Dan Brown conquista a la crítica y a masones con The Lost Symbol

<P>A seis años de <I>El código Da Vinci, </I>ayer se lanzó la nueva novela de Brown. Son 12 horas de frenética carrera por Washington en que el protagonista, Robert Langdon, busca un secreto de la masonería ligado al origen de EEUU. Todos están felices: el libro se dirige a romper récords, los masones lo ven como una oportunidad y hasta la crítica lo apoya.</P>




Robert Langdon llega corriendo hasta el hall central del Capitolio del Congreso de EEUU. Viene atrasado para dictar una charla sobre simbología y arquitectura. Pero con sólo poner un pie en el edificio, se da cuenta que ha sido engañado: adentro no hay nadie, salvo una mano recién cercenada y tatuada con una serie de símbolos de la masonería que apunta hacia la estatua de George Washington. Es la señal: comienza una nueva novela de Dan Brown.

The lost symbol se lanzó ayer en el mercado anglosajón, provocando una sonrisa general. Mientras la crítica garantiza diversión, la librería Barnes & Noble informó que ya es el libro de adultos que más ha vendido en su primer día (aunque no se dio una cifra). Según Amazon.com, sólo por la preventa es el sexto más vendido del año. Los masones, supuestos blancos de distorsiones, vieron la novela como una oportunidad para "abrirse al mundo" y "atraer personas".

Brown, a su vez, respiró aliviado. "Sentí la presión al escribir este libro, pero creo que pude manejarla", dijo el autor en el matinal de NBC, aludiendo a los 6,5 millones de ejemplares de la primera tirada de The lost symbol. "Uno de los grandes lujos de haber escrito El código Da Vinci es que me dio acceso a cosas que jamás habría conocido y que me sirvieron para esta investigación", agregó.

Misterios y telepatía

Levantado desde las cuatro de la madrugada, Brown no se molestaba en sacarse el pijama para escribir. Según la BBC, seguía la "exitosa fórmula que creó y se ajustaba a ella". Puede ser: en El código da Vinci, el hallazgo del cadáver del profesor Jacques Saunière en el Museo Louvre, en una intrigante posición, motivaba una frenética carrera de Langdon por París, intentando solucionar un enigma que podía cambiar el curso de la humanidad. Lo acompañaba Sophie Neveu, nieta del muerto.

En The lost symbol sólo cambia el escenario. La misteriosa mano que Langdon encuentra en el Capitolio es la de Peter Solomon, un millonario que fue su mentor y que es experto en noética (estudio del pensamiento). Al lugar también llega Katherine Solomon, hermana del cercenado. Salen juntos en busca del profesor, que ha sido secuestrado. Deberán descifrar varios enigmas sobre la historia de Washington, diseminados en clásicos edificios de la ciudad. Van por algo mayor: una supuesta pirámide masona que esconde el secreto para abrir los poderes de la mente. ¿Qué? Otro supuesto: un fórmula masónica que involucra la telepatía. Y también a George Washington.

Mientras Langdon y Katherine siguen las pistas, Brown aprovecha de hacer algo de historia para darle verosimilitud a la trama. Y todo sirve: el antiguo Egipto, la alquimia, el origen de la masonería e incluso la trastienda de los organismos de seguridad de EEUU. Las primeras críticas destacan este punto y también el ritmo de la historia: "Es cierto que suele convertir a sus personajes en docentes. Sin embargo, también es capaz de entregar enormes cantidades de información en una acelerada narración", alabó The Washington Post.

Según Entertainment Weekly, Brown logra que Langdon "siga siendo un héroe estupendo, un intelectual capaz de correr y ser cool en las crisis". Para The Times, "el libro no echará abajo al gobierno de EEUU con sus azucaradas infidencias sobre la influencia masónica, pero distraerá a muchos de problemas más serios". Ya lo dijo ayer Greg Levenston, el gran maestro de la masonería australiana: "Brown es un novelista increíble".

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