Chilenos abren en Venecia una bienal de arquitectura a escala humana
<P>La presencia nacional está en sintonía con un encuentro que busca cercanía con la gente.</P> <P>Ayer se dieron a conocer los premiados: el pabellón de Bahrein y un trabajo del japonés Junya Ishigam.</P>
Ser el primero en la fila siempre ha sido un bien preciado en el mundo del arte. Si en un festival de cine la película de apertura recibe especial atención, en una exposición se trata del golpe visual que adentra al espectador en el clima de la muestra: en la retina quedará ese primer objeto que se cruzó en el camino a la entrada del evento.
El caso de los chilenos Smiljan Radic y Marcela Correa es particularmente curioso. Su obra fue escogida para abrir la muestra de la Bienal de Arquitectura que se presenta en la sede del Arsenale y el gesto es claramente un espaldarazo de la curadora Kazuyo Sejima, premio Pritzker 2010. Ahí, ubicada inmediatamente antes de la exposición de Wim Wenders, el trabajo del arquitecto Smiljan Radic y la escultora Marcela Correa parece estar en clara sintonía con el concepto que la japonesa Sejima aplica a la Bienal y que se expresa en su título: "La gente se encuentra en la arquitectura".
"El título de esta Bienal a la que fuimos invitados por Kazuyo Sejima también significa para nosotros que la gente se puede refugiar en la arquitectura, que se puede esconder. Y eso de alguna manera también se relaciona con el terremoto de febrero. Por eso decidimos hacer esta especie de cápsula-guarida donde alguien podría encontrar amparo en medio del paisaje. Está construida de materiales que dan la sensación de protección y también de solidez. Es piedra y madera, que son elementos que venimos trabajando desde hace mucho tiempo", cuenta Radic.
Sobre la decisión de la curadora de ubicarlos en el primer lugar de la Bienal en la sede del Arsenale, el arquitecto no deja de sorprenderse: "Creo que es muy divertido, a fin de cuentas. A nosotros, sinceramente, nos habría gustado estar más bien en un rincón, pero ella es la curadora".
Si la otra obra chilena expuesta en la XII Bienal de Arquitectura tiene algo en común con la gran silla cobijo de Radic y Correa es su similar simpleza de líneas y relación con el paisaje circundante. El trabajo al que los arquitectos Mauricio Pezo y Sofía von Ellrichshausen llamaron Detached muestra dos fotos gigantescas sobre las que se instalan un par de maquetas de cubos, uno de concreto gris y el otro de color óxido. La obra pretende mostrar el fuerte contraste entre la intervención humana y la inmensidad del paisaje.
Un país fracturado
En una bienal de estas características (con varios proyectos espectaculares y de gran escala), las obras de los chilenos y el pabellón que representa al país son más bien ejemplos de modestia y austeridad. "En una instancia como Venecia, que busca estar a la vanguardia, no se puede ser extemporáneo y olvidarnos del terremoto. Habría sido muy raro. Así es que cuando tomamos la decisión de afrontar la tragedia del sismo convocamos a un concurso muy amplio, donde se seleccionaron 17 proyectos divididos en patrimonio, prefabricación y organizaciones sociales", cuenta Sebastián Gray, el curador del pabellón chileno.
El arquitecto recalca que en esta selección (donde se agregan obras de tipo audiovisual) hay varios participantes que en otro contexto quizá no habrían podido estar en Venecia. "Hay, por ejemplo, unos muchachos de la Universidad del Bío Bío que están acá y a los que se le dio la posibilidad con su proyecto. Lo bueno de este pabellón es que ofrece una muestra fresca y diferente, mucho más genuina y asumida. Además, todos estos proyectos tienen un pie en la realidad, no hay especulación: o están ya hechos o está comprometido su financiamiento", agrega.
El pabellón local se encuentra en el gigantesco sector del Arsenale, donde se fabricaban los barcos en la vieja Venecia renacentista, cerca de los de Tailandia, Argentina, Croacia, Ucrania y Bahrein. En el mismo sector también brillan las muestras del artista danés Olafur Eliasson y del cineasta alemán Wim Wenders. El primero contribuye con una instalación ambiciosa, donde desde ocho columnas de ladrillos varias mangueras lanzan chorros de agua atomizados que a su vez son iluminados con luces estroboscópicas.
Wenders, por su parte, usa imágenes en 3D para reflexionar sobre las construcciones bajo el título "Si los edificios pudieran hablar".
A la hora de los premios, concedidos ayer, un pabellon cercano al de Chile, el de Bahrein, fue el que se llevo el León de Oro por su muestra llamada "Reclaim". El premio fue concedido, según explica el jurado, por una "propuesta lúcida" que reflexiona acerca de la intervención desmedida de las construcciones ultramodernas en la costa de este país árabe.
El León de Oro al Mejor Proyecto Individual fue para "Architecture as air", del arquitecto japonés Junya Ishigami. La razón dada por el jurado a la hora de premiar al destacado artista fue que "su trabajo empuja al extremo los límites del materialismo, la visibilidad, la tectónica, la ligereza y la misma arquitectura".
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