Cristo sumergido de Quintero se convierte en inusual cementerio
<P>A partir de 2004, cuando la escultura de cuatro metros fue hundida en la bahía, en el sector Roca Prat, habitantes y turistas comenzaron a depositar ánforas de familiares y amigos. Buzos del sector, relatan que decenas de cofres, pequeñas lápidas y recuerdos rodean la estructura.</P>
"No sé realmente cuándo empezó. Pero desde el año pasado son más las personas. que arriendan la lancha, piden que uno los lleve hasta donde está el Cristo sumergido y allí despiden a sus seres queridos. Esparcen las cenizas o dejan caer las ánforas", relata el pescador de Quintero, Juan Reyes.
Los buzos que han llegado en los últimos meses hasta el sector Roca Prat, donde a comienzos de 2004 se instaló la escultura, a 12 metros de profundidad, se han sorprendido con numerosos hallazgos: la figura está rodeada de cofres, recuerdos e incluso pequeñas lápidas instaladas como un improvisado cementerio submarino.
El capitán de Puerto de Valparaíso, comandante Rodrigo Vattuone, relata que la escultura de cuatro metros de alto y cinco toneladas se instaló en la bahía con fines cristianos, para que "protegiera" a la comuna y generara un atractivo turístico en el sector.
"La gente le ha tomado cariño. Los pescadores y las personas se encomiendan cuando pasan por allí. Saber que la gente ha elegido ese lugar como descanso de sus seres queridos me parece un gesto bonito", sostiene.
El Cristo sumergido, como depositario de ánforas, ha tomado fuerza en los dos últimos años. Reyes relata que ha transportado al menos 15 familias al sitio. "Se hace una pequeña romería. Cuando se llega, las personas hacen las últimas oraciones, arrojan flores y algún recuerdo".
El buzo de la empresa Silencio Azul, Sergio Bustamante, dice que quienes se sumergen respetan los cofres y recuerdos y los mantienen en su sitio. "Uno trata de cuidarlo. Al principio, por ejemplo, como no había nada uno bajaba y depositaba especies no migratorias, para ir forestando el suelo marino. Ahora el Cristo tiene vida alrededor: algas, pelillo y estos recuerdos depositados, que son parte de él".
El impulsor del Cristo sumergido, Raúl Veas, ha acompañado a personas a sumergirse para dejar junto a la escultura sus ánforas. "Deben ser unos 70 cofres y recuerdos que han sido dejados", afirma.
Una de las últimas ceremonias se realizó tras la muerte de un antiguo buzo. "Quería que sus cenizas fueran arrojadas y lo hicimos, sobre el Cristo, pero también dejamos caer una ánfora para que permanezca allí" dijo un amigo.
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