Desincentivo al tabaco
EL SENADO ha aprobado una serie de disposiciones que endurecen la legislación que busca desincentivar el consumo de tabaco. Una de ellas se refiere a la "cajetilla única", según la cual el envase no podrá contener aspectos diferenciadores entre las distintas marcas del mercado.
Esta medida ha generado una dura controversia con la principal tabacalera del país, que incluso no ha descartado el cese de sus operaciones en el país si acaso el Congreso aprueba esta disposición. Existe amplio consenso en la importancia de contar con una legislación que favorezca ambientes libres de las toxinas del humo del tabaco y que desincentive el hábito de fumar, especialmente en menores de edad. El país ha dado importantes pasos en esa dirección, como por ejemplo impidiendo que se fume en oficinas o ambientes cerrados en que se atienda público, o limitando cualquier tipo de publicidad, pero es relevante que el conjunto de instrumentos y las políticas públicas que se utilicen para dichos fines cumplan con este propósito y no generen otras externalidades indeseadas.
En tal sentido, el debate que tiene lugar en el Congreso ha pasado por alto el fuerte aumento que ha experimentado el contrabando de tabaco en el último tiempo. Probablemente el fenómeno ha sido consecuencia del alto nivel del impuesto con que se grava, si bien en ello también incide una falta de control y fiscalización, cuya responsabilidad cabe a las autoridades. Una correcta estrategia debería preocuparse también de desincentivar la venta ilícita -que finalmente queda en manos de mafias-, lo que sugiere la necesidad de examinar la conveniencia de persistir en hacer aún más gravosa la venta de cigarrillos, ya sea con impuestos incluso más elevados -que ya son uno de los más altos del mundo- o mediante la "cajetilla única", cuya incidencia en los índices de salud probablemente será marginal, pero en cambio podría favorecer la venta ilícita.
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