Cómo escapar de las recriminaciones

<p>Reconocida como una de las principales fuentes de tensión en el matrimonio, insistirle a la pareja para que cambie y se comporte según lo que consideramos correcto llega a ser un remedio peor que la enfermedad. Estudios muestran cuáles son las técnicas más efectivas para conseguir consensos que motiven cambios. </p>




“¿POR qué nunca escuchas lo que te digo? ¿Fuiste al supermercado? ¿Fuiste al doctor? ¡No ayudas en nada!”... Primero: este tipo de reclamos sólo se da entre personas que se quieren (lo que no es menor). Segundo: son fatales para la pareja (lo que tampoco es menor).

En el difícil arte de la convivencia diaria, las recriminaciones son consideradas como una de las principales fuentes de tensión. Y si se cuentan todas las veces en que uno de los dos cae en los reclamos, el tiempo que se gasta en ello es mucho: por ejemplo, un estudio dado a conocer en Gran Bretaña revela que si se sumaran todas las recriminaciones en que caen las mujeres, ellas llegan a pasar prácticamente seis días al año reprochando a sus maridos por temas como la falta de ayuda en la casa, las salidas con amigos y el cuidado de la salud.

Y aunque los especialistas reconocen que esta es una dinámica que sólo está presente cuando hay amor entre dos personas -usted no va a recriminar a sus amigos con algo que vaya más allá de un "te lo dije"-, las investigaciones señalan que se genera el efecto contrario y se termina reforzando la conducta que se desea evitar: un estudio presentado en la Revista de Sicología y Familia por especialistas de la Universidad de Denver explica que las parejas que se confiesan poco felices a los cinco años de matrimonio, presentan en promedio 20% de incremento en la comunicación negativa, incluyendo la recriminación.

“Esta dinámica es enemiga del amor, en especial cuando se presenta de manera persistente”, escriben los autores. ¿Hay luz al final del túnel? Los especialistas dicen que sí.

"Se lo repito mil veces"

Todo radica en cambiar ciertas palabras y en acudir a técnicas de persuasión que han mostrado ser efectivas para convencer a otros de que tenemos la razón. Poder desarrollar estas habilidades resulta relevante, sobre todo considerando que en países como el nuestro las demandas por divorcio han aumentado 64% en los últimos seis años y que son, precisamente, las mujeres quienes lideran estas peticiones.

La investigación británica, por ejemplo, fue realizada por la organización de promoción de la salud Everyman entre 3.000 personas y reveló que las esposas llegan a pasar 7.920 minutos al año recriminando a sus esposos, lo que equivale a casi seis días. Claudia (36) acaba de ser mamá por primera vez junto a su marido, Felipe. Dice que si bien han compartido siempre las labores, desde que nació la guagua todo se ha vuelto mucho más demandante en la casa. “Yo sé que él trata de ayudar, pero debo estar siempre recordándole qué tipo de pañales debe comprar, el tipo de crema, todo. Si no lo repito 1.000 veces, llega con cualquier cosa a la casa”, cuenta.

En el libro Matchlines: A Revolutionary New Way of Looking at Relationships and Making the Right Choices in Love, la sicoterapeuta estadounidense Molly Barrow explica que es una conducta indiscutiblemente ligada al amor, en especial cuando la pareja percibe que el otro puede estar causando daño a su propia vida o a la supervivencia de la relación. Sin embargo, "no se siente como amor, sino como desconfianza", afirma. El doctor en sicología del Mount Sinai Medical Center, Harry Stratyner, explica que muchas veces al recriminar solemos llamar la atención sobre algo que ya hace sentir mal al otro.

¿El resultado? La persona siente que está fuera de control. Un ejemplo clásico es el problema de los atracones nocturnos de comida, que generalmente revelan un problema subyacente de ansiedad. Si la pareja le recrimina esta conducta, lo más probable es que la ansiedad aumente y el problema se agudice. Pero los expertos explican que ciertas técnicas de comunicación ayudan a controlar el problema.

Persuadir sin molestar

Una de las claves está en aprender a reconocer y contrarrestar lo que se conoce como el efecto “sé como yo”. Barrows explica en su libro que cuando parten, las parejas revelan principalmente sus similitudes, de manera que hay poca cabida para las recriminaciones. Pero a medida que pasan los años, emergen las diferencias de carácter y personalidad que gatillan la comunicación en términos negativos. Francisco, por ejemplo, dice que uno de los principales problemas que ve en su relación es que su esposa siempre trata de cambiarlo: “No hagas esto, no hagas esto otro. Resulta agotador y al final uno termina sintiendo que la otra persona en realidad te quiere bien poco”.

Un estudio realizado por Stratyner en el Mount Sinai Center comprobó que se pueden reducir hasta en 50% los conflictos en una pareja simplemente modificando el foco de la crítica. Por ejemplo, si el esposo come demasiadas galletas y tiene problemas de colesterol, en lugar de decirle "no puedes dejar de comer todo lo que pillas", se debe proponer una alternativa e incluirse ambos como parte del problema: "Te parece si compramos snacks saludables para evitar que caigamos en la tentación". Dicho de otro modo, se trata de decir que "hay un problema", no que "tú eres el problema", explica el especialista.

En un artículo publicado en The Wall Street Journal, especialistas del departamento de siquiatría y ciencias conductuales del Montefiore Medical Center, de Nueva York, sugieren que en el caso de problemas cotidianos como los quehaceres de la casa o las compras, se deben consensuar acuerdos con plazos un poco más amplios cuando una de las partes manifiesta problemas cumpliendo esas restricciones.

En lugar de fijar un día inamovible para las compras, determinar una semana dentro de la cual se cumpla esta tarea. “Al disminuir la presión, se reducen también las discusiones”, explica el doctor Scott Wetzler. También se sugiere “tercerizar” labores que pueden agobiar a una de las partes. En el caso de las compras, puede valer la pena invertir un poco más en encargar el pedido.

Finalmente, dos estrategias de persuasión que dan resultados en estudios. La primera es la reciprocidad. Por ejemplo, si su pareja muestra reticencia o dificultad para cumplir una tarea, proponga que usted se hará cargo por esta vez “porque sabe que está muy ocupado”, pero que para la próxima espera que ella o él se haga cargo. Un estudio de la Universidad de Arizona, que analizó diversos aspectos de este tema, revela que al imponer sin alternativas se genera respuesta positiva en el 18% de los casos, pero que si ofrecemos una “concesión” la respuesta sube a 35%.

Por último, para alcanzar el consenso la imitación es un arma poderosa. Por ejemplo si hay que limpiar el jardín, mostrar revistas o poner como ejemplo el jardín del vecino “que se ha puesto tan lindo” puede ser muy motivador, siempre y cuando no se caiga en comparaciones del tipo “por qué el vecino sí y no tú”. Los estudios en la Universidad de Arizona concluyen que la imitación de aspectos positivos eleva a 75% la adhesión de las personas a una propuesta o idea determinada.

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