Cambio de logo del nuevo gobierno
EN LO que se ha vuelto una práctica habitual de los gobiernos cuando asumen el mando, el Ejecutivo actual modificó -sería transitorio- el logo gubernamental apenas se instaló, desechando así la imagen utilizada por la administración finalizada el martes pasado, que también estrenó su propia pieza gráfica luego de llegar a La Moneda.
El motivo que explica esta decisión es el interés que tiene cada gobierno de diferenciar su gestión respecto de la administración anterior y marcar un sello propio que no lo vincule con el accionar de sus antecesores, fenómeno que ha ocurrido incluso cuando éstos forman parte del mismo conglomerado. Esta lógica carece de sentido, toda vez que las obras realizadas por cada gobierno, independiente de la coalición que lo encabece, son el resultado de políticas que deben tener un carácter permanente -exceden el ámbito de acción de una determinada administración- y que son financiadas con recursos de todos los chilenos y no de un sector determinado. Por eso, el legado que la ciudadanía le termine reconociendo a un gobierno no depende de la imagen corporativa que éste tenga o de la cantidad de recursos que gasta, sino de la calidad y el impacto de su gestión en la población.
Además de su escasa utilidad práctica, el cambio de logo del gobierno supone un importante desembolso de recursos públicos que podrían ser destinados a fines realmente necesarios, ya que su aplicación implica el diseño de piezas gráficas, el cambio de la papelería y medios de difusión en todas las reparticiones públicas y una modificación en las diversas plataformas digitales que tiene el gobierno, entre otros. El Ejecutivo es un poder permanente del Estado, y en su condición de tal, sería apropiado que se mantenga una continuidad de imagen más allá del sector político que esté gobernando. Por las razones expuestas, sería oportuno que las futuras administraciones no continúen con esta perjudicial costumbre.
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