Commonwealth: educación
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LA VEZ pasada discutimos sobre cómo la crisis griega era una definición crítica para la Unión Europea, que la obligaba a precisar si es o no una "comunidad de riqueza" (commonwealth decían los revolucionarios ingleses de 1649) al verse forzados a definir si son o no una "comunidad de deuda". Decíamos, además, que decidir si se es o no una "comunidad de riqueza" es en la práctica equivalente a decidir si se es o no una nación.
En Chile hay más de un millón de cabros en la educación superior. Esto significa que uno de cada 12 chilenos en edad de trabajar está estudiando. Hace seis años era la mitad. Esto tiene muchas causas, muy discutidas.
Pero hay una poco mencionada. Las proyecciones demográficas existentes (podrían variar con el Censo 2012) muestran que el grupo etario más grande de Chile tiene 20 años: los chiquillos nacidos con la democracia. Los grupos más jóvenes y más viejos son todos más chicos. Esto significa que debido a la transición demográfica, los "inútiles subversivos" son en realidad la generación más grande de chilenos que hubo o que habrá jamás. ¿Es de extrañar su peso político? ¿Es de extrañar que lo tengan desde que eran pingüinitos?
A la Gran Generación, completamente criada en una de las economías más radicalmente pro-mercado del planeta, se le dijo que la educación sería su instrumento de progreso personal, su espacio de competencia meritocrática y su arena de igualdad de oportunidades.
Si bien ya se observa cierta tendencia positiva en la calidad de la educación escolar, esta es incipiente, sobre todo en la educación pública. La educación sigue siendo de baja calidad, inequitativa y reproductora de desigualdades. Los colegios no hacen un buen trabajo ni de formación de competencias ni de selección de talentos. Como resultado de esto, en las instituciones superiores docentes privadas, entre un 30% a 50% de los estudiantes abandona en los primeros dos años. Entre los cabros provenientes de los dos quintiles más pobres, un 65% no termina.
Lo que tenemos entonces, a lo menos para los estudiantes de origen popular, no es un sistema de educación superior, sino un sistema de selección superior. Metemos camionadas de chiquillos a una competencia de calidad educativa discutible para ir seleccionando los que tienen mayor talento o aguante.
En un sistema como ese, el perdedor forma parte de la función de producción del ganador. No hay ganadores sin perdedores cuando sólo se trata de competencia y selección. Sólo que en este caso los perdedores se van para la casa sin aprendizaje, sin redes, sin cartones, pero con deuda.
Lo que la Gran Generación ha dicho este año es que considera que esto no es justo, y que respecto de la educación superior, quieren ser una comunidad de riqueza y deuda (un commonwealth). Nos han dicho que quieren ser una nación, no sólo un mercado. Nos han dicho que prefieren una educación y también una sociedad que reconoce que los ganadores tienen como contrapartida las carencias de los perdedores y que esas carencias son responsabilidad común.
Son la generación más grande de la historia de Chile, son el Chile que viene y lo saben. Si yo fuera ustedes, en vez de ningunearlos, los escucharía.
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