Claves del Ejecutivo Moderno

<P>Son exitosos, rápidos para hacer negocios, generan empleos y ganan plata. Pero, al mismo tiempo, para el común de la gente, se trata de personajes más bien grises y un tanto fríos. "Son poco interesantes", es el comentario más recurrente. Descansan demasiado en el poder del dinero -que no es menor-, pero de ahí no salen. Por eso, hoy a los ejecutivos y hombres de negocios que se quieren destacar no les basta con seguir el camino típico: más poder, más dinero, más empresas. Por el contrario, tienen que abrirse hacia otras cosas que complementen su labor principal. Que los haga más atractivos e interesantes. El columnista y rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, Andrés Benítez, da una lista de claves que pueden ayudar en esa tarea.</P>




Más cultura, menos negocio

Dado que la formación universitaria en Chile es tan especializada, los ejecutivos, casi todos formados como ingenieros comerciales o industriales, saben mucho de negocios y casi nada de todo lo demás. En Estados Unidos, por el contrario, es frecuente encontrar a grandes empresarios que estudiaron filosofía, literatura o historia en su pregrado, para posteriormente hacer un MBA. Esto los hace no sólo más interesantes como personas, sino también más cultos, lo que significa capaces de entender el mundo que los rodea, algo que también es necesario para encontrar nuevas oportunidades y mercados.

Bueno, es claro que los ejecutivos chilenos necesitan diversificar su preparación, abrir la mente. Para ello, tienen que hacerlo al revés de sus pares gringos: dejar de lado los programas de MBA, que son más de lo que ya estudiaron. En Chile, uno debiera esperar más hombres de negocios completando su educación en otras áreas como la historia, la filosofía, el arte o las ciencias políticas, porque es ahí donde están sus debilidades. Con esto, no sólo serían personas más interesantes, sino también mejores hombres de negocios, capaces de leer a la sociedad, algo vital para poder adelantarse en los tiempos que corren.

Hombres de mundo

Una de las ventajas de los ejecutivos es que pueden ir a países y ciudades muy activas culturalmente. El problema es que en estos viajes sólo tienen en la agenda reuniones y comidas de negocios, y dejan cero espacio para otras experiencias. En Nueva York saben mucho de Wall Street, pero poco del MoMA o de Jeff Koons en el Whitney Museum. Si bien todo esto es muy eficiente, significa perder una oportunidad única de enriquecerse en otras áreas, de aprender y captar nuevas tendencias. Es cierto, no hay tiempo para todo, pero proponerse visitar la mejor exposición del momento; aprovechar de ir a un concierto u obra de teatro o incluso al cine, es suficiente. La idea es volver con un cuento interesante por viaje. Eso es ser un verdadero hombre de mundo. De lo contrario, más que viajar con sentido, sólo acumulan millas.

Leer más novelas

dicen que no les gusta leer, pero devoran la prensa económica y la sagrada revista The Economist. Bueno, la idea de ampliar el registro y los temas parte también por diversificar las lecturas. Y si bien la lógica diría que hay que empezar por los libros de no ficción, mi recomendación es hacerlo por las novelas. Fuentes únicas de inspiración, no sólo son la mejor manera de abrir la mente, sino también de desarrollar la creatividad y el espíritu crítico. Porque, al final, es mucho más innovador leer un buen libro de Paul Auster o Charles Dickens que la biografía de Steve Jobs.

Un buen sastre

Demás está decir que el interés que despierta una persona también empieza por afuera. En esto, los ejecutivos tienen demasiados pasivos. Impresiona la cantidad de recursos que destinan a juguetes -relojes, autos y ahora hasta helicópteros- y lo casi nada que gastan en vestirse bien. En esto, la cosa va al revés. Los abuelos eran mucho más distinguidos y preocupados que los hijos y nietos. Con sus trajes de tres piezas hechos a la medida, sus elegantes abrigos y perfectos zapatos, eran un ejemplo del buen gusto. Para qué hablar de su preocupación por el pelo, incluso las uñas, porque en ese tiempo hacerse las manos era algo habitual en las peluquerías de caballeros. Hoy, todo aquello es visto como una pérdida de tiempo. Y los resultados están a la vista. Lo peor en esto es la moda informal, que ha afeado aún más el look de los ejecutivos, quienes han abandonado el quizás demasiado formal, pero siempre digno, uniforme chaqueta azul/pantalón gris, por un festival de "dockers", combinados con zapatos semizapatillas, muy poco sentador. En fin, muchas cosas buenas ha traído la modernidad al mundo de la empresa, pero en el buen vestir es un retroceso. Volver a la tradición sería un aporte.

Abrir la cancha

Si los estudios, los viajes y las novelas entregan más cuento y si el buen vestir y el entrenamiento un mejor look, entonces lo que falta es aplicarlo. Nada de ello sirve si no somos capaces de hablar de otra cosa que no sea de negocios, de plata o de los éxitos. Hay que abrir un poco la cancha y ser capaces de mostrarse interesados y de opinar de otros temas. El Manual de Carreño de urbanidad y buenas maneras ya nos advierte que los temas más propios de una conversación son aquellos que preocupan a la sociedad, la historia, la literatura, las ciencias y las artes. Y enfatiza que aquellos que ocupan la atención de los demás en asuntos propios de su profesión, corren el riesgo de aparecer como hombres de pequeños alcances. Más claro, imposible.

Adiós al club de Toby

Uno de los problemas del ejecutivo es que su hábitat -la empresa- es una institución esencialmente machista. Esto se debe no sólo a que hay pocas mujeres -especialmente en cargos altos-, sino también, porque las formas son rudas y el lenguaje es burdo, poco fino, plagado de bromas de mal gusto. Así, una mesa de dinero puede ser lo más parecido a un cuarto medio sin control. Por eso, no es raro, que este comportamiento lo lleven a las reuniones sociales, donde generalmente terminan apiñados entre ellos -lejos de ellas-, hablando de los mismos temas y acompañados de los mismos chistes. Porque para la mayor parte de ellos, conversar con mujeres no tiene mucho sentido salvo que sea para seducir. Bueno, eso es precisamente lo que los hace menos atractivos y seductores. Conclusión: hay que eliminar los clubes de Toby.

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