Choferes de reemplazo: los nuevos testigos de la noche santiaguina

<P>Con la nueva ley de alcoholes surgieron los conductores que manejan el auto de los que beben.</P>




Da la mano con firmeza y a continuación saluda: "Hola, mi nombre es Paulo Acevedo y hoy voy a ser su angelito". Después de la presentación, pide las llaves del auto. Su misión es dejar al cliente, sano y salvo, en su casa.

Paulo (36) forma parte de un rubro que surgió en marzo en Santiago junto con la nueva ley de alcoholes. Ellos son los conductores de reemplazo, los que van a buscar a quienes van a beber, a un bar, una discoteca, comida o matrimonio. A la hora que sea durante la noche.

La mayoría de los clientes, dice el chofer, llama al servicio con anticipación. Pero también hay otros que se dan cuenta en el camino de que no pueden subir a su auto.

A él y a sus colegas les toca escuchar de todo en los trayectos. "No he oído ninguna historia terrible aún ni he visto nada grave. Pero sí varios se ponen porfiados con unas copas demás. Hay que tener sicología y seguirles la corriente", ríe Paulo.

"Cuando uno llega a recogerlos, es común que no encuentren las llaves. Al final aparecen en los lugares más insólitos, como en las carteras de las mujeres, que las guardan por seguridad", cuenta el as del volante.

De todo tipo de vehículos les toca conducir a él y a sus camaradas, desde lujosos Porsche hasta autos mexicanos. Y con varios conocidos se han encontrado, entre artistas, políticos, futbolistas. Claro que con los clientes se mantiene una cláusula de confidencialidad.

A Paulo le tocó una vez ir a "rescatar" a una joven a un matrimonio en Chicureo. La llamaba por celular y ella no respondía. De pronto, la chica llegó a la puerta y lo miró asustada. "Ahí se dio cuenta de que había sido su mamá la que la había mandando a buscar", recuerda.

También hay historias pícaras. Como la de un señor que de vuelta de un casamiento en Castillo Hidalgo, pidió parar para hacer un "trámite" en Lo Castillo. "Pasaban los minutos y no volvía. Después de una hora me pagó el viaje. El 'trámite' era en el Platinum Club", recuerda el conductor.

O la de un provinciano que salió "entonado" y bien acompañado de una fiesta y decidió ir a un motel. "El Valdivia estaba lleno. Recorrimos tres horas, pero estaban todos copados", cuenta Acevedo.

Compinche nocturno

La jornada para los conductores de esta empresa comienza a las 11 de la noche en la calle Pío XI, donde está la base. Una van se encarga de repartir a los 10 que trabajan ahí por los locales donde esperan sus clientes. Y es la misma van la que los recoge en cada uno de los domicilios donde dejan el automóvil particular.

Pueden estar hasta las 7 de la mañana trasladando pasajeros, sobre todo los fines de semana, cuando la demanda sube al doble: de las 20 que atienden un martes cualquiera, pasan a ser 40 -e incluso 50- los viernes y sábados.

Paulo es uno de los favoritos de los usuarios. El cree que se debe a que tiene licencia profesional (trabajó tres años como conductor de seguridad ciudadana con un carabinero al lado) o porque sabe primeros auxilios. "O tal vez porque trato de ser atento", aclara.

Claudio, a quien le ha tocado Acevedo como conductor, le parece que es por su buen humor. "Se ríe con tus tallas y anécdotas, lo que hace entretenido el viaje", asegura este abogado.

Acevedo concuerda, pero aclara que los límites están claros. "La gente que contrata el servicio casi siempre tiene más de 30 años. No son escandalosos, pero sí me ha tocado retar en un par de ocasiones a algunos más jóvenes que se ponen a gritar o que sacan la cabeza por la ventana del auto. Nada que ponga en riesgo su seguridad o la mía se permite", asegura.

Agrega que la mayoría de sus clientes son hombres (un 80% versus un 20% de mujeres) y que el 70% de los llamados son programados, incluso días antes. Aunque no trabajan durante el día, hay casos en que hacen excepciones si se las piden. "Como cuando las parejas que van a un matrimonio de día. Estas llaman antes, pues saben que van a tomar. Hasta comparten el servicio con otros invitados", dice. Pueden trasladar hasta cuatro personas, según la capacidad del vehículo.

Para él, que sólo un 30% de las solicitudes sea "de contingencia" (personas que llaman en el minuto), demuestra que los santiaguinos respetan la nueva ley.

"Hace poco llevaba a un cliente bien pasadito y nos paró Carabineros. Después que pasamos el control, exclamó: 'Bien pagadas las 23 lucas, compadre'", cuenta Acevedo, quien también ha debido manejarles a mujeres que, aunque no toman, no les gusta manejar de noche.

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