Chile tenía 10 perritos




EN SEPTIEMBRE del año pasado el entonces ministro de Hacienda, Alberto Arenas, presentó el presupuesto público  para 2015, y señaló que si bien el compromiso del Gobierno de eliminar el déficit fiscal estructural seguía firme, este año (2015) el déficit aumentaría en vez de disminuir. En esa oportunidad escribí una columna en este mismo diario, en la que señalaba que me parecía raro partir de Santiago a La Serena, si la meta era llegar a Puerto Montt. A la luz de las nuevas proyecciones presentadas por el actual ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, mis aprensiones resultaron ciertas. En materia de déficit fiscal, si bien seguimos queriendo llegar a Puerto Montt, estamos comiendo empanadas en Huentelauquén.

El ministro Valdés nos dio varias malas noticias respecto al déficit fiscal del Gobierno. Primero nos informó que este era en realidad mayor a lo que se había estimado anteriormente; segundo, nos dijo que el Gobierno no iba a cumplir su compromiso de eliminar dicho déficit al 2018; tercero, nos advirtió que la situación fiscal del Gobierno era muy apretada para el 2016, pero que esta era aun peor para el 2017 y 2018. Finalmente, el ministro nos comunicó que, haciendo el supuesto heroico de que el precio del cobre vuelve a cotizarse a US$ 3 por libra, y que Chile vuelve a crecer por sobre el 3,5% al año, podíamos proyectar que el déficit fiscal estructural de Chile fuese disminuyendo a razón de 0,25% por año. Así, alrededor del 2020 podríamos estar comiendo caldillo de congrio en Angelmó.

Lo cierto es que el Gobierno proyecta que este año y el próximo el déficit efectivo -esto es, como el que calcula usted para su familia, ingresos menos gastos- será de aproximadamente US$ 7.500 millones. Si consideramos que el fondo soberano que estaba disponible para hacer frente a los periodos de vacas flacas a comienzos de este año tenía recursos por aproximadamente US$ 14.500  millones, significa que al término del 2016 el actual gobierno se habrá consumido completamente las arcas del FEES (Fondo de Estabilización Económica y Social). Claro, el informe de los fondos soberanos no muestra todavía dicha realidad, porque el Gobierno en vez de retirar plata de los fondos se ha endeudado para pagar las cuentas que no alcanza a pagar con sus ingresos. Pero como cualquier padre de familia sabe bien, si tengo 100 y debo 100, no tengo nada.

¿Cómo pudieron equivocarse tanto las autoridades de Hacienda en sus cálculos? Por  supuesto hay varias respuestas posibles para dicha pregunta. Pero la más plausible, en mi opinión, es que nunca pensaron que el crecimiento económico de Chile caería tan bruscamente, desde niveles de 5% promedio anual en el gobierno anterior, a niveles que con suerte llegarán a 2% anual en el actual gobierno. Claro que puede que yo esté equivocado. Porque si la falta de crecimiento fuese el factor determinante detrás del marcado deterioro de las finanzas públicas de Chile, probablemente todos los esfuerzos del Gobierno estarían desplegados en intentar recobrar el dinamismo de la economía chilena.

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