Debatamos menos




Como espectáculo, el debate presidencial del miércoles pasado no fue gran cosa, principalmente porque debate no hubo. Ni siquiera del candidato que más hubiera podido "desordenar" el evento con sus díscolas salidas se obtuvieron más que breves chispazos de locuacidad. En suma, en términos televisivos, un show para el bostezo. Tanto así, que uno se preguntaría si tiene sentido -para el público y los candidatos- repetir el ejercicio.

Pues resulta que sí, considerando que los mismos cuatro postulantes a La Moneda se vieron las caras nuevamente el viernes, en un debate organizado por ComunidadMujer, donde se dispararon más dardos entre ellos que dos días antes, como si de a poco le estuvieran perdiendo el miedo a esto de enfrentar cara a cara a sus competidores por el sillón presidencial. El díscolo sacó una foto para emplazar al oficialista (más recursos escenográficos y de utilería, eso es bueno); el de izquierda le cobró cuentas añosas al de derecha (más intercambios de dimes y diretes, vamos mejorando).

Y vienen más debates, como el organizado por la Asociación de Radiodifusores de Chile y otros que están en los planes de distintas universidades y centros de estudio. O sea, que si hasta ahora nos quejábamos de la escasez de estos foros, pronto podríamos estar reclamando por lo contrario: "¡Dejen de debatir, señores, y salgan a hacer puerta a puerta, como corresponde!". Paradojas de la democracia. Es que no por mucho debatir amanece más temprano, podríamos decir. (MOJ)

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