Berlín en 5 estaciones

<P>Respeto por el otro, conciencia ecológica, un marcado perfil artístico y más de cien mil eventos por año la señalan como la capital europea de moda. Las estaciones de metro (U-Bahn) fundamentales para explorarla. </P>




1. Hauptbanhof

La Estación Central de Trenes (Hauptbanhof) es la más grande de Europa. Se inauguró para el Mundial de Alemania 2006 y desde allí parten y arriban más de mil trenes y subterráneos por día. Los pasajeros caminan apurados, suben y bajan escaleras mecánicas, arrastran maletas con ruedas, piden mapas en la Oficina de Turismo, preguntan por hoteles, sacan pasajes, compran, comen. Todo con luz natural, que entra por la impactante estructura de cristal de la nave central.

La red de transporte integrado (U-Bahn (subte) + tren (S-Bahn) + bus) es extensa, confiable, práctica y cara. En la zona de la estación, donde se construye un área residencial, aún se ven amplios espacios vacíos. Y bicicletas, otro gran medio de transporte. En Berlín siempre se ven bicis. De día y de noche, atadas y andando, nuevas y viejas, son parte del paisaje. Cada día 500.000 ciclistas pedalean por la capital. Los vi pasar hablando por teléfono, mandando mensajes, comiendo, cargando una guagua, un paraguas, la compra del día y un ramo de flores. La ciudad tiene 650 km de ciclovías. No tengo dudas: si en esta época hubiera una revolución en Berlín, sería en bicicleta.

En Berlín hay más de 180 museos. El Museo de Arte Contemporáneo Hamburger, cerca de la Estación Central, es para agendar: está dedicado al arte desde los años 60 adelante y tiene obras de Warhol, Rauschemberg y Beuys. Desde ahí se puede caminar hacia el Reichstag, subir hasta la cúpula de vidrio diseñada por Normal Foster.

2. Brandenburger Tor

¿Por qué te gusta tanto Berlín?, le pregunté a un amigo antes de partir hacia Alemania. Me respondió: "Porque estuvo destruido y ahora está de pie. Porque estuvo separado y ahora está unido. Entonces que nadie les venga a decir a los berlineses que algo es imposible".

La Puerta de Brandenburgo, que durante años fue un hito de la división, con la caída del muro se transformó en un símbolo de la unidad alemana. Es de piedra, se construyó entre 1788 y 1791 y funcionaba como puerta de entrada a la ciudad. De las puertas que tenía Berlín, es la única que queda en pie. La corona una Victoria alada que tira cuatro caballos briosos. De día, de tarde, de madrugada, todo el tiempo hay turistas, debajo de la puerta y en Pariser Platz, la elegante plaza que la antecede. La zona es peatonal, pero se permite el paso de carruajes, taxis, limusinas y bicis, claro.

Cuando se levantó el Muro, la Puerta de Brandenburgo quedó en tierra de nadie, en zona prohibida, sin acceso. Fue ahí, señalándola, donde Ronald Reagan, en 1987, le dijo a Gorbachov la célebre frase: ¡Tire abajo ese muro!

En la Puerta termina Unter den Linden (Bajo de los tilos), el boulevard ancho y señorial al que le cantó Marlene Dietrich. De los más de 400.000 árboles que tiene Berlín estos tilos son los más famosos. Durante el nazismo fueron talados y después de la guerra, vueltos a plantar. La Embajada de Francia, la Opera, el Museo de Historia, la Universidad de Humboldt y otros edificios clasicistas se concentran aquí. Friedrichstrasse se ha convertido en la sede exclusiva de compras. Con concesionarias de autos exclusivos, Quartier 206 para shopping de lujo y una sucursal de las Galerías Laffayette diseñada por Jean Nouvel.

En la vecina Bebelplatz, el 10 de mayo de 1933 miembros de la juventud nazi, incentivados por el ministro de propaganda de Hitler Joseph Goebbels, quemaron más de 20.000 libros. Obras de Thomas Mann, Heinrich Heine y Karl Marx. Desde 1995 se ve un monumento subterráneo: una biblioteca con los estantes vacíos.

Del otro lado de la Puerta de Brandenburgo se accede al Tiergarten, el pulmón verde de la ciudad. Con senderos de bicicletas, árboles, lagos, monumentos y la Columna de la Victoria (Siegessäule). Durante años se festejó allí el Love Parede, el festival de música electrónica más famoso del mundo. Hasta que hace unos años murieron 21 personas en una avalancha de gente y se suspendió. Después de subir una escalera caracol se llega a lo alto de la Siegessäule, con vistas del parque.

3. Potsdamer Platz

El primer semáforo de Europa estuvo en esta plaza, en 1924. Hoy se ve una réplica frente a un edificio puntiagudo que diseñó Renzo Piano. Cuesta verlo entre tantos turistas que van y vienen, más de 100.000 por día.

Desde los años 90 la zona está en construcción. Hay 19 edificios nuevos, entre ellos, el Sony Center, donde cada año se celebra el Festival Internacional de Cine de Berlín (Berlinale). Más de 130 negocios, teatros y restaurantes, Potsdamer Platz es una zona altamente turística. Camino a la Puerta de Brandenburgo se cruza el Memorial del Holocausto. Cerca de 3.000 lápidas homenajean a los judíos asesinados por el nazismo. Es difícil cruzarlo sin atravesar una profunda tristeza.

A unas cuadras, en Potsdamer Strasse, se está armando un nuevo circuito de galerías de arte. De tan nuevo todavía no tiene mapa. Hay que explorar patios, meterse en pasajes y calles, estar atento.

4. Hackescher Markt

¿Cómo era Mitte cuando llegaste?, le pregunté a un argentino que vive en la ciudad hace 20 años. "Gris y llena de balas", me dice. De esa imagen salvaje ya no queda nada. Hoy, Mitte es mainstream, diseño, bares cool, marcas globales, capitalismo.

En el centro del barrio, que durante la división quedó en el sector Oriental, Hackescher Markt tuvo destino de mercado, ayer y hoy. Antiguamente, se comprarían tomates y repollo; hoy ropa, zapatos, muebles. Es difícil salir de esta zona sin alguna bolsa en la mano. Para visitar: Hackescher Höffe, un complejo de edificios modernistas con varios patios inaugurado a principios de 1900. Después de la guerra siguieron años de abandono, pero en los 90 se restauró y tiene cines, teatro y tiendas. Entre carteles y vitrinas no hay que olvidarse de levantar la vista para mirar el edificio. Los fines de semana, feria de artesanías y comidas en Hackescher Markt. Jugos, bagels, embutidos y más.

Un símbolo de este distrito es la Torre de la Televisión (Fernsehturm), en la vecina Alexanderplatz. Se construyó en 1969, durante la RDA, y todavía hoy es la máxima altura de la ciudad, con 368 metros. Arriba, restaurante y mirador. La rodean una enorme plaza con negocios, la iglesia Marienkirche y el Ayuntamiento (Rotes Rathaus) de ladrillos rojos. Atrás, estatuas de Marx y Engels. Y un poco más allá, Nicolaikirche, otra iglesia, la más antigua de Berlín.

Atrás de Hackescher Markt, la Catedral y la famosa Isla de los Museos o Museum Insel. Rodeado por el Spree, este sector alberga los cinco museos más tradicionales de Berlín: Pergamon (se puede ver el Altar de Pérgamo), Bode, Neues, Altes (guarda el busto de Nefertiti) y Alte Nationalgalerie. En cada uno se paga entrada y cada uno tiene un hit.

5. Gneisenaustrasse

Los turcos son la minoría más numerosa de Alemania. Hay más de dos millones y cerca de 200.000 viven en Berlín. Muchos, en Kreuzberg y en los distritos vecinos Neuköln y Schöneberg. Al metro que pasa por esta zona se lo conoce como el Orient Express.

Aislada por el muro y el río Spree, Kreuzberg fue una zona olvidada dentro de Berlín Occidental. Durante los años 60 se necesitaba mano de obra para reconstruir la ciudad devastada y así llegaron "trabajadores invitados" de Turquía. Con el tiempo se sumaron jóvenes alemanes y de otros países europeos a ocupar casas y fábricas vacías, los punks, los estudiantes radicales y más inmigrantes turcos. En los 80 se intentó demoler edificios, pero hubo fuerte resistencia de los ocupantes. En los 90, muchos predios se transformaron en centros culturales y comenzó el auge creativo de Berlín.

Hoy, Kreuzberg es el barrio con el mayor índice de extranjeros; hay nuevas escuelas, plazas y casas, y siguen viviendo muchos turcos. Se ven mujeres con pañuelo en la cabeza; se venden döner kebab -plato de láminas de cordero asado con vegetales-, tarjetas telefónicas prepagas para llamar al extranjero, y hay clubes donde los hombres fuman narguile. El rasgo distintivo es la multiculturalidad y hoy la multiculturalidad es tendencia. De los 3,4 millones de habitantes que tiene la ciudad, se cuentan más de 500.000 con pasaporte extranjero. En Kreuzberg nació el Carnaval de las Culturas, una fiesta de la diversidad, que se celebra cada año, en junio.

Hace mucho que Berlín es una ciudad de mente abierta, donde la diferencia no es motivo de prejuicio. El propio alcalde Wowereit declaró hace algunos años: "Soy gay y está bien que así sea". En Bergmanstrasse, además negocios, cafés y restaurantes indios, vietnamitas, italianos, japoneses, bios, veganos, está el Schwules Museum, el museo gay de la ciudad, donde se cuenta la historia del movimiento homosexual en Alemania (hay textos en español), con especial foco en la persecución durante el nazismo.

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