Cumbre del G8 parte en Camp David marcada por su propio desgaste y por la crisis europea
<P>El grupo, que en otro tiempo era sinónimo de poder e influencia, ahora se ve superado por el G20.</P>
Los líderes del G8, siete de la mayores economías del mundo más Rusia, se reúnen este fin de semana en las afueras de Washington con el fin de evitar que quede completamente descontrolada la crisis de la deuda soberana europea, poniendo en peligro las muestras de recuperación en Estados Unidos y otros lugares. Así, la situación de Grecia ha minado la confianza en las 17 naciones de la eurozona. El interés que tienen que pagar por su deuda soberana ha subido de forma alarmante en los países más endeudados, el desempleo se ha disparado -llegando en España a casi el 25%- y la recesión ha regresado a casi la mitad de las naciones que usan la moneda común.
Se trata de una cumbre que, con tono pesimista y gris, busca atender los problemas de un grupo que en otro tiempo era sinónimo de poder e influencia, pero que ahora muestra achaques y que ve su primacía superada por algunas nuevas potencias como China y Brasil, que ya se colaron entre las siete mayores economías del mundo. De hecho, en medio de estos problemas, los representantes de las naciones que integran en el G8 -Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Japón, Rusia, Italia y Canadá- se dirigieron al retiro presidencial campestre de Camp David, entre profundos desacuerdos sobre cómo apuntalar la economía europea y evitar el contagio de la crisis.
El G7 se formó en 1977, cuando los siete países que lo componían eran las siete mayores economías del mundo. Al menos del mundo capitalista. Eran los tiempos de la Guerra Fría, y en ese escenario, el exclusivo grupo aportaba el 61% de la economía mundial. Años después del fin de la Unión Soviética, en 1997, se invitó a participar a Rusia, como una categoría especial, más por su peso geopolítico que por su importancia económica, conformándose el G7+1 o G8. Sin embargo, tras el estallido de la crisis económica, que afectó especialmente a Europa y Estados Unidos, el G8 pareció perder fuelle y fue el G20 el que ha ido ganando influencia. Eso, porque entre los países que lo integran, aparte de los del G8, están China, Brasil e India, que han logrado escalar posiciones en los últimos años, aprovechando el viento a su favor. Una señal inequívoca de la pérdida de peso del G8 es el hecho de que el Presidente de Rusia, Vladimir Putin haya decidió ausentarse en Camp David, pero prometer su presencia en la cita del G20 en México, en junio. En todo caso, el G7, aunque en crisis y con problemas económicos, sigue aportando más del 50% del PIB mundial. En las conversaciones que llevan adelante en Camp David, los líderes no europeos pedirían garantías de que los países del Viejo Continente puedan contener una corrida bancaria en Grecia. Temen que el pánico se propague a Portugal, España y a otras naciones europeas.
En la cita estaban en agenda las conversaciones sobre el programa nuclear iraní, y la revuelta en Siria que casi tiene convertida en letra muerta el plan de paz de Kofi Annan. Además, Obama anunció que lanzará una iniciativa para combatir el hambre en el mundo.
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