Cómic reescribe la historia de la perra Laika, pero esta vez con un final feliz
<P>La perra se convirtió en 1957 en el primer ser vivo en orbitar la Tierra, pero murió en el espacio, pues su nave no fue diseñada para regresar.</P>
En 1957, los rusos estaban decididos a ser los primeros en enviar un hombre al espacio. El satélite Sputnik ya había demostrado que un artefacto podía desafiar la gravedad. El siguiente paso era enviar un animal, para corroborar si un ser vivo podía resistir la ingravidez. Decidieron que el primero en hacerlo sería un perro. No cualquiera, debía ser uno callejero. Pensaban que, por la naturaleza de su existencia, estaban más adaptados a soportar el rigor de un viaje al espacio.
Así comenzaron a rastrear las calles de Moscú en busca de los candidatos. Dieron con varios, uno de ellos, Laika ("que ladra" en ruso). Los canes fueron llevados a la Agencia Espacial Rusa, para las pruebas y entrenamientos de rigor.
Tras exhaustivos test se decidió que Laika, de tres años y seis kilos de peso, era el animal perfecto para ser puesto en órbita, lo que ocurrió el 3 de noviembre de 1957, un mes después del éxito del Sputnik 1. Pocos sabían era que la nave no estaba diseñada para regresar a la Tierra. El destino de Laika era morir en el espacio.
Poco antes del despegue, Vladimir Yazdovsky, uno de los encargados del programa espacial soviético, llevó a Laika a su casa para que jugara con sus hijos. "Quería hacer algo bueno para ella", escribió en su cuenta de la misión. "Tuvo tan poco tiempo para vivir", se justificó.
Laika murió en órbita, pero demostró que los seres vivos podían sobrevivir en el espacio. Su hazaña le valió la simpatía del pueblo ruso y hasta hoy varios monumentos recuerdan su sacrificio.
A 50 años
En 2007, a 50 años de la hazaña, la editorial Big Planet Comics quiso conmemorar el hito y encargó al escritor Nick Abadzis la creación de un libro en formato de cómic, sencillamente llamado Laika. "En conjunto, el libro, la historia y los detalles técnicos presentados fueron una larga investigación. Fue un trabajo de amor, pero fue también, una historia real", cuenta Abadzis a La Tercera.
El problema fue que la viñeta terminó tal como la historia real: con la perra muriendo en el espacio, lo que desató la desazón de muchos lectores, que preferían otro desenlace, especialmente las nuevas generaciones que no conocían la historia. "Escuché por primera vez la historia de este perro siendo un niño. Mi interés revivió en 2002, cuando un científico ruso admitió que ella no sobrevivió mucho tiempo en el espacio, como se contó en 1957. Pensé que era hora que alguien contara la historia con honestidad y franqueza, por lo que comencé a investigar los detalles de la misión". De hecho, Abadzis descubrió que por décadas los rusos creyeron que el animal había muerto al recibir eutanasia conforme a los planes originales, pero en 2002 se supo que murió muy poco tiempo después del despegue.
Ahora, al celebrar sus 25 años, la editorial le pidió a Abadzis que reescribiera cinco epílogos alternativos. En el primero, el can sale eyectado de la nave y regresa vivo a la Tierra. Los otros cuatro finales se publicarán en la web de la editorial en los próximos meses.
"Creo que la gente piensa que es divertido ver una alternativa feliz, pero es importante recordar cómo pasaron las cosas. Si quieres la verdadera historia, puede leer mi libro, Laika".
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