"Busco a los personajes que sufren para ver cómo se enfrentan al dolor"
<P>Ayer, el director fue la gran estrella del Festival de Cine de Berlín. Presentó junto a su elenco <I>Shutter Island</I>, una cinta que impresionó por su tensión, su paranoia y sus referencias a grandes clásicos del cine. "Esta película habla de emociones muy básicas y de nuestra incapacidad para enfrentarnos a los hechos", añade Scorsese.</P>
Imaginar la filmografía de Martin Scorsese (Nueva York, 1942) supone adentrarse en uno de los universos artísticos más fascinantes de las últimas décadas. Gran padrino del cine estadounidense junto a Francis Ford Coppola y Steven Spielberg, Scorsese ha dirigido algunas de las mejores películas de la historia del cine: Taxi driver (1976), Toro salvaje (1980) y Buenos muchachos (1990), por citar sólo algunos de sus títulos más destacados. El director regresa ahora tras haber obtenido un abrumador éxito, y su único Oscar, con Los infiltrados (2006). Ayer, en Berlín, se estrenó Shutter Island, un thriller psicológico basado en la novela de Dennis Lehane con el que pretende repetir la misma jugada maestra de su filme sobre policías y ladrones: cultivar un género popular y trascenderlo.
El director aparece con su estampa característica de intelectual de Manhattan: traje ceñido, gafas de pasta y ojos escrutadores. El fuerte frío no le impide aparecer encantador: "Es un magnífico día de invierno", espeta con una media sonrisa. "Este frío es bueno para mantener vivo el espíritu". Tranquilo, aunque con las manos inquietas, Scorsese habla de sus películas en plural, como si además de suyas fueran de muchos otros que colaboran con él.
En Shutter Island hay policías, empezando por el propio protagonista, Teddy Daniels (DiCaprio), y hay suspenso, pero en esta ocasión las fuerzas de la ley no luchan contra mafiosos ni el suspenso tiene que ver con una amenaza externa, como en Cabo del miedo (1992), sino con los demonios del protagonista. Daniels es un hombre torturado por un pasado que el filme muestra en forma progresiva y que acabará dando una nueva interpretación a una trama que hace del misterio su santo y seña: "Lo que más me interesaba era la idea de la percepción. La forma en que una misma realidad es vista desde ángulos completamente distintos", explica Scorsese. Así, Teddy Daniels pasa a formar parte de la larga lista de personajes en el abismo que ha sido una de las marcas autorales más relevantes del maestro: del psicópata enamorado de Taxi driver al multimillonario Howard Hughes en El aviador (2002). "Sencillamente, busco a personajes que sufren para ver cómo se enfrentan a ese dolor".
En Shutter Island, la impresión de ahogo existencial se ve enfatizada por el paisaje de una pequeña y siniestra isla en la costa de Boston, donde están recluidos los criminales con problemas mentales más peligrosos de Estados Unidos. Todo sucede, además, en los años 50, época en la que la psiquiatría seguía rigiéndose por parámetros siniestros, la Guerra Fría estaba en su apogeo y muchos hombres, como el protagonista, seguían en estado de shock por su participación en la Segunda Guerra Mundial.
-La estructura de la película y la propia composición de las imágenes recuerdan a la pintura cubista.
-Esa ha sido la principal fuente de inspiración. Hay un excelente documental reciente, Picasso and Braque go to the movies, de Arne Glimcher, en el que se explora la influencia del cine primitivo sobre el cubismo. Desde que leí el guión, he visto las imágenes de esa manera. Sobre todo a Braque. Este es mi homenaje al maestro.
-Al mismo tiempo, la estructura y el tono remiten al thriller clásico.
-Es un acto de equilibro constante entre la parte emocional de la historia y ese marco formal. Ha sido un verdadero reto integrar esas influencias y, al mismo tiempo, que la película respirare. Además del cubismo, hay otros referentes que surgen del propio argumento. Ahí está esa casona en medio de una isla inhóspita. Todo ello te conduce hasta la literatura del siglo XIX y hacia lo gótico. Eso, sumado a la tortuosa trayectoria psicológica del protagonista, te lleva al expresionismo alemán. Me vino a la cabeza El gabinete del doctor Caligari. Esta película, al final, habla de emociones muy básicas como la culpa o nuestra incapacidad para enfrentarnos a los hechos.
-También hay algo que remite a la literatura existencial.
-Desde luego. Eso se ve muy claro en la novela de Lehane, que yo no conocí hasta después de leer el guión. Teddy Daniels tiene una conexión obvia con el Mersault de El extranjero, y la referencia a Kafka es ineludible cuando manejas un material como éste. Estamos ante una historia gótica teñida de romanticismo, puro Poe.
-Esa isla grotesca parece a ratos una construcción de la imaginación del protagonista. Desde luego, el tono no es realista.
-Esta es una película sobre la que resulta difícil hablar. Lo que estamos haciendo es mezclar el paisaje con el interior emocional del personaje. Y hay más ángulos, como el doctor Cawley. Todo eso lo trabajamos mucho desde el diseño de producción. ¿Es realmente la isla tan pedregosa? ¿Existen las verjas? ¿Es el despeñadero tan alto? Desde luego, yo no tengo idea.
-Es su cuarta colaboración con Leonardo DiCaprio.
-Fue a partir de El aviador cuando supe que Leonardo era el actor que estaba buscando. Hay una escena allí en la que está solo en una sala de proyección y comienza a hablar consigo mismo. Allí me di cuenta de que estábamos llegando a ciertos lugares interesantes. Creo que Shutter Island es nuestra mejor película. Lo bueno de Leonardo es que es muy valiente. Cuando le pides que vaya a algún sitio insospechado, lo hace sin dudarlo. Claro que algunas veces también tienes que pedirle que vuelva.








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