Descoordinación en planificación urbana

<font face="tahoma, arial, helvetica, sans-serif"><span style="font-size: 12px;">La construcción del Costanera Center ha dejado en evidencia fallas de gestión &nbsp;y coordinación de los organismos estatales, situación que debe ser corregida.</span></font>




CON LA inminente apertura del mall, tras una serie de postergaciones, está pronto a inaugurarse la primera etapa del proyecto comercial y urbanístico de mayor envergadura que se haya desarrollado en el país: el Costanera Center. Con una torre de 64 pisos, 300 metros de altura -la más alta de Latinoamérica-, un centro comercial y 5.600 estacionamientos, esta construcción ha despertado una serie de cuestionamientos desde que se iniciaron las obras, hace seis años, principalmente por el impacto vial que se prevé provocará en el barrio capitalino conocido como “Sanhattan”, sector donde convergen las comunas de Vitacura, Las Condes y Providencia.

Desde un principio el proyecto fue considerado un verdadero hito, particularmente por la magnitud de su emplazamiento (la torre puede ser vista desde distintos puntos de la ciudad) y porque representaba el rostro visible del desarrollo que Chile venía experimentando en los últimos lustros, factores que llevaron a las autoridades de la época a apoyar su construcción. Esta fue paralizada en 2009 debido a la crisis económica, pero posteriormente fue relanzada. Sin embargo, con el avance de las obras se comenzaron a plantear una serie de aspectos que provocaron múltiples críticas desde distintos sectores, entre ellos urbanistas y organizaciones ciudadanas, que apuntaban, principalmente, a la manera como se habían otorgado los permisos, la falta de previsión de las autoridades para calcular los efectos de su instalación y las insuficientes medidas de mitigación contempladas para morigerar las externalidades negativas del proyecto. Esta falta de planificación se confirma, toda vez que en 2007 un equipo integrado por el ministro de Obras Públicas de la época, junto a urbanistas, elaboró un informe que daba cuenta de los trabajos y plazos que debían ser ejecutados en la zona para evitar que los flujos vehiculares colapsaran con los megaproyectos que estaban en carpeta. Recomendaciones que, a la luz de los problemas que se pronostican para los próximos meses, no fueron recogidas oportunamente.

Una muestra de ello es la falta de decisión de las autoridades para impulsar las obras esenciales que se requieren para evitar un escenario crítico, más allá de las que se le han exigido y ha ejecutado la empresa a cargo del Costanera Center. Recién hace algunas semanas el gobierno entregó un plan de inversión por US$ 500 millones para enfrentar la congestión en el sector centro-oriente -que incluye la intervención de la rotonda Pérez Zujovic  y la concreción de la Costanera Sur-,  las que, sin embargo, no estarán terminadas antes del 2017.

Sería injusto señalar que la falta de planificación urbana en este sector se limita a los efectos que provocará Costanera Center, pues el barrio “Sanhattan” muestra desde hace más de una década un explosivo crecimiento que no ha encontrado una respuesta satisfactoria de parte de las autoridades, lo que se ha traducido en una congestión que se verá agravada con la entrada en funciones de este  complejo. Así, ha quedado en evidencia la descoordinación de los organismos estatales responsables de la planificación urbana y de aprobar proyectos de esta envergadura, entre ellos el MOP, el Ministerio de Vivienda y los municipios. A pesar del consenso  sobre este diagnóstico, no se han presentado propuestas consistentes para corregir las deficiencias.

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