Daniel Kish: el ciego que ve a través de los sonidos
<P>Es no vidente casi de nacimiento, pero se desplaza libremente en bicicleta gracias a un talento usado también por los murciélagos. Kish genera ecos con el chasquido de su lengua y que le permiten distinguir entre un árbol o una muralla. Hoy, los científicos analizan su cerebro.</P>
ASUS 44 AÑOS, Daniel Kish disfruta de su vida a plenitud. Se monta en su bicicleta casi a diario, para viajar por las atestadas calles de California, y cada vez que puede se lanza colina abajo, mientras practica mountain-bike. También le gusta pasar semanas solo, en una cabaña ubicada a 32 kilómetros del camino más cercano. Además, viaja por el mundo dictando cursos sobre su especialidad, es un experto nadador y un diestro bailarín.
Se podría decir que la rutina de Kish encaja en la de miles de personas de su edad en todo el mundo, si no fuera por un detalle: es ciego casi de nacimiento y no tiene ningún recuerdo visual. Este hombre nació con un agresivo tipo de cáncer, llamado retinoblastoma, el cual ataca las retinas y que obligó a los doctores a remover sus dos ojos cuando tenía apenas 13 meses de edad.
Desde su infancia, Kish -quien hoy usa prótesis que imitan la apariencia de los ojos- se ha adaptado a su ceguera, desarrollando de forma totalmente autodidacta una habilidad que no sólo sorprende a quienes lo ven desplazándose libremente por un parque o una calle, sino que también a los científicos que intentan descifrar la forma en que el cerebro se reprograma a sí mismo ante la adversidad.
El secreto de este hombre radica en un talento llamado ecolocación y que también está presente en los delfines y, especialmente, los murciélagos: la capacidad de "ver" lo que los rodea mediante la emisión de ondas de sonidos, que rebotan en los objetos y les ayudan a determinar si lo que tienen delante es un árbol, una gran roca o un ser vivo. En el caso de Kish, el sonido proviene del chasquido de su lengua, el cual produce un eco que viaja a 300 metros por segundo y rebota en puertas, autos o ventanas, y luego vuelve con la misma velocidad, pero con un volumen mucho menor.
Aún así, los oídos y cerebro de Kish registran la onda con una precisión impresionante. Por ejemplo, el eco de una rama de árbol genera un sonido de rebote más débil, mientras que objetos más densos, como un auto, producen una señal más intensa, datos que este hombre usa para desplazarse de forma calmada y segura. Cuando está al aire libre emite un chasquido con mayor volumen y, si no hay mucho ruido de fondo, puede escuchar la presencia de un edificio a 304 metros de distancia, un árbol a nueve metros y una persona que está parada a 1,8 metro.
Si se trata de ecolocación más cercana, Kish puede detectar un poste o diferenciar entre un auto y una camioneta. Los ciegos suelen crear sonidos con sus pies o dedos para tener una referencia de lo que los rodea, pero el nivel de sofisticación de este estadounidense es inusual. Según cuenta a La Tercera, su talento surgió de forma espontánea cuando tenía dos años, edad en la que usó su talento para escabullirse de su dormitorio en medio de la noche y trepar por la valla que separaba su casa de la del vecino.
"Recuerdo escuchar todo lo que ocurría al otro lado y preguntarme qué era. Antes de darme cuenta estaba casi al otro lado de la cuadra cuando unos vecinos me vieron y la policía me llevó a mi casa, ante la mirada atónita de mis padres. En un comienzo, el chasquido no era consciente, pero sí lo asumí de forma mucho más metódica cuando recibí mi primera bicicleta, a los siete años", indica. Hoy, con años de práctica, es capaz de superar pruebas como la que le planteó la cadena Discovery, y que consistía en hallar una pelota en medio de un parque, mientras una productora vendada intentaba lo mismo: Kish se tardó tres minutos, mientras que la mujer se rindió luego de tratar por 20 minutos.
Un cerebro especial
El particular talento de Kish llamó la atención de científicos de la U. de Western, Ontario (Canadá), quienes analizaron mediante imágenes de escáner la forma en que opera su cerebro y el de otro ciego al que este hombre ha traspasado sus conocimientos. Los expertos colocaron micrófonos dentro de los oídos de ambos y grabaron los sonidos que recibían al chasquear con su lengua; luego, los ecos fueron reproducidos mientras Kish y el otro ciego describían la imagen que les generaban en sus cabezas.
Según los autores, los resultados fueron sorprendentes: al escuchar un sonido se activaba una zona llamada corteza calcarina, encargada de analizar las señales visuales, en lugar de la corteza auditiva que procesa los sonidos. Al comparar estos resultados con los de dos varones videntes, estos últimos no mostraron esta peculiar reacción al escuchar los ecos. "Nuestros resultados sugieren que la práctica de la ecolocación puede generar ciertos cambios en el cerebro. De hecho, esto refuerza la idea de que este órgano no es estático ni fijo, sino que flexible y adaptativo", señaló a La Tercera Lore Thaler, sicóloga y autora del reporte.
Kish podría moverse libremente sin la ayuda de un bastón -de hecho, en su juventud no lo usó para evitar la discriminación-, pero emplea uno para detectar pequeños agujeros o desniveles en el terreno. Aún así, no lo necesita para practicar mountainbike junto a otros ciegos a los que ha enseñado la ecolocación: todos usan pequeñas bandas plásticas en los rayos de las bicicletas, que generan un sonido constante y les ayudan a saber dónde está cada uno. Para saber hacia dónde gira un sendero o dónde están los árboles, usan sus chasquidos.
"Precisamente, una de las tareas más difíciles de realizar es recorrer calles o senderos en bicicleta", recalca a La Tercera Kish, quien asegura que su talento opera como una linterna que en la oscuridad ilumina ciertos puntos. Hoy, tiene una maestría en sicología del desarrollo y otra en educación especial y dirige la fundación World Access for the Blind, a través de la cual dicta clases de ecolocación, que ya han beneficiado a 500 alumnos en 14 países, incluyendo Escocia, México y Sudáfrica.
Gordon Dutton, oftalmólogo de U. Glasgow Caledonian (Inglaterra) y experto en impedimentos visuales, dijo al diario Independent que la ecolocación es una alternativa real para los ciegos, aunque recalca que requiere de mucho esfuerzo: "Dominar esta habilidad demanda años de trabajo, algo así como unas 10.000 horas de práctica para llegar al nivel de Daniel. Tienes que reprogramar totalmente la forma en que opera tu cerebro". La perseverancia de Kish también lo llevó a convertirse en el primer ciego de EE.UU. en ser certificado como especialista en orientación y movilidad, es decir, un asesor que ayuda a otros no videntes a aprender a moverse con mayor facilidad.
"Si queremos músculos fuertes debemos ejercitarlos. Nadie puede hacerlo por nosotros. La habilidad de movernos con libertad y dirección determinada es manejada por áreas específicas del cerebro, conocidas como sistema perceptivo. Si un ciego es guiado, protegido y resguardado en todo lo que hace, la parte de su cerebro que maneja su movimiento simplemente se atrofia", afirma Kish a La Tercera.
Sus ambiciones no cesan y junto a Leslie Kay, un neozelandés que operó un sonar de submarino en la II Guerra Mundial, ya creó K-Sonar, un equipo similar a una linterna que se adosa a un bastón de ciego y emite pulsos ultrasónicos, que luego son transmitidos a un par de audífonos.
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