David Mamet, o la prédica del converso
<P>Mientras en Santiago se exhibe una de sus obras más célebres, el dramaturgo estadounidense es objeto de controversia en EE.UU.</P>
Pasó a principios de junio en Washington, en una conferencia donde se discutía el futuro del Tea Party, el heterogéneo movimiento de derecha que ha cobrado gran fuerza en la administración de Barack Obama. Uno de los conferencistas fue Mark Meckler, director de los Tea Party Patriots, ala del señalado movimiento que propone "responsabilidad fiscal, gobierno limitado y mercados libres".
Meckler destacó en la ocasión el hecho de que su movimiento estaba prestando mayor atención a la música popular, a la educación, al cine y a otros ítems culturales, al punto de considerar a la cinta equina Secretariat como una "película del Tea Party". Y les contó a los presentes que en el vuelo a Washington se había ido leyendo The secret knowledge. On the dismantling of the American culture (El conocimiento secreto. Acerca del desmantelamiento de la cultura estadounidense), el último libro del dramaturgo, guionista y cineasta David Mamet.
Este último era un personaje al que Meckler llamaría normalmente un izquierdista rematado, miembro por décadas de la élite cultural hollywoodense. Pero que tuvo una conversión política digna de celebración. "David Mamet ha emergido públicamente como un conservador... Este es un cambio cultural sin precedentes en este país", afirmó el tea partier.
El impacto de este giro mametiano puede no haber sido el que Meckler sugiere, pero de cualquier modo llama la atención, incluso si en 2008 Mamet había escrito un artículo titulado "Por qué ya no soy un izquierdista rematado". Después de todo, no era evidente que el conocido y reconocido autor de Juegos de emociones, Homicidio y Glengarry Glen Ross -que por estos días se presenta en el Mori Bellavista- apareciera publicando un libro que le presta ropa a la ex aspirante a vicepresidenta Sarah Palin y que rinde tributo a emblemas neoliberales como Milton Friedman y Friedrich Hayek, al tiempo que denuncia a Karl Marx: "No trabajó un día en su vida".
Nuevo credo
El nuevo libro de Mamet se estructura a partir de 39 capítulos más bien breves (entre ellos, "Alcatraz", "¿Qué es la diversidad?", "Codicia"), el último de los cuales da su título al volumen, explayándose en el carácter cristiano de EE.UU. y en cómo el germen de un exitoso crisol de razas se halla en los preceptos de la Biblia. Lo suyo, en cualquier caso, pasa más por la vehemencia de las afirmaciones que por el espacio dedicado a defender el mérito de los argumentos.
"Mis primeras obras", señala en el capítulo inicial, "tenían que ver con el capitalismo y los negocios (...). Nunca cuestioné mi premisa tribal de que el capitalismo era malo, pese a que, simultáneamente, nunca actué conforme a ese sentir". El libre mercado era, finalmente, la vía por la cual circulaba. Y agrega: "De joven disfruté -en realidad, reverencié, como la mayoría de mis contemporáneos- las obras de agitprop de Brecht y sus denuncias del capitalismo. Más tarde caí en la cuenta de que sus obras estaban sujetas a derechos de autor y que él, igual que yo, se mantenía gracias al mismo libre mercado. Sus protestas no estaban refrendadas por sus acciones ni podían estarlo. ¿Por qué, entonces, profesaba el comunismo? Pues porque vendía".
A lo anterior sigue un persistente bombardeo contra todo colectivismo y contra figuras icónicas de la izquierda gringa (de Jane Fonda a Noam Chomsky), así como la defensa de la libertad individual. También afirmaciones del tipo, "las emisiones de carbono no afectan de modo alguno la temperatura del planeta"; "ganamos en Vietnam", o "la erosión del matrimonio -atribuida a la educación sexual, la homosexualidad y el aborto- es una afrenta moral".
Su libro, donde agradece al actor Jon Voight por regalarle la autobiografía del político conservador Whittaker Chambers, también dedica un reconocimiento a populares comentaristas radiales de derecha (dice Mamet que su médico le sugirió dejar el alcohol y la lectura de los diarios, así que se volcó a la radio), por lo que le importa menos que nunca lo que se diga de él en cierta prensa. No ha sido mucho, en todo caso, el barullo entre sus antiguos "camaradas" del mundo artístico, donde el silencio ha parecido mejor política. Sin embargo, alguien que no vive en ese mundo, y que también migró de la izquierda en su minuto, es el escritor y periodista británico Christopher Hitchens, quien escribió una demoledora crítica del volumen para The New York Times.
"Este es un libro extraordinariamente irritante", principia la reseña de Hitchens, "escrito por una de esas personas que, habiendo perdido su fe, creen ipso facto haber encontrado su justificación". Y señala luego, no sin ironía, que para ser persuadido por este volumen, uno tiene que estar abierto a aceptar la afirmación de que "parte de la salvaje animadversión de la izquierda hacia Sarah Palin se puede atribuir no a su cualidad de mujer o de conservadora, sino de trabajadora". Quien es sordo a la ironía, remata el británico, es el propio Mamet, "incapaz de retratar adecuadamente lo que creen sus adverdsarios".
Por ahora, Mamet prepara una película sobre el acontecido productor musical Phil Spector. Sus confesiones y conversiones van, de minuto, por otro carril.








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