corona portuguesa. Hoy la ciudad vive un explosivo crecimiento por ser importante destino de negocios, pero también por la Copa del Mundo. Nuevos edificios administrativos (de los últimos que alcanzó a proyectar Niemeyer), la completa remodelación del famoso estadio Mineirão (que incluyó un museo del fútbol), una decena de hoteles por inaugurarse y las aún atrasadas obras de ampliación del aeropuerto y de la línea de BRT (bus de tránsito rápido) que cruza parte de  la ciudad le imprimen un sello de constante cambio y modernidad.

Belo Horizonte es, sin duda, una de las sedes estratégicamente mejor ubicadas de Brasil: a una hora de vuelo desde São Paulo o Río de Janeiro.

* Paradas obligadas

Una postal casi completa de la ciudad puede conseguirla desde el mirador Plaza del Papa, que acaba de ser restaurado. Desde aquí y a varios metros de altura, se obtienen las mejores fotos de la capital mineira, especialmente si es al atardecer. También suele ser escenario de diversos shows. Muy cerca se encuentra la calle de Amendoim, todo un mito urbano de la ciudad. Se dice que una energía especial hace que los autos desenganchados suban una ladera de un cerro en vez de descenderla, pero el fenómeno es nada más que una ilusión óptica, de una calle transversal  y más inclinada.

Si Beagá, como se conoce a Belo Horizonte, es considerada un ícono urbanístico dentro de Brasil (aquí Oscar Niemeyer se inició como arquitecto), el barrio de Pampulha es, sin duda, su principal referente. Proyectado a partir de 1943 por Niemeyer a pedido del entonces alcalde y más tarde presidente Juscelino Kubitschek, el barrio se articula alrededor de una enorme laguna artificial y es Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco.  Aquí sobresalen la iglesia San Francisco de Asís (cuyos murales azules fueron pintados por Cándido Portinari), los jardines que la rodean, que fueron ideados por el artista plástico y paisajista Burle Marx, el Museo de Arte de Pampulha y la Casa de Baile.

En el corazón de la ciudad se encuentran algunas de las primeras edificaciones, como el Palacio da Liberdade, antigua sede del gobierno del estado y los principales edificios administrativos. Hoy, tras una gran inversión desde hace tres años, varios de ellos pasaron a integrar el Circuito Cultural Plaza de la Liberdade, considerado el mayor  conjunto cultural del país, con varios centros de artes, bibliotecas, museos y galerías.

No se pierda el colorido Mercado Central, siempre lleno de gente, con 400 tiendas de productos locales, artesanías, gastronomía y souvenirs. Aquí podrá experimentar sabores y aromas que sólo se dan en la región, como los quesos de Minas, chocolates artesanales, pão de queijo, cachazas artesanales, frutas y verduras, entre cientos de otros.

* Vida nocturna

Belo Horizonte tiene más bares per cápita que cualquier otra ciudad brasileña. Es uno por cada 200 personas. Y, si a eso le sumamos que es una ciudad universitaria, aquí la vida nocturna está asegurada. Muchos locales sacan sus mesas y sillas a la calle (les dicen bares de “pie sucio”) y el ambiente no demora en prender.  Existen bares en el centro, en Santa Teresa, pero el barrio bohemio por excelencia es Savassi. En unas 10 cuadras se concentran más de 40 bares de muy buen nivel, donde más allá de las cervezas heladas, se lucen las caipiriñas hechas con cachaza artesanal, muy típico de Minas Gerais, ya que el estado es el mayor productor en alambique del país.

En el centro, el Edificio Maletta es una torre comercial y residencial en el que habitan numerosos universitarios, esta mezcla hizo que en su interior proliferen los restaurantes baratos, bares y librerías, todo en un ambiente animado. Tres de los mejores son Dub, donde sus hamburguesas con papas fritas son insuperables; la Cantina do Lucas, que es Patrimonio Histórico, ideal para probar la sabrosa carne de sol (seca durante días), con pimentón y queso provolone, y Arcangelo, con gran vista y donde la especialidad son las empanadas argentinas.

Una costumbre bastante arraigada es que los locales jueguen cartas en los bares, si se anima, únase.

* Dónde comer

La gastronomía de Minas Gerais es una de las mejores de Brasil. Y en Belo Horizonte puede comprobarlo. Mezcla de las culturas africana, indígena y portuguesa, hay platos que acá nacieron, pero que han traspasado las fronteras del estado. El feijao de tropeiro, por ejemplo, es una contundente preparación que lleva porotos cocidos, harina de yuca y longaniza. Era el plato que comían los arrieros que llevaban los minerales desde el interior a la costa.  La gallina caipira es herencia indígena, que se prepara con verduras tropicales y es bastante calórica, ideal como única comida diaria.

Los postres también son famosos. Dulces caseros de leche, de guayaba, de zapallo, de higo, casi siempre bien azucarados. Y un clásico es acompañarlos con una tajada de queso blanco, conocido en todo Brasil como queijo de Minas.

Si busca algo barato, para “salvar” una tarde de recorrido, pruebe los sándwiches de Pão.com, una cadena de fast food local que ofrece panes con picanha, ese sabroso corte de vacuno, con filete de pollo o longanizas artesanales (BH Shopping). Una opción de cocina brasileña tradicional a buen precio es Trinidade, en el barrio Lourdes. Pruebe la “barriga” de cerdo rellena de legumbres.  Para carnes, las cadenas de churrascarías Fogo de Chão y Porcão están presentes en la ciudad.

* Paseos en los alrededores

Hay numerosas ciudades históricas y coloniales, de arquitectura barroca y absolutamente fotogénicas, en las afueras de Belo Horizonte. La más famosa de todas es Ouro Preto, ubicada a 107 km, que reúne el más valioso conjunto de iglesias y construcciones barrocas, propias de la época del oro. Aquí se encuentra la mayor cantidad de obras de Aleijaidinho, uno de los más importantes maestros de la escultura de Brasil y una fuerte historia: en estas calles se gestó el primer movimiento independentista del país: la Inconfidencia Mineira. Visite el pequeño Teatro Municipal, de 1770, considerado el más antiguo del país en funcionamiento; la iglesia Matriz N.S. del Pilar (uno de los templos con la mayor cantidad de oro en el país), la de San Francisco de Asís y la de N.S. do Carmo, en estilo rococó.

Otras ciudades históricas destacadas son Mariana (a 116 km de BH), São João del Rei (a 135 km), Tiradentes (a 196 km) y Diamantina (a 305 km).

Otro paseo por el día del todo recomendable es conocer Inhotim, ubicado en la localidad de Brumadinho, a unos 60 km de la ciudad. Se trata de un museo y jardín, el mayor centro de arte contemporáneo a cielo abierto del mundo, dentro de un magnífico parque botánico. Caminar por sus senderos es una experiencia única, al igual que recorrer sus más de 20 galerías.

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