Beto Cuevas: "No quiero verme obligado a juntar a La Ley porque me fue mal como solista"
<P>R El cantante habla del arduo proceso tras <I>Transformación</I>, el álbum que sale este martes.</P>
Era primera vez en toda su carrera que debía lidiar con algo así. Cuando ultimaba la letra de Quiero creer, el primer single de su nuevo título, Beto Cuevas (45) salió a caminar por Los Angeles para intentar digerir una intromisión casi inédita en su trayectoria: su sello, Warner Music, puso sobre sus espaldas a un productor externo, el español José Luis de la Peña (Miguel Bosé, Raphael), para que supervisara y encaminara todos los detalles de cada una de sus flamantes canciones, como una suerte de vigilante a distancia.
"Me bajoneé, porque era un tipo que me rebotaba los temas y yo decía: '¿Qué se cree?, ¿por qué hace esto?'. El me decía que yo sonaba muy años 90, así que ahí tuve que ceder. El no quería nada de guitarras, pero ahí le respondí: 'Guitarras va a haber'. El quería que todo sonara house, sintético, pero le dije: 'Olvídate, yo no soy Enrique Iglesias'. Todo bien con él, pero no quiero hacer un álbum para bailar en Ibiza. Así que tuve que empezar a conciliar dos mundos y al final le dije en plan broma: 'Hijo de puta, me hiciste sufrir mucho, golpeaste mi ego', pero después de todo me encantó el resultado", se explaya el cantante, sentado en el bar de un hotel capitalino, durante una fría mañana de agosto y en un relato que ilustra el vía crucis de Transformación.
No sólo se trata de su segundo álbum solista, con estreno para este martes 25; también es una obra que, a la par con un título que encarna giro y metamorfosis, fue difícil de parir, tuvo una cocción lenta, postergó su salida en al menos dos oportunidades y presenta algunas de las canciones más radicales de su carrera, de clara inspiración dance y electropop. "Pero esto para mí va muy en serio", "esto no es un capricho", repetirá muchas veces durante esta conversación, estableciendo que su segunda entrega también es la inauguración de una nueva era. "El recorrido hacia la realización de este álbum fue largo, incierto y difícil", se lee en el cuadernillo que trae el trabajo, aclarando que la ruta también fue pedregosa.
Da la sensación de que este álbum fue más complejo que en otros casos.
Bueno, ya siento que es un disco exitoso por el solo hecho de haberlo terminado después de tanto tiempo. Originalmente, yo pensaba que iba a salir en marzo del año pasado, pero trabajo con una compañía en que saben que no me voy a ofender si me dicen las cosas como son, por lo que me dijeron que debía seguir trabajando para tener el mejor cancionero posible. Mi debut, Miedo escénico (2008), fue el primer paso, pero no fue un éxito de ventas y fue un trabajo mucho más oscuro, por lo que, y tal como les ha pasado a muchos artistas que dejan una banda, este segundo disco es clave, es el momento donde realmente defines si vas a cimentar una carrera. Y yo quiero establecer mi marca, independiente de si a futuro se reúne o no La Ley. Y La Ley es pasado, porque esto no es un capricho, es algo serio. Y quiero sonar muy 2013.
¿Siente que aún debe demostrar que puede hacer grandes cosas fuera de La Ley?
No, nunca experimenté esa inseguridad de tener que demostrar que me la puedo. Yo ya demostré lo que valía en La Ley, por eso tomé el paso de irme de una empresa con una marca ya probada y arriesgarme con algo nuevo. Este es un álbum muy arriesgado para un tipo como yo, que soy una especie de clásico del rock latino. Pero quiero dejar atrás eso, no quiero verme en la obligación de volver con La Ley porque no me fue bien en solitario.
¿Han existido ofertas?
Me han llamado para que nos juntemos en eventos como la Teletón o me han llegado grandes propuestas para hacer conciertos en Chile o Argentina, pero en estos momentos estoy con mi vida solista, que es un proyecto serio y honesto, donde definitivamente me salí de mi zona de confort para hacer otra música.
¿Quería distanciarse de su pasado y de Miedo escénico?
Sí, anhelaba algo completamente diferente y me parece que alcanzar ese matiz electrónico estuvo muy bien, porque Miedo... fue una transición, un álbum muy de desarraigo, de mi separación (de la modelo Estela Mora) y de melancolía. Yo estaba en un momento muy difícil, en un limbo total. Acá, incluso, no grabé en mi estudio casero, porque me traía recuerdos de esos años y quería alejarme de eso. Pero ahora son cosas de las que me cago de la risa. El tiempo es sabio y yo con ella hoy tengo una relación muy buena, e incluso seguimos trabajando juntos. Aparte que lo mejor que te puede pasar cuando empiezas una iniciativa como esta es estar soltero, sin el apuro de volver a casa.
¿Cómo es su relación con Chile?
No siento que sea de amor y odio. Yo al menos odio no siento. Y estoy muy abierto a la crítica, hay personas a quienes les gusta lo que hago y otras que no, y está bien. El hecho de que no viva acá a veces afecta. Pero tengo todas las ganas de reconquistar a mi país, por eso quiero que el lanzamiento sea acá.
¿Hay algún tema inspirado en él?
Cuando pasó el accidente de Juan Fernández me afectó mucho y no podía creer que Camiroaga había muerto, alguien que conocí desde que partimos con La Ley. Entonces me situé en su cuerpo y alma, y traté de pensar en la experiencia de la muerte, lo que aparece en Dejé de pensar.
Habla de "reconquistar Chile". ¿Siente que hay cosas pendientes?
No, sólo siento que merecen un cariñito de mi parte. Es algo simbólico. Si quiero que mi presente crezca rápido, debo empezar por echarle agua a la raíz.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.