Depeche Mode desplegó su "fiesta dark" ante 40 mil personas

<P>Anoche en el Club Hípico el grupo británico revivió la comunión con sus fans tal como hace 15 años atrás en su primera visita al país. En casi dos horas de show interpretaron hits como <I>Enjoy the silence</I> y <I>Personal Jesus</I>. </P>




Por la tarde lluvia, luego sol y más tarde, granizos, en gran parte de Santiago. Menos en el Club Hípico. Calentamiento global, caprichos de octubre o quizás algún presagio. Porque anoche ni el terrible frío arruinó la "noche negra" de Depeche Mode en el recinto de Blanco Encalada ante 40 mil personas. El lugar parecía de funeral o de fiesta Blondie: treintañeros o más vestidos de impecable negro de pies a cabeza, como en aquellos tiempos de los ochenta en que David Gahan y compañía causaban furor.

Hace 15 años -un 10 de abril de 1994- la banda había venido al Velódromo del Estadio Nacional con un disco tremendo (Songs of faith and devotion), una contingencia terrible (la muerte de Kurt Cobain dos días antes) y con un vocalista con menos tatuajes y menos rehabilitación por adicciones en el cuerpo. Anoche, en cambio, el ánimo era festivo, el sonido impecable y las tres pantallas gigantes dispuestas pasaron imágenes con notables efectos.

El arranque fue con tres canciones del último disco, Sounds of the universe (el primero, In chains), pero no fue sino hasta los primeros acordes de Walking in my shoes, que el público realmente se entusiasmó, especialmente tras el saludo a "Santiago", esta vez dicho correctamente por Gahan -que hace dos días tuvo el bochorno de confundir Perú con Chile-, aunque el frontman, quizás uno de los mejores de las últimas tres décadas es poco dado a la labia fácil y la frase hecha. De hecho, ayer apenas se desmarcó de las canciones y ni la infaltable bandera chilena que le llegó a sus pies lo hizo caer en el lugar común.

Tras 90 minutos exactos de show, la banda se retiró, y tras ello vinieron dos potentes bis: uno con Martin Gore cantando en solitario Somebody, y otro de pulso rockero con Personal Jesus. Y aunque la comunión a esas alturas era total, el público parecía menos explosivo que hace 15 años, y la banda también, que aquella primera vez en Santiago, pero qué va: ni Gahan ni su público ya están para los saltitos de más ni los gritos ensordecedores. Lo de anoche fue madurez arriba y abajo del escenario.

Tras el show la banda debía partir en su jet privado rumbo a Buenos Aires, próxima escala de su gira latinoamericana. Acá fue poco lo que se les vio. La banda optó por descansar en el hotel. Particularmente calmo estaba Dave Gahan, quien fue descrito por los que tuvieron acceso al grupo como "el más callado y tranquilo de los tres". Sólo Martin Gore se aventuró a salir de compras, en el exclusivo sector de Alonso de Córdova, donde se paseó por las tiendas de ropa para hombre. Aunque el músico finalmente no compró nada, porque, según contaron, encontró la ropa "fome".

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