Descubren los beneficios educativos del aburrimiento

<P>Por años, se asociaba en el mundo adulto que estar aburrido es sinónimo de desgano e instasifacción . Pero nuevas investigaciones han concluido que esta condición no sólo es parte de la vida, sino que es crucial para el aprendizaje, especialmente en los niños de 0 a 13 años. </P>




"Estoy aburrido", la frase más temida por los padres en verano, dejó de ser sinónimo de una cita urgente al sicólogo o de que el adulto tenga que vestirse de payaso para entretener al niño. Durante muchas décadas, la sicología definió el aburrimiento como un estado de baja estimulación y de falta de un involucramiento mental, íntimamente asociado con la insatisfacción. Incluso, a mediados de los 80, se desarrolló un test para identificar el grado de aburrimiento de una persona y así prevenir problemas de depresión, ansiedad o abuso de drogas.

Pero hoy, las investigaciones comienzan a mirar con otros ojos el aburrimiento. En un paper que revisó todos los estudios que se han hecho sobre el tema, publicado en el Cambridge Journal of Education, las sicólogas Teresa Belton y Esther Priyadharshini concluyen que el aburrimiento debe ser reconocido como una condición central para el aprendizaje y la creatividad. "Necesita ser entendido como una compleja emoción y legitimada como parte significativa del proceso de aprendizaje. Eso sugiere cambios sustanciales a las actuales prácticas en las escuelas", afirman.

Entre los beneficios de estar aburrido se encuentran el desarrollo de la creatividad, de la autonomía, de la tolerancia a la frustración y de estrategias para enfrentar problemas, todos cruciales en el aprendizaje.

Un cerebro activo

Estudios han hallado que el cerebro, cuando está inactivo, sigue conectado y utiliza sólo 5% menos de energía que cuando está en tareas cotidianas. Incluso, ciertas áreas se activan: aumentan las transmisiones entre la corteza prefrontal y el cingulado posterior, encargado de conectar pensamientos no relacionados.

Es aquí donde aparece el link con la creatividad: el aburrimiento forzaría a las personas a buscar soluciones a los momentos tediosos. "Un niño que crece con la posibilidad de tener espacios de aburrimiento, tiene mayor capacidad de enfrentar los problemas, porque lo estás enfrentando a algo que tiene que resolver por sí mismo", dice Viviana Gómez, del Departamento de Psicopedagogía y Educación de la UC.

Un cambio que se traduce en una mejor tolerancia a la frustración. En el mismo sentido, aumenta la perseverancia, que también es crucial en el aprendizaje. Al estar obligado a seguir una rutina aburrida, se termina despertando el interés por ella.

Aumenta la autonomía

Los expertos llaman a entender que en la infancia ( 0 a 13 años) es normal que haya periodos de aburrimiento, ya que se trata de una etapa donde hay mucha incertidumbre y donde casi todo está mediado por el mundo adulto. Por ello, se debe evitar llenar a los niños de actividades. "El salir del aburrimiento supone una reflexión personal de las motivaciones intrínsecas, un mirarse a sí mismo para buscar una actividad con sentido", afirma la sicóloga de la UC, Isidora Mena.

Por eso, el aburrimiento genera más autonomía, siempre y cuando la salida sea buscada por los propios niños. "Los padres y profesores interrumpen el proceso de pensamiento y reflexión del menor y eso causa que, cuando el niño se da cuenta que está aburrido, buscará siempre la respuesta en el adulto", dice Sergio Ulloa, sicólogo de U. Andrés Bello. Una situación que, en opinión de los expertos, tendrá como resultado a un joven que no sabe qué quiere hacer con su vida tras salir de cuarto medio, por ejemplo.

En todo caso, la respuesta ante el aburrimiento debiera ser siempre con alguna tarea que implique un involucramiento activo del niño. Algo que no ocurre cuando se ve televisión o con el juego ante el computador.

El colegio también tiene responsabilidad en esta mirada errónea frente al ocio. "El sistema escolar chileno no confía en los tiempos libres ni de los niños ni de los maestros. El diseño de la hora pedagógica, una tras otra, llenándolas de contenidos, no deja tiempo para el ocio creativo", agrega la neurosiquiatra infantil Amanda Céspedes.

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