Depreciación instantánea: una solución inconveniente

Lejos de ser novedosa, esta medida es un artefacto tributario anticuado, resabio de una época en que el progreso se asociaba a inversión en ladrillos y cemento.




LA PROPUESTA de la candidatura presidencial de oposición postula dentro de su programa económico una reforma para que todas las utilidades devengadas en las  empresas -y no sólo las utilidades retiradas- sean consideradas ingreso para efectos del pago del Impuesto Global Complementario que se aplica a las personas naturales, junto a una rebaja en la tasa marginal de ese impuesto, hasta el 35%. Esto determinaría que la mayor parte de las utilidades empresariales que se reinvierten tributasen con 35% en vez del 20% actual, lo que amenaza tener importantes efectos negativos sobre el nivel de inversión que se efectúa en el país.

Los impulsores de la reforma tributaria, sin embargo, confían en que ésta no castigaría la inversión, porque, en su opinión, el punto de partida de los impuestos en Chile sería bajo y, además, porque se está introduciendo un sistema  que califican como “moderno”, basado en la depreciación instantánea de la inversión en capital fijo. Es muy difícil sostener que Chile tenga bajos impuestos, en la medida en que los países con que el nuestro compite atrayendo inversión prodigan generosas exenciones tributarias, que explican que recauden menos tributos  que Chile por concepto de impuestos a las utilidades de las empresas. Cuando Irlanda quiso mejorar su competitividad en la captación de inversiones, en lo que fue extraordinariamente exitoso, adoptó una tasa de impuestos a las empresas de 10%.

En cuanto a la depreciación instantánea, refleja la intención explicable  de suavizar la reforma, pues la visión económica predominante es que la mayor recaudación que pueden generar los impuestos a las utilidades -cuando el capital es altamente móvil como en Chile- será financiada, en último término, por los trabajadores, a través de menores salarios, que son la consecuencia de una menor inversión. No obstante, como paliativo, la depreciación instantánea de la inversión en capital fijo sería insuficiente e incluso contraproducente.

Técnicamente, la depreciación instantánea de la inversión en capital fijo es capaz de neutralizar el efecto de los impuestos en ciertos  proyectos que tienen un retorno normal sobre ese tipo de inversión. En los tiempos actuales, cuando el crecimiento parece estrechamente vinculado a los aumentos de productividad, que a su vez derivan de aplicación de desarrollos tecnológicos u organizacionales, el motor del crecimiento parecen ser proyectos exitosos y, por ende, con alta rentabilidad, menos intensivos en capital fijo. Así, la depreciación instantánea resulta ser un artefacto tributario anticuado, resabio de una época en que el progreso se asociaba a inversión en ladrillos y cemento, pero que en la actualidad no serviría al propósito de mantener nuestra economía tributariamente atractiva para el emprendedor moderno.

No hay episodios de crecimiento sostenido en el mundo, a tasas en exceso de 2% a 3%, que no deriven de aumentos de productividad. Ese 2% a 3% parece ser el límite -muy distante de las expectativas de los chilenos- que se impondría al crecimiento si aumentan los impuestos a las utilidades con depreciación instantánea de la inversión en capital fijo, salvo que, como China y otros pocos casos excepcionales, fuera posible crecer, sin aumentos de productividad, ahorrando más para invertir el doble que hoy en capital fijo.

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