Cómo viven los "sin casa" las noches más frías

Equipos del Hogar de Cristo realizan las Ruta Calle, donde visitan a indigentes, con quienes conversan, los alimentan y abrigan.




En el barrio Bellas Artes la preocupación de Emanuel contrasta con la actitud de otros jóvenes que pasan por su lado en búsqueda del calor de un bar. A esa hora ya hay 4°C y afirma que recién comienza a pensar en el sitio dónde dormirá: no será en una habitación tradicional, sino que en una plaza o alguna calle cercana. "Llegué hace seis meses desde Parral. Estoy sin familia en Santiago", dice. Todo se lo cuenta a los monitores del Hogar de Cristo, mientras recibe una frazada, pan y una ración de alimento. Sostiene que es lo único que ha comido en el día.

Es el panorama social que se puede apreciar en Santiago Centro en una de las noches más frías del año. El recorrido de la Ruta Calle de esta institución parte en Merced y continúa en el Paseo Huérfanos. Bajo el alero de multitiendas y bancos, que en el día son centros de negocios, al menos una decena de personas encuentra un refugio contra la lluvia y el frío cada noche. Cerca de un cajero automático, apenas se ve acostada Gloria (47). Sólo la tapan dos mantas, la acompaña un perro a sus pies y una botella plástica con alcohol. "Unos guardias me regalaron una frazada para ponerla en el piso", señala. Llegó al sector hace una década, escapando de la muerte de su marido, y nunca más pudo retomar su vida. ¿Y por qué no te vas a un albergue, Gloria?, le pregunta el capellán del Hogar de Cristo, Pablo Walker, quien visita a las personas en situación de calle junto a los monitores. "Me da miedo ir tan lejos", dice ella. El religioso remarca que hay 5.700 indigentes en la capital y 12 mil a nivel nacional. "Más que llevarles cosas, acudimos a conversar con ellos. Los ayudamos a reinsertarse", sostiene el sacerdote, mientras se sienta en el suelo a rezar con la mujer. A esa hora, las baldosas del paseo son como hielo.

En la entrada de otro banco duerme Luis, de 78 años. "Quiero terminar mis días más tranquilo. Como que me imagino en una pieza más adelante", dice, y se acomoda en su mochila que sirve de almohada. Alegre, señala que su salud está intacta, a pesar de los 2° C que había a esa hora.

Juan Rosales, estudiante de Sociología y monitor, sostiene que lo que más le cuesta es ubicar a los indigentes: cada día cambian de lugar a sitios más seguros y abrigados. La meta para el Hogar de Cristo es que los afectados decidan irse a un albergue u hospedería. "Yo prefiero quedarme acá, porque allá hay peleas o se me pueden perder cosas", afirma Francisco, quien se ubica cada noche en Ahumada con Huérfanos. Dice que llegó desde Chañaral hace unos meses, pero que quiere volver a la calidez del norte. Para ello, pide dinero afuera de un supermercado. "¿Y qué te dice la gente cuando te ve así?", le consulta Walker, a lo que Francisco le contesta que, en realidad, a los peatones poco les importamos. "Es grave que ellos sean parte del paisaje, que no te conmueva alguien que duerme en la calle", dice el capellán. "Acá cada uno se las arregla como puede", acota Julio, de 50 años, quien hace cinco años duerme en el Pasaje Sótero del Río. Dice que está un poco enfermo y recuerda que hace algunos años padeció de tuberculosis. "No quiero pasar por eso de nuevo, porque me van a poner inyecciones", añade tosiendo.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.