Boris Godunov: la ópera del zar asesino llega al Teatro Municipal

<P>El 22 de julio se estrena la nueva producción de Hugo de Ana, con el gran bajo Roberto Scandiuzzi. </P>




El retrato más famoso que se conserva del compositor ruso Modest Mussorgsky es de dos semanas antes de morir. Está vestido con bata, el pelo desgreñado y la nariz roja, probablemente en estado de intemperancia, como fue la costumbre de su vida.

Considerado uno de los grandes de la música rusa, Mussorgsky fue la encarnación del genio tempestuoso y sin método. Nunca lograba terminar sus propias composiciones y una de las pocas que pudo acabar fue Boris Godunov, para muchos la gran ópera rusa de todos los tiempos. Esta pieza inspirada en la obra del escritor Alexander Pushkin -que a su vez rescató la vida de un oscuro zar del siglo XVI- es la que llega al Teatro Municipal el 22 de julio en una coproducción con el Teatro Massimo de Palermo, uno de los más importantes de Italia.

Se trata de una dirección de escena nueva a cargo del destacado régisseur argentino Hugo de Ana y en el rol del tiránico, atormentado y paranoico zar Boris Godunov está Roberto Scandiuzzi, bajo italiano de gran trayectoria y aventajado intérprete del repertorio ruso. En una coincidencia curiosa, la propia hija de Scandiuzzi -la soprano Diletta Rizzo Marin- interpreta a Xenia, quien es hija de Godunov en la obra.

La producción de Hugo de Ana es la primera versión de Boris Godunov en Chile desde que en el año 1998 viniera la compañía del Teatro Kirov de San Petersburgo, que tuvo el privilegio de estrenar la ópera en 1874. Lejos de los melódicos dramas líricos italianos, esta obra no tiene mucho que ver con arias o duetos de lucimiento, pero sí con una progresión dramática robusta. El propio cinesta Andrei Tarkovsky dirigió una elogiada versión en 1984 en el Covent Garden de Londres.

"Lo mejor de esta ópera es la línea de expresión, pues la línea de canto casi no existe. No está el tradicional modelo de otras óperas rusas o italianas. El personaje de Boris Godunov tiene en realidad un gran recitativo y por eso además hay que ser un muy buen actor. Sin embargo, si el actor descuida lo vocal, está perdido", enfatiza Scandiuzzi.

Tras tomar el trono en el año 1598 en un momento difícil para Rusia, Boris Godunov gobierna con mano firme y hace florecer la sociedad de su país. Los enemigos políticos, sin embargo, son muchos y nadie olvida que el zar mandó a matar al joven Dimitri, el verdadero heredero de la monarquía. Los delirios de conspiración consumen a Godunov, quien se torna más violento. Al mismo tiempo, el noble Gregori se hace pasar por Dimitri y se echa a correr el rumor de que el auténtico sucesor al trono no estaba muerto y que avanza con sus tropas desde el Oeste. La ópera tiene una doble dimensión sicológica y política en un personaje cercado por el poder y por su sentido de culpa.

Roberto Scandiuzzi valora la ambición de esta pieza: "Para hacer de Boris Godunov hay que tener experiencia, años en el escenario. No se necesita sólo ser un buen cantante. No es para cualquiera. Dramáticamente es maravilloso: puede ser un villano, un tirano o una víctima. Creo que es un hijo de su tiempo, a fin de cuentas. Es quien debe hacerse cargo de la situación que le tocó vivir y lo hace como puede. Es un mal necesario y trata de arreglar algunas cosas de su país".

De Chaliapin a Scandiuzzi

A pesar de que en Chile la presencia de la ópera italiana ha sido arrolladoramente superior durante los 150 años del Teatro Municipal, Boris Godunov ha tenido una presencia que encaja en el cuadro de honor. Se ha representado en sólo tres oportunidades, pero la primera de ellas -en 1930- fue encabezada por el bajo ruso Fedor Chaliapin, uno de los mejores cantantes del siglo XX y responsable él mismo de popularizar Boris Godunov en el mundo. Chaliapin instauró un estilo de canto donde la actuación era fundamental.

Aquella tradición de histrionismo y música también es defendida por Roberto Scandiuzzi, enemigo de los excesos en algunas producciones modernas. "Lo que me gusta de la régie de Hugo de Ana es que respeta la historia de Mussorgsky. Eso no pasa muy a menudo con los directores de escena modernos, que se inventan cuentos para satisfacerse a sí mismos y se olvidan de lo que trata la obra. En el canto también hay excesos: hoy muchos bajos creen que cantar es gritar, vociferar. Y de lo que se trata es de trabajar y tener un método", dice.

Boris Godunov, la más rusa de las óperas, llegará entonces a Chile por cuarta vez protegida por el manto de la tradición.

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