De la graduación al año sabático
<P>Ahora que los resultados de la PSU sirven para postular a la universidad en dos años, muchos recién graduados deben estar pensando en la conveniencia (y el permiso) para tomarse un año sabático. Acá les mostramos los pros y los contras de esa opción. </P>
En los años de la Prueba de Aptitud Académica, la idea de tomarse un año sabático una vez egresado de cuarto medio era bien poco popular. A los papás les daba la sensación de flojera o de querer farrear un poco, aunque su hijo de verdad no tuviera la más remota idea de qué carrera seguir. Si alguno tomaba un avión por tiempo indefinido, era considerado un privilegiado (por tener la plata y el permiso). Pero los tiempos han cambiado. Hoy existe una mayor apertura frente a esta posibilidad y es una opción cada vez más explorada. Y con mayor razón si desde el año pasado los resultados de la PSU sirven para postular a la universidad en un período de dos años. O sea, se puede esperar.
Una encuesta de Tendencias a 300 alumnos de cuarto medio cuando se dio a conocer esta medida -hace dos años- concluyó que casi el 30% de los estudiantes tenía en mente tomar un año sabático. "Si no estoy segura de qué quiero, prefiero esperar un año a estudiar porque sí", dijo una encuestada. "Les dije a mis papás que quería abrirme al mundo y que no sabía qué estudiar", comentó otra. "Me tomaría un descanso. Necesito relajarme después de la PSU", argumentó una tercera. Ideas, planes y argumentos sobran entre quienes se ven lejos de una sala de clases a sólo un par de meses de graduarse. Hoy, a la espera de los resultados de la PSU, muchos jóvenes pueden estar planeando si viajan, estudian o pasan el próximo año trabajando. Antes de decidirse, no es mala idea sacar lápiz y papel y anotar las ventajas y desventajas de un año sabático.
Los que están pensando en ganar un buen sueldo en el menor tiempo posible, deberían pensarlo dos veces antes de plantearse esta posibilidad. Un reciente informe del Instituto de Estudios Fiscales del Reino Unido (IFS, por sus siglas en inglés) da cuenta de un seguimiento realizado por varios años a estudiantes que optaron por un gap year. Los investigadores definieron que había dos tipos de estudiantes que se toman un tiempo. Un grupo que tenía buena situación económica decidió hacerlo luego de terminar el colegio, pero antes, matricularse en alguna universidad para asegurarse un cupo a su regreso. El segundo grupo era menos probable que haya planeado su año sabático -tal vez sus notas jugaron un papel clave en su "decisión"- y, con alto grado de certeza, ocupó ese año para trabajar. El estudio concluye que la recompensa de los años de estudio llega más tarde: quienes se tomaron un año sabático ganaban menos al cumplir los 30 años que quienes pasaron inmediatamente a la universidad, porque los primeros dispusieron de menos años después de graduarse para generar los retornos a su inversión. Y esto, aunque en menor medida, se mantenía un par de años después.
En la otra vereda, el libro La ventaja del año sabático: ayudando a su hijo a beneficiarse del tiempo libre antes o después de entrar a la universidad (2005), de Rae Nelson y Karl Haigler, aporta a la discusión luego de encuestar a 300 alumnos que pasaron por un año libre. Las dos principales razones para hacerlo fueron "estar desgastados" y "conocerse más a sí mismos". Resultados: al 60% de los jóvenes que se tomaron un año libre antes de entrar a la universidad les ayudó a decidir mejor su opción de carrera. Luego de su experiencia, el 66% se tomó "más en serio" la universidad. Y, para tranquilidad de los papás, el 90% de los que tomaron el año libre entró a la universidad inmediatamente luego de ese período. "No sólo les dio más tiempo para pensar en su elección, sino que tuvieron experiencias que les ayudaron a explorar áreas de interés o conocer cosas que les permitieron decidir que eso era algo que no querían desarrollar como carrera profesional", cuenta Karl Haigler a Tendencias. Como ejemplo pone a una joven que vino a Chile, trabajó en un hogar de menores y volvió a EE.UU. decidida a estudiar trabajo social.
Como un espaldarazo al año sabático, una tendencia que surgió alrededor de los años 60 en los países anglosajones, reputadas universidades del mundo la aconsejan. Por más de 30 años, Harvard se lo ha recomendado a sus alumnos. La Universidad de Princeton tiene un programa llamado The Bridge Year, donde un grupo de alumnos puede retrasar el inicio de su primer año con el fin de participar durante nueve meses en actividades de servicio en cuatro destinos internacionales. Y en EE.UU. y el Reino Unido existen una serie de organizaciones especializadas que ofrecen programas de actividades. "Esto bajo la premisa de que los estudiantes tienen un plan, metas y una estructura. Puede ser que hagan una cosa o muchas, pero en la solicitud de aplazamiento los estudiantes deben demostrar que tienen un plan", explica Karl Haigler.
Es que, según los expertos, los que tienen en mente un año para hacer nada y mirar el techo, lo más probable es que pierdan el ritmo y les cueste retomar el camino de los estudios. Es más: en el estudio británico, muchos de los que no hicieron nada durante su año sabático cayeron en el consumo excesivo de alcohol y drogas. La clave en el éxito de un año sabático, entonces, está en la estructura: no puede ser sólo tiempo libre. El profesor de la City University London, Andrew Jones, desarrolló un estudio donde concluye que los años sabáticos bien planificados facilitan el paso a la educación superior o a un futuro trabajo, porque amplía la gama de habilidades. Además, los estudiantes entienden mejor de qué se trata la vida adulta (según el libro de Nelson y Haigler, los que tomaron un año sabático eran menos propensos a aceptar una tarjeta de crédito) y facilita la integración de los jóvenes en la sociedad como ciudadanos funcionales.
Pero los beneficios también dependen de las actividades. Kathy Cheng, directora de admisión de USA Gap Year Fairs!, dice a Tendencias que las actividades más recomendadas son pasantías, voluntariado, inmersión cultural (viajes), actividades de conservación del medio ambiente o historia del arte. Según la encuesta de Tendencias, al 58% de los jóvenes chilenos le gustaría viajar, el 21% trabajaría para juntar plata, el 6% haría un curso de inglés y el 5% simplemente descansaría. "Los empleadores valoran que un egresado haya trabajado cuando era estudiante, que tenga pasatiempos, que haya viajado o trabajado en el extranjero. Estas actividades develan que existe una persona inquieta, que puede manejar varias ocupaciones a la vez de forma exitosa", concluye María Angélica Zulic, gerenta de Laborum.com.
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