¿Cómo migró la clase alta en estos 100 años?
<P>Los "barrios altos" se han ido trasladando, por el gusto de los sectores más acomodados de la sociedad de buscar exclusividad. </P>
Gente aburrida. Poco asidua a las discusiones intelectuales. Hombres que se entretenían en las carreras del Club Hípico y mujeres que se "consagraban al culto de la elegancia". Así describe el historiador Armando de Ramón a la alta sociedad chilena en su investigación Santiago de Chile (1541-1991). Cuenta que un grupo social dedicado a tales actividades requería de una ciudad adecuada para llevarlas a cabo.
El escenario de Santiago, que hasta mediados del siglo XIX concentraba a la clase alta en las 10 ó 15 cuadras que rodeaban la Plaza de Armas, se vio drásticamente alterado con la creación de dos parques que imitaban a los grandes de Europa, como el Bois de Boulogne de París, y que se convirtieron en los lugares donde los más ricos realizaban sus paseos. "La construcción de la Quinta Normal de Agricultura y del Campo de Marte (conocido hoy como la elipse del Parque O'Higgins) provocó los primeros desplazamientos de las clases adineradas, que se acercaron a sus zonas de esparcimiento", dice Germán Hidalgo, arquitecto de la Universidad Católica. Una migración que ha persistido hasta hoy: del centro histórico, a Providencia, Las Condes, Vitacura, Lo Curro, San Carlos de Apoquindo, La Dehesa y Chicureo. Los ricos en Santiago se mueven constantemente, dejando atrás las casas que alguna vez habitaron y creando nuevos barrios cada vez más distantes del "kilómetro cero".
El sector de Av. Brasil y las calles Dieciocho, Ejército Libertador y República fueron los nuevos puntos donde se trasladó la clase alta entre 1840 y 1860. Según el historiador Gonzalo Piwonka -quien nació en uno de los palacios de calle Ejército-, familias como los Cousiño, que hicieron dinero a partir de la extracción minera, instalaron sus viviendas allí. "En la época, las construcciones eran de fachada continua, como en Inglaterra. Ese lugar pasó a ser el nuevo ombligo de la ciudad, que entonces tenía dos posibilidades de expandirse: hacia el sur o hacia el oriente", cuenta Piwonka.
Primero, intentó crecer hacia el sur, en lo que es el Llano Subercaseaux, actual comuna de San Miguel. Sin embrago, en ese sector estaba el Zanjón de la Aguada, una zona insalubre y donde se habían instalado poblaciones marginales. Además, pasaba el ferrocarril de circunvalación, que cortaba esos terrenos. Hubo que cambiar el rumbo.
La conquista del Este
"A fines del siglo XIX, un señor de origen belga, oriundo de la ciudad de Namur (que más tarde daría nombre a la calle), construyó su casa cerca de lo que hoy es Plaza Italia. La primera señal de que la ciudad se desplazaba hacia el oriente. Así como los americanos conquistaron el oeste, los santiaguinos lo hicieron con el este", explica Piwonka.
De hecho, durante el gobierno de Benjamín Vicuña Mackenna como intendente (1872) se trazaron los dos primeros ejes (Av. Matta y Av. Vicuña Mackenna) del "camino de cintura", un corredor que debía separar la zona urbana de la rural. Pero Av. Vicuña Mackenna terminó siendo el nuevo polo de la clase alta y el primer paso para el poblamiento de la cordillera. Según Piwonka, simultáneamente se dio una epidemia de viruela y disentería, "y los médicos más higienistas recomendaban ir hacia las montañas, donde había un aire más puro".
Germán Hidalgo, arquitecto de la Universidad Católica, explica que entonces surge una nueva moda de construir casas entre los adinerados: el modelo europeo de "ciudad jardín". "Atrás queda la fachada continua y aparecen las villas en terrenos grandes con casas aisladas y jardines. Todavía quedan algunos ejemplos, como el actual consulado de Argentina en Av. Vicuña Mackenna", dice.
Lo mismo ocurre luego en el sector de Pedro de Valdivia, hacia principios del siglo XX, cuando los terrenos se "venden a un peso", según Piwonka. "Ahí habían fundos, como el de Ricardo Lyon, quien criaba caballos. Comenzó a llegar una clase mesocrática, media-alta, que se instaló en calles como General Flores. Pero también se construyeron palacios como el de la familia Falabella, donde está ahora el municipio de Providencia", cuenta.
En este mismo curso hacia el oriente, la ciudad, que hasta entonces había sido diseñada en cuadrículas, comienza a tener calles curvas. "Ese fenómeno se distingue en los loteos de las familias Goyenechea, Gallo y Matta, que eran copiapinos con dinero, en el sector donde está el Stade Francais, en el sector de Tobalaba", explica Piwonka.
De El Golf a la punta del cerro
En la década de 1950, el lugar más elegante de Santiago era El Golf. Las mansiones y embajadas se trasladaron allí, alejándose cada vez más del centro. Se instalan colegios como el Villa María Academy y el Verbo Divino, en los 40 y 50, respectivamente.
En ciudades de Europa o en Buenos Aires, el centro se mantiene como un lugar exclusivo y donde viven las clases acomodadas . ¿Por qué, en cambio, en Santiago dejan sus casas y colonizan nuevos sectores? Según Piwonka, forma parte del arribismo chileno. "El rico ya no quiere la casa al estilo de París o Londres, sino que la de Miami. En vez de álamos, hay palmeras. Es como cambiar de auto. Hay que estar a la moda", dice.
Lo mismo opina Carlos Livacic Rojas, doctor en Sociología de la Universidad Central. "Tenemos una clase alta muy preocupada de la forma, más que del fondo. Buscan sentirse distintos, exclusivos y únicos. Eso se logra no sólo a través del dinero, sino por quiénes se tiene al lado. Santiago es segregada y una evidencia de nuestras desigualdades sociales", dice.
La conformación de los nuevos barrios de elite se dio a partir de la expansión de El Golf hacia los sectores de Vitacura y Las Condes, siguiendo el estilo de "ciudad jardín", con casas aisladas.
Entre 1955 y 1960 se empieza a poblar Jardín del Este, al norte de Luis Pasteur, entre Vespucio y Manquehue. Y en los 70, los terrenos de Lo Curro eran un suburbio que, entonces, no contaba con agua ni alcantarillado. Según Walter Folch, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Central, "durante los 80, en Lo Curro se crean lotes más pequeños de terreno -entre 5.000 y 10.000 m2-, con gran plusvalía y casas muy caras. La gente se va a ahí porque era un barrio maravilloso, para vivir en medio del bosque", dice Folch.
Según este arquitecto, sectores como La Dehesa, Quinchamalí o San Carlos de Apoquindo tuvieron su período de boom durante finales de los 80 y la década de los 90. "Eran terrenos que estaban prácticamente en Argentina", explica Folch, pero que hoy tienen sus propios centros urbanos, con servicios, colegios, tiendas y restaurantes.
Lo último: Chicureo. Según Folch, es un ejemplo de loteo suburbano que se desarrolló durante el régimen militar y que comenzó a cobrar fuerza durante este último cambio de siglo. "Ahora el desafío es pensar cómo haremos para que estos nuevos barrios se unan a la ciudad", dice Folch.
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