Descubridor del virus: "Cuando descubrimos el ébola dijimos qué demonios es esto"
<P> Cuando manipuló el virus por primera vez, ni siquiera se protegió. No sabía su letalidad.</P>
Hace cuatro décadas, Peter Piot fue parte del equipo que descubrió el virus ébola. Aquí describe cómo aisló la enfermedad y por qué el brote actual es diferente a otros.
Usted fue parte del equipo que descubrió el virus en 1976, ¿cómo pasó?
Todavía lo recuerdo: un día de septiembre, un piloto nos trajo un termo y una carta de un médico en Kinshasa, entonces Zaire. En el termo había una muestra de sangre de una monja belga, con una misteriosa enfermedad. Nos pedía analizar la muestra para la fiebre amarilla.
El ébola sólo puede ser analizado en laboratorios de alta seguridad. ¿Cómo se protegían entonces?
No teníamos idea de lo peligroso que era. Sólo llevábamos batas y guantes. Cuando abrimos el termo, el hielo se había derretido y uno de los frascos se había roto. La sangre y pedazos de vidrio flotaban. Pescamos el otro tubo de ensayo intacto y comenzamos a examinar la sangre. Las pruebas salieron negativas. No era fiebre de Lassa ni tifoidea. Luego aislamos el virus y lo inyectamos en ratones. Al principio, no pasó nada, pero tras algunos días, uno tras otro los animales comenzaron a morir. Nos dimos cuenta de que la muestra contenía algo muy mortal.
Al final, crearon una imagen del virus usando el microscopio.
Sí, y nuestro primer pensamiento fue: "¿Qué demonios es eso?". El virus era muy grande, muy largo y con forma de gusano. No tenía similitudes con la fiebre amarilla. Más bien, se parecía al peligroso virus Marburgo, que, como el ébola, provoca fiebre hemorrágica. En 1960, el virus mató a varios trabajadores de un laboratorio en Marburgo, Alemania.
¿Hubo lugar para el miedo?
Era claro que se trataba de una de las más mortales enfermedades infecciosas vista nunca y no teníamos ni idea de que se transmite a través de fluidos corporales. Usábamos trajes de protección y guantes de látex e incluso me prestaron un par de anteojos de moto. Pero en el calor de la selva, fue imposible usar máscaras. Tomé la sangre de unos 10 pacientes. Lo que más me preocupaba era pincharme con la aguja e infectarme.
Ustedes también le dieron el nombre al virus. ¿Por qué ébola?
Ese día, con el equipo estuvimos sentados hasta la noche discutiendo el asunto. No queríamos nombrarlo "virus Yambuku", porque eso habría estigmatizado el lugar. Había un mapa colgado y nuestro líder del equipo sugirió buscar el río más cercano y darle su nombre al virus. Era el río Ébola. Así que a eso de las tres de la mañana, habíamos encontrado un nombre.
Después del ébola, Piot pasó los siguientes 30 años dedicados a la lucha contra el VIH. Reconoce que había pensado que el ébola era menos problema que el sida o la malaria, porque siempre se presentaba con brotes breves y locales. Pero en junio de este año cambió de idea. "Entonces se me hizo evidente que había algo diferente en este brote".
Hay un procedimiento estándar para los brotes de ébola: aislar a los infectados y seguir a los que tuvieron contacto con ellos. ¿Cómo se llegó a la catástrofe que estamos viendo?
Es lo que la gente llama una tormenta perfecta: cuando cada circunstancia individual es un poco peor de lo normal y que luego se combinan para crear un desastre. Y con esta epidemia, hubo muchos factores que estaban en desventaja. Algunos de los países involucrados acaban de salir de guerras civiles, muchos de sus médicos habían huido y sus sistemas de salud se habían derrumbado. En Liberia, por ejemplo, sólo había 51 médicos en 2010, y muchos de ellos han muerto de ébola desde entonces.
El que el brote haya comenzado en una región fronteriza densamente poblada entre Guinea, Sierra Leona y Liberia también contribuyó a la catástrofe, reconoce Piot.
El experto afirma que está preocupado por lo que pueda ocurrir si el virus llega a las grandes ciudades porque en los sectores más pobres de ellas es casi imposible encontrar a quienes tuvieron contacto con gente enferma.
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