Coiba: Panamá para aventureros
<P>Dicen que es el mejor sitio para el buceo de todo Panamá, las agencias aseguran en cada salida avistamientos de tiburones y su belleza natural impresiona. Pero el Parque Nacional Coiba, y su isla del mismo nombre, carga también con un pasado negro como centro de detención y tortura. </P>
PANAMA EN LOS ULTIMOS años se ha puesto de moda. Su capital, Ciudad de Panamá, se alza como una de las urbes latinoamericanas más modernas, al punto de que para muchos visitantes habituales, en cada viaje se les hace irreconocible debido a la gran cantidad de nuevas e imponentes construcciones que van cambiando su rostro. Sus destinos de playa y naturaleza llaman cada vez más la atención de miles de turistas, de esta forma San Blas, Las Perlas, Playa Bonita o Bocas del Toro, poco a poco van sonando entre el turismo masivo.
Pero Panamá, afortunadamente, posee una naturaleza que se ha mantenido intacta en muchas regiones que hoy son protegidas por el Estado. De hecho, en el lado del Océano Pacífico existe un zona que, a pesar de no ser famosa, ha sido reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, debido a su riqueza natural y enorme biodiversidad. Se trata de los alrededores de la isla de Coiba, ubicada dentro del Parque Nacional del mismo nombre, y que aún permanece casi intacta y alejada de las grandes hordas de turistas.
Esta es la isla más grande de todo el país y del Pacífico centroamericano. Sus 503 km2 están llenos de selva, pero también de una historia que mezcla hechos sombríos y fatídicos, con un futuro en el que el ecoturismo se encuentra fuertemente ligado.
Posee costas de arenas blancas y aguas transparentes y una serie de otras islas vecinas algo menores: Jicarón, Jicarita (el punto más austral del país), Canal de Afuera, Afuerita, Pájaros, Uva, Brincanco, Coibita... y otras muchas que, en general, están cubiertas de una tupida vegetación boscosa y grandes zonas de manglares.
El parque se ubica en la provincia de Veraguas, a sólo algunas horas por carretera y embarcación de la capital o a 25 minutos de vuelo, y es una verdadera cordillera submarina, de ahí la importancia de su riqueza marina. Dichas montañas bajo el mar retienen y generan corrientes con nutrientes que alimentan a la rica diversidad marina que existe en la zona. Esto, unido a que se encuentra en las afueras de un gran estuario con enormes extensiones de manglares, conocidos por ser hogar para millones de especies acuáticas en períodos juveniles gracias a la presencia de alevines y larvas de crustáceos. En otras palabras, un jardín infantil acuático de proporciones.
Una isla con historia
La isla de Coiba fue convertida en colonia penal en 1919. Durante las dictaduras de Torrijos y Noriega la prisión de Coiba se hizo penosamente famosa debido a las ejecuciones y torturas que se practicaron en ella. También hubo decenas de campamentos que hoy están completamente cubiertos por la densa vegetación. En la actualidad se pueden visitar los vestigios que quedan de la cárcel y sus antiguas murallas, así como unas nuevas reconstrucciones que muestran parte de cómo vivían los presos. En el lugar existe una base naval y una nueva pista de aterrizaje que sirve a la armada, pero también a avionetas privadas y charters.
Por su enclave estratégico en el Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial Coiba sirvió como base de monitoreo de los Estados Unidos y aún existe en su más alta cumbre una torre de avistamiento.
Mar de tiburones
El parque cuenta con cerca de 1.700 hectáreas de arrecifes y corales, en las que pueden observarse una multiplicidad de peces, crustáceos y moluscos. Entre ellos, una gran variedad de tiburones que también es posible encontrar en otras áreas del Pacífico, ya que muchas especies recorren grandes distancias entre islas. Estudios han confirmado que Coiba pertenece a un triángulo conformado por Galápagos, en Ecuador; Malpelo, en Colombia, y Cocos, en Costa Rica, todos sitios con cordilleras submarinas que representan verdaderos oasis en el mar y son visitados por los tiburones siguiendo las corrientes del Pacífico. Así, los escualos se mueven buscando las mejores condiciones para alimentarse o reproducirse, en especial, gracias a la riqueza de los nutrientes que existen en los arrecifes de corales, que conforman estupendos ambientes para que cientos de especies puedan alimentarse y resguardarse.
Hoy, las empresas de buceo aseguran a sus clientes avistamientos de tiburones tigres y tiburones ballena, pero también se garantizan la observación de cuatro tipos de tortugas, mantarrayas, morenas, atunes y dorados, además de miles de peces de colores.
Un paseo de riqueza extrema
Para poder realizar paseos, se puede planificar desde Ciudad de Panamá con algunas agencias o directamente en la isla con los propios pescadores. Existen agencias de turismo que ofrecen paquetes completos, que pueden incluir la comida, el alojamiento y los paseos en lancha. Normalmente, se debe pagar el combustible aparte.
La zona, rica en peces, es reconocida mundialmente por los aficionados a la pesca deportiva, entre las especies resaltan el pez espada, varios tipos de atunes, dorados, entre otros. Su fama ha atraído a las islas aledañas impresionantes inversiones extranjeras -especialmente lodges boutiques- para recibir a pescadores de todo el mundo.
En la isla existen cabañas con lo básico, camas y baños privados que hacen más fácil la estadía y que dependen el Ministerio del Medio Ambiente de Panamá, los mismos guías se encargan de hacer las reservas.
En todo caso, de no haber disponibilidad, el pueblo más cercano es Santa Catalina, una hermosa villa en la selva de la costa Pacífico conocida por su artesanía y por ofrecer un ambiente calmado y bucólico. Santa Catalina también se ha hecho famosa por sus olas, hoy cientos de surfistas llegan a probar las que se cuentan entre las mejores de la costa Pacífico de Centroamérica.
Temporada de ballenas y guacamayas
En las cercanías de la cárcel existe una colonia de guacamayas rojas, estas aves que se encuentran en serio peligro de desaparecer debido a su contrabando como animal doméstico, viven tranquilas y protegidas aquí. Se las puede ver volando por las mañanas saliendo desde sus nidos. Con su colorido rojo escarlata, vuelan en contraste con la espesura verde de la selva que las rodea.
Se las ve todo el año. Sin embargo, quienes gozan con la fotografía de naturaleza y quieren observar a las ballenas jorobadas que se dejan ver en la zona, deben visitar la isla entre julio y septiembre, cuando casi con seguridad se las puede ver con sus crías a la espera de bajar a aguas más frías pero con más alimento, como la costa de Chile, la Antártica o el Polo Norte. En ocasiones, se las ve saltando o, incluso, mientras se bucea se han llegado a acercar a los grupos, también es posible escucharlas cantando. Los delfines son muy fáciles de avistar, debido a que existe una colonia residente, la que gusta de ir al encuentro de embarcaciones y buzos y realizar su ceremonia de saltos y acompañamiento de los botes por algún tiempo.
Con todo, este lugar promete irse transformando en un punto de atracción importante para Panamá y también para Centroamérica.
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