Chile en 2100: dos millones menos de personas y un tercio sobre 60 años
<P>Según estimaciones de Cepal, el país está ingresando al "invierno demográfico" que se observa en las sociedades desarrolladas. A fines de siglo, los adultos serán menos que los niños y la esperanza de vida será de 85,53 años. </P>
EL año 1950 no se ve tan lejano. Fue el año del "maracanazo", de la publicación en México del Canto General, de Neruda; del estreno en París de La Cantante Calva, de Ionesco, y del western Río Grande, con John Wayne en la pantalla y John Ford detrás de ella. En esos días, en términos demográficos Chile era joven: tenía poco más de seis millones de habitantes, divididos en un 37% de habitantes entre 0 y 14 años, un 56% entre 15 y 60 años y un 7% de más de 60 años. La tasa global de fecundidad, el número de hijos que tenía cada chilena, llegaba a 5,5. La esperanza de vida era de 55 años.
Así era hace menos de siete décadas. Pero en 2100, en poco más de 80 años, Chile se verá muy distinto: tendrá 15,6 millones de habitantes, dos millones menos que hoy. De esa población, menos del 15% corresponderá a personas entre 0 y 14 años, un 48% serán adultos entre 15 y 60 años, mientras que prácticamente 37% tendrá más de 60 años. Y dentro de este último grupo, al menos 65 mil personas superarán los 100 años, según la actualización de las proyecciones del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade), la División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Las cifras muestran que Chile está cerrando la etapa denominada "bono demográfico", un período favorable en el que hay un mayor número de personas en edad económicamente productiva que personas dependientes (menores de 15 y mayores de 60, respectivamente).
Pero el país no sólo está dejando atrás este bono, sino que también está entrando al "invierno demográfico, un término acuñado en Europa para describir la situación que están enfrentando las sociedades desarrolladas: una proporción mayor de personas de más edad en relación con los otros grupos etarios, lo que presenta una serie de desafíos económicos y sociales.
Envejecimiento
Los cambios que está viviendo el país responden a la transición demográfica, un proceso lento, que comienza con altas tasas de mortalidad y fecundidad, para terminar en una etapa en que éstas son significativamente más bajas y el crecimiento poblacional es nulo o incluso, negativo.
Chile ya está en la cuarta y más avanzada fase de la transición demográfica.
Si para el período 2010-2015 se prevé que la tasa global de fecundidad sea de 1,8 hijos por mujer, entre 2030 y 2050 será de 1,6. Un país necesita una tasa de natalidad de 2,1 hijos por mujer sólo para reemplazar su población actual.
En paralelo, la esperanza de vida va en alza: hoy es de 79 años y se prevé que llegue a 82,15 años en 2050 y a 85,53 años en 2100.
En resumen, menos niños y más adultos mayores, lo que provoca cambios importantes en la composición por edades de la población. Los demógrafos llaman envejecimiento de la población al aumento sostenido del número de personas de 60 años y más en relación con los otros grupos etarios, en especial los jóvenes. Y en el país, este proceso avanza veloz.
"Chile está entre los 25 países del mundo que muestra el envejecimiento más rápido de la población de 65 años o más, de acuerdo al Banco Mundial", dice Esteban Calvo, director del Magister en Políticas Públicas de la Universidad Diego Portales. "Está claro que partimos el proceso de envejecimiento y no hay vuelta atrás. Algunos países logran detener un poco el ritmo del envejecimiento, pero ningún país desarrollado rejuvenece", agrega.
Paulo Saad, jefe del área de Población y Desarrollo de Celade, comparte esa apreciación: "En Chile, el cambio en la composición por edades ha sido especialmente acelerado, más que en las sociedades desarrolladas y que en otros países en vías de desarrollo, debido a la rapidez en la baja de la fecundidad y al aumento de la longevidad".
Estos dos factores provocan un aumento en la tasa de dependencia, que es la razón entre la población menor de 15 años y la mayor de 60 años con la población en edad de trabajar. "Una mayor tasa de dependencia tiene efectos negativos sobre la economía, en tanto hay una menor cantidad de personas que debe producir bienes y servicios para el conjunto y ello tiene potenciales impactos negativos sobre el ahorro y la recaudación de impuestos, entre otros", explica Osvaldo Larrañaga, economista del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Además del impacto económico, los cambios en la estructura etaria de la población plantean significativos desafíos para las políticas públicas y fiscal, dice un estudio de la Dirección de Presupuestos (Dipres). "Las repercusiones se producen tanto a nivel de la recaudación, que depende en gran medida de la población en edad económicamente activa, como a nivel del gasto", plantea el estudio. Y precisa: "Existen tres tipos de gastos fiscales extremadamente sensibles a la estructura de edades: los de educación, que se concentran en edades tempranas; los de salud, que se concentran en las edades extremas, y los vinculados al sistema previsional, que se concentran en las edades de retiro".
Bono demográfico
La etapa del "bono demográfico" corresponde a un buen equilibrio entre las poblaciones activas y las dependientes, lo que genera oportunidades para el crecimiento económico. En los 80, en Chile la relación entre la población dependiente y la productiva mejoró en casi 20 puntos. Pero dados los cambios en los grupos de edad y de acuerdo con las cifras de Celade, el bono demográfico estará presente sólo hasta 2015.
Según Esteban Calvo, "Chile aprovechó bien el bono o dividendo demográfico", pues en dicho período de expansión se llevaron adelante reformas importantes, como el Auge (con garantías para enfermedades crónicas que afectan especialmente a las personas mayores), se creó el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) y se implementó la reforma previsional que llevó adelante la Comisión Marcel.
Soledad Herrera, directora del Magister del Instituto de Sociología de la Universidad Católica, profundiza en la noción de que junto con dejar atrás esta etapa, el país está ingresando al llamado invierno demográfico, opinión con la cual coinciden los demás expertos.
El decano de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Marcelo Arnold, explica que "cuando se complete la incorporación de jóvenes al trabajo formal es inevitable que se rompa el equilibrio entre el sector pasivo y sus contribuyentes y, en consecuencia, este ciclo favorable entrará en la fase contraria". Si no se hacen los ajustes requeridos -dice- habrá muchas dificultades para solventar pensiones y para adecuar los sistemas de salud a los nuevos requerimientos.
El efecto del aumento en la tasa de dependencia sobre la economía y el bienestar, sostiene Larrañaga, dependerá de las precauciones y ajustes que se adopten, por ejemplo, en las políticas públicas.
En este sentido, se refiere a casos de particular interés, como el financiamiento de la vejez. "A medida que aumenta la esperanza de vida, crece el período que hay que financiar a las personas que dejan de trabajar. Ello ocurre en cualquier sistema previsional, sea de reparto o de capitalización. Una manera directa de enfrentar este problema es postergar la edad de jubilación, lo que hace sentido si se considera que se ha postergado la edad de inicio del trabajo (por la mayor duración de los estudios) y que a los 60 o 65 años las personas están en mucho mejor condición de salud que hace 30 o 40 años", afirma Larrañaga.
Paulo Saad cree que "aumentar la productividad a través de invertir en la juventud es una de las mejores estrategias para afrontar el decrecimiento del grupo de población productiva". Menciona que Japón y Corea ya están en el proceso en que "la población mayor está creciendo más rápido que la población en edad de trabajar; en que la demografía cada año está reduciendo la capacidad de la economía para crecer, pero siguen creciendo porque ya hicieron esa inversión en educación. La fuerza laboral tiene alta preparación".
Paridad de género
Agrega Saad que también aumentaría la productividad de la economía el igualar la participación de la mujer en el mercado laboral. Explica que "la mujer tiene una doble jornada de trabajo, porque se incorpora al mercado laboral, pero sigue desarrollando las tareas en la casa con poca participación del hombre en éstas". Para alcanzar esta paridad, puntualiza, tiene que haber muchos cambios sociales y culturales.
El profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Chile y del Centro de Microdatos, Jaime Ruiz-Tagle, precisa que los trabajadores de 40 a 45 años, promedio, por ejemplo, son más productivos que aquellos de 25 a 30 años promedio. En la medida en que ese grupo sea más importante en términos relativos, la productividad agregada de la economía debiera aumentar, lo que influiría en un mayor crecimiento.
Si se produjera una dificultad en la economía para mantener en el mercado laboral a adultos de más edad se desaprovecharía un recurso importante. "Una limitante del aprovechamiento de ese grupo productivo pueden ser las enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes, hipertensión, etc.). Todo el sistema de salud asociado a mantener a los trabajadores en buen estado de salud toma un rol aún más importante desde el punto de vista del crecimiento económico", manifiesta.
En este sentido, Esteban Calvo cree que desde la perspectiva del gasto público el mayor desafío será "el gran gasto en salud". Coincide con ello Paulo Saad, quien explica que Cepal/Celade está desarrollando un proyecto que desglosa la producción y el consumo de la población por edad y que para el caso de Chile, muestra que en salud se verificará el impacto más grande.
En términos económicos netos, el envejecimiento poblacional debiera ser más negativo que positivo, porque con la edad aumenta la inactividad de las personas y la dependencia económica, complementa Soledad Herrera. No obstante, trae ganancias sociales. Que las generaciones "puedan compartir más hoy que antes, que los hogares sean multigeneracionales, la transmisión del conocimiento, del cuidado, son cosas que están más radicadas en los adultos mayores", destaca.
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