Comidas privadas, el nuevo ingrediente de los chefs capitalinos

<P><span style="text-transform:uppercase">[Intimidad]</span> Espacios pequeños, donde no se acepta a más de 25 comensales, y atendidos por los mismos cocineros es la tendencia que gana fuerza en Santiago. </P>




Sentir el calor de la cocina a sólo unos centímetros de distancia, ver como el chef selecciona cada uno de los ingredientes antes de mezclarlos, dejarse envolver con los aromas de las especias y carnes recién salteadas o percibir el cautivante olor de un cabernet recién descorchado.

Experiencias como estas son cada vez más demandadas por los santiaguinos a la hora de elegir un restaurante, y muchos locales están atendiendo esta demanda donde la intimidad entre el chef y los comensales parece ser el ingrediente principal.

De hecho, en Santiago existen al menos cinco restaurantes que realizan distintos tipos de show kitchen: pequeñas cenas para no más de 25 personas, atendidas por prestigiosos chefs y que, en algunos casos, deben reservarse vía Twitter, sin saber qué se comerá. Otras incluyen, además de la degustación, un espectáculo en llamas con técnicas como el teppanyaki.

Para el crítico del Círculo de Cronistas Gastronómicos (CCG), Daniel Greve, en Santiago esta tendencia es más bien incipiente, pero en países como Brasil, España y Estados Unidos ya está consolidada. "En Barcelona, por ejemplo, hay restaurantes que tienen espacios sólo para una mesa", dice Greve.

Hace un año, el chef Christopher Carpentier optó por la intimidad. Detrás de su restaurante Maldito Chef, ubicado en Apoquindo, tiene otro más pequeño llamado Carpentier. "Hago cenas a cocina abierta, donde pruebo los menús nuevos que voy a sacar, para gente que tiene gustos sofisticados y disfruta de la novedad del formato", explica.

Una vez por semana -el mismo día en que se realizará el evento-, Carpentier avisa a través de su cuenta de Twitter que realizará un show kitchen. Sus seguidores pueden reservar uno de los 25 cupos que tiene disponibles, aunque es una experiencia a ciegas, ya que el menú, que cuesta entre 35 mil y 45 mil pesos, sólo se conoce al llegar al local.

A las 21.30 horas parte el show. Un aperitivo es el encargado de abrir la noche y distender a los comensales, quienes disfrutarán de un menú de seis platos y un maridaje. Si bien la carta es una, Carpentier se encarga de saber los gustos y alergias de cada uno de sus clientes, para hacer las excepciones necesarias.

En el Europeo, ubicado en Alonso de Córdova, decidieron hacer eventos similares desde fines de mayo. Estos están a cargo de Francisco Mandiola -elegido Chef del Año 2012 por el CCG-, quien recibe grupos entre 10 y 20 personas, dos veces por semana, para compartir algunos de los secretos que lo hicieron merecer esa distinción. El valor es de $ 56 mil por persona.

José Tomás Cisternas, uno de los socios del local, explica que esta decisión responde a la demanda de la gente. "Nos preguntaban si teníamos algo distinto, más suelto y no tan formal. Así se nos ocurrió hacer este show kitchen, para que la gente pase un buen rato y aprenda un poco de nuestra cocina", afirma.

En el caso del Sukalde, ubicado en Nueva Costanera, hay un segundo piso donde hacen eventos privados. Pero también tienen la posibilidad de ir a la casa de los clientes o a lugares del centro histórico de Santiago. "Las llamamos Sukalde Secreto y son cenas privadas, en distintas localidades y para grupos muy reducidos, incluso de seis personas", afirmó Zandra Reyes, gerenta general del local.

El Sushiban de Isidora Goyenechea optó por potenciar la técnica japonesa del teppanyaki, donde un cocinero, tras una plancha metálica hirviendo, prepara los distintos platos que los 12 comensales a su alrededor le piden. Esto, según Greve, "es un espectáculo cuando está bien hecho, hay cocineros que son realmente acróbatas, que montan un show más allá de la comida".

Atentos a esta tendencia, los dueños de La Boquería, ubicada en el Paseo Mañío en Vitacura, abrirán en septiembre el segundo piso, para además de cenas privadas y clases, habilitar una cocina abierta.

Según su administrador, Mario Díaz, la idea de este espacio, con capacidad para 20 personas, "responde a que muchos clientes vienen por negocios y, por lo mismo, les acomodan los espacios reducidos, en los que tengan privacidad".

Según Greve, la privacidad es la clave de esta tendencia, ya que eso "fomenta las buenas conversaciones y la comprensión entre los asistentes. Por ejemplo, en un evento de 200 personas, es imposible cerrar un negocio, pero en uno de 10, logras que te escuchen".

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