De Mankell a Stieg Larsson: los autores claves del boom del policial nórdico
<P>Tras el éxito de <I>Millennium</I>, hay una variada y sólida escena policial escandinava. Revela el lado oscuro y disfuncional de países millonarios. </P>
Empezaban los 60 y Suecia vivía en el esplendor socialdemócrata. Era un modelo para el mundo. Maj Sjöwal y Per Wahlöö no pensaban lo mismo: veían que su país se llenaba de grietas. Eran dos periodistas de izquierda con ganas de hacer algo. En un paseo en barco de Estocolmo a Gotemburgo, supieron qué hacer: matar a una rubia estadounidense. En su primera novela, Roseanna (1965), Sjöwal y Wahlöö ponen al detective Beck a investigar la muerte de una joven americana y lo pasean por las zonas más hipócritas y conservadoras de la sociedad sueca.
"Queríamos escribir novelas duras y críticas, pero que también atraparan al lector. Vivimos el gran impulso del Estado de bienestar en los 50, pero ya en los 60 se empezó a resquebrajar, y eso es lo que quisimos contar en nuestras novelas", recordaría Sjöwal hace poco, cuando ya la saga del detective Beck era toda una leyenda. Más: el antecedente primario del actual boom de la novela negra nórdica.
Aunque Henning Mankell hace rato que conquistó al mundo, fue el estallido de Stieg Larsson el que puso los focos sobre la larga y contundente tradición policial en las naciones escandinavas. Los une más que el frío y los puzzles policiales: del islandés Arnaldur Indridason a la sueca Anne Holt, pasando por el noruego Jo Nesbo y el danés Peter Høeg, todos muestran el reverso oscuro y miserable de sus ricas y eficientes sociedades. Cada uno a su modo, dan pistas para entender la masacre de Oslo a manos de Anders Behring Breivik.
De la calle a la nieve
Pasado de kilos, fanático de la ópera y melancólico, el inspector Kurt Wallander se enfrenta al racismo, a sectas religiosas, mafias en el seno del poder político y los ecos fascistas de la II Guerra Mundial en Suecia. La creación de Mankell, llevada al cine y a la televisión, es un vehículo para su ideario: "Soy un escritor político. Utilizo el crimen para contar otras cosas", dijo al lanzar Asesinos sin rostro (1991), sobre un crimen xenófobo.
En Wallander hay resonancias del subinspector Martin Beck, de Sjöwal y Wahlöö, un hombre común con un matrimonio en crisis que puede seguir la huella del espionaje en la Guerra Fría (El hombre que se esfumó) o, en Muerte a un policía, ver la abulia en la sociedad sueca a través de un crimen más.
Harry Hole también es un lobo solitario. Policía de Oslo, alcohólico y fumador empedernido, ha protagonizado ochos novelas del noruego Jo Nesbo. En Petirrojo, una de las más sorprendentes -y disponible en Chile-, Hole investiga una red de tráfico de armas, relacionada con viejos nazis y la nueva avanzada de ultraderecha.
Más espectacular que Nesbo, Anne Holt, ex ministra de Justicia noruega, apuesta fuerte: en la novela Una mañana de mayo, el presidente de EEUU es secuestrado en Oslo. Otra mujer clave en la escena es Camilla Lack-berg, bestseller en Europa con sus historias de crímenes ambientados en Fjällbacka. Tan masivo como ella, Jens Lapidus representa el lado glamoroso del policial sueco: en Dinero fácil se interna en los bajos fondos de Estocolmo, el tráfico de drogas y las mafias serbias.
De vuelta al frío, Assa Larsson ha ambientado sus dos novelas (Sangre derramada y Aurora boreal) en pequeños pueblos suecos nevados. La abogada Rebecka Martinsson y Ana-Maria Mella investigan muertes ligadas a sectas religiosas, que descubren raíces extremas del conservadurismo sueco. Más helado aún es el paisaje de Las marismas, la alabada primera novela del islandés Arnaldur Indridason. Investigando el asesinato de un camionero, el detective Erlendur Sveinsson se enfrenta a su soledad. El hielo viene en La señorita Smila y su especial percepción de la nieve, en donde Peter Høeg explora a través de un crimen las tensiones entre Groenlandia y Dinamarca.
Hay más. K.O Dahll, Ida Jessen, Johan Theorin, Sara Blaedel, Helene Tursten, Anders Roslund, Hakan Nesser y una avalancha de autores que dialoga con Stieg Larsson. En Millennium el fallecido reportero tomó elementos del policial político de Mankell y de las ambiciones sociológicas de Maj Sjöwal y Per Wahlöö y agregó rabia, actualidad y violencia con el fascinante personaje de Lisbeth Salander.
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