"Chifeo" Mendoza no baja la guardia
<P>Después de haber ganado el primer título mundial para Chile, una de las últimas grandes estrellas del boxeo nacional se retiró en 2002. Hoy, tras 10 años difíciles, es cuidador del Parque Andre Jarlan en Pedro Aguirre Cerda. Aunque su vida ha cambiado, los puños permanecen en constante movimiento. </P>
Algunas de las cintas de los cassettes de VHS están enredadas; otras están pegoteadas a causa de la humedad. Su deterioro no se debe al olvido. Bernardo Mendoza las saca de su encierro de cuando en vez para recordar su época de gloria deportiva, así que los daños son sólo la inexorable consecuencia del paso del tiempo. Su favorita es la segunda defensa del título mundial supermosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AUB), disputada el 27 de marzo de 1992. En ella se le puede ver noqueando al dominicano Luis Sosa en el tercer round. Como no quiere perder ese material, está traspasando todos los videos a DVD.
"Me faltan varias peleas que tengo que recuperar, como la que tuve con José 'Cheíto' Ruiz, de Puerto Rico, que me la borró mi señora sin querer. Ya no se la puedo pedir a él, porque lo mataron a balazos unos años después", señala el ex boxeador, quien planea buscar en los canales de televisión las grabaciones que faltan.
El televisor y el reproductor de videos están rodeados por un verdadero altar a su carrera pugilística. Junto a un sinnúmero de fotos y galvanos reposan unos guantes rojos, que juró usar sólo si disputaba un campeonato mundial del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). No habérselos puesto es una de sus pocas deudas sobre un ring.
Una vez que ha terminado de lustrar sus botas blancas en la cocina y de, literalmente, descolgar y desempolvar su cinturón interamericano, "Chifeo" toma el bolso y elige unos guantes plateados. Luego cierra su pequeño departamento y parte a pie desde Pedro Aguirre Cerda hasta San Miguel. El auto lo vendió hace años. "Me lo abrían todos los fines de semana, así es que no dormía tranquilo", se lamenta.
Llega a la calle Chiloé. Allí está el cuadrilátero de la Federación Chilena de Boxeo, donde se entrenaba a fines de los 80 y tempranos 90, cuando ganaba entre siete y 10 millones de pesos al mes. "Nadie me ganaba. Yo pensaba que era feliz en esa época, con peleas, plata y entrevistas, pero no era así. Ahora tengo 49 años, dos trabajos, estoy cerca de mi familia y de mi iglesia. Es una vida simple y tranquila", sentencia el primer campeón mundial de boxeo que tuvo el país. A su alrededor se ejercitan jóvenes peleadores que parecen no conocerlo, pese a que su imagen está en el muro del gimnasio, en una pintura enmarcada.
El Parque Andre Jarlan tiene 10,8 hectáreas y está ubicado a un par de cuadras de La Victoria, en Pedro Aguirre Cerda. Lleva ese nombre en honor al párroco francés que murió a causa de una bala perdida de un carabinero que dispersaba una protesta contra la dictadura en 1984.
Hace 20 años, Mendoza lo circundaba diariamente en sus trotes matinales y hoy sigue siendo parte de su trabajo. Nueve meses atrás empezó a trabajar allí como guardia, gracias a la recomendación de un ex juez de boxeo. Después de completar un curso de tres meses, que costó 80 mil pesos, y rendir un examen de 80 preguntas, el ex púgil quedó listo para resguardar la seguridad del lugar. "Te consultaban qué hacer si te llegan a atacar, pero yo ya sabía hacerlo", indica. Su faena es tranquila y le acomoda más que labores que desempeñó en el pasado, como pirquinero en su natal Curanilahue, obrero de la construcción o vendedor del mercado persa. Se lleva bien con sus compañeros y no ha tenido problemas, pese a que hay noches en que algunos jóvenes irrumpen para tomar alcohol o consumir drogas.
Entre lunes y miércoles, el cuádruple campeón chileno (supermosca, gallo, supergallo y superpluma) cumple con su otro trabajo de entrenador de boxeo de la Municipalidad de San Miguel, entrenando gratis a jóvenes de entre 14 y 20 años en el gimnasio, a un costado de la cancha de ho- ckey patín. Los muchachos corren 20 minutos y luego practican puñetazos y movimiento de pies, para posteriormente pasar al saco y practicar combinaciones de golpes. La rotación es alta entre los alumnos y son pocos los que cuentan con la motivación para aventurarse dentro de las cuatro esquinas. Gabriel Vásquez (19) es uno de los que llevan más tiempo con él. Sin embargo, su entusiasmo también le ha generado conflictos al maestro. "Una vez llegó la mamá reclamando porque le rompieron la nariz y no tenía permiso para pelear", explica Mendoza. Su consejo para evitar estas lesiones es nunca bajar la guardia, ante nadie, en ningún momento.
Todos le dicen "profe" o don Bernardo. El apodo que lo acompañó durante toda su carrera en el boxeo, ese que heredó de su padre, el pirquinero Sigifredo Mendoza, está enterrado. "Algunos diarios me pusieron 'Misil', pero no pegó", recuerda "Chifeo", quien agrega que se inició en el boxeo porque "era peleador y mañoso" y que le "sirvió como terapia para sacarme la rabia".
Bajo este alias disputó 75 combates profesionales: 63 victorias (39 por KO) y 12 derrotas. Aunque fue campeón mundial de la desaparecida AUB tras vencer al brasileño Claudemir Dias, en 1991, los puntos más altos de su trayectoria fueron sus dos batallas por títulos mundiales de la AMB y la FIB, dos de las cuatro asociaciones importantes del pugilismo internacional. Ambas terminaron en derrotas por nocáut. En 1996, contra el portorriqueño Wilfredo Vásquez (pluma) y en 1999 ante el estadounidense Tim Austen (gallo). En esta última sólo resistió 1'49'' de lucha.
Por esos años, el de Curanilahue protagonizó un mediático feudo con Martín Vargas, quien intentaba reinsertarse en la actividad con más de 40 años. "Todos querían ver esa pelea, era como un Mayweather-Pacquiao de Chile. Estuvo casi lista, eran 15 millones para Martín y 14 para mí, la producía Omar Gárate, pero Martín quiso desafiar a un rival de afuera para buscar un título. Fue mejor así, porque no quería noquear a la gran figura, me hubiera echado mucha gente encima", comenta "Chifeo".
El oponente que finalmente terminó con la carrera de Vargas fue el colombiano Joel García, en julio de 1998, quien tres meses después fue ajusticiado por Mendoza en la "Gran Venganza". "Cuando nos vemos con Martín, nos echamos tallas sobre toda esa época", dice.
Ya cansado del trajín, "Chifeo" optó por el retiro en septiembre de 2002. Fue una etapa dura, debido a las dificultades que enfrentó para reinventarse. Estuvo cinco años en el sur, primero en Curanilahue y luego en Lebu, viviendo solitariamente con su esposa e hijos, sin más actividades que entrenar boxeadores rurales y talar árboles para hacer leña. Allí sufrió de depresión, tomó medicamentos y finalmente decidió regresar a Santiago en 2007, convertido en cristiano pentecostal.
A pesar de que está conforme con su pasar en la capital, el ex campeón considera regresar a Lebu en el mediano plazo. Es una ciudad especial para él por varios motivos. Primero, porque allí viven dos de sus tres hijos y sus únicos dos nietos. Segundo, porque allí se retiró, peleando cinco asaltos amistosos contra Martín Vargas, como para concretar ese duelo que nunca fue. Tres mil personas despidieron a "Chifeo", quien ese día volvió sencillamente a ser Bernardo.
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