Desnudos y más




Ya se sabe: una imagen vale más que mil palabras. Nadie lo duda.

La gracia, sin embargo, es no quedarse sólo en eso. En una mirada que se agota en lo contemplativo. Detrás de una fotografía -de cualquier fotografía- se esconden historias que uno ni imagina al primer vistazo. Buscarlas, investigarlas, dar con esa información precisa, es un ejercicio entretenido.

Sobre todo cuando se trata de un tipo como Spencer Tunick.

Este norteamericano se ha hecho famoso fotografiando personas desnudas. En grupo y en cualquier escenario: una plaza, una avenida, un puente, un glaciar… La desnudez, que no es otra cosa que despojarse de todo, tiene aquí una trampa: jamás es sólo eso. Porque esas personas en cueros dicen esto: que no están ahí por casualidad, que todo eso es sólo el final de una historia que empezó antes y que ni un desnudo puede tapar.

Vamos a esta foto. Tunick la tomó el 17 septiembre, y si bien las agencias ya habían adelantado algo, esta es la única con su firma y se dio a conocer hace unos días. Son 1.200 israelíes flotando desnudos en el Mar Muerto. Eso no fue tarea difícil: como la concentración de sal en esas aguas es altísima -10 veces más que en el Mediterráneo, por ejemplo-, uno sencillamente no se hunde. Lo complicado, más bien, fue poder llegar hasta allí. Fue todo un operativo: aún de noche, buses partieron desde distintos puntos de Israel con destino a la playa Mineral, donde empezó la sesión junto con los primeros rayos del sol. Nadie sabía, hasta ese momento, el lugar exacto de la performance. Y había razones para tanto misterio.

Las autoridades más conservadores del país habían fustigado al artista. Lo acusaron de convertir el lugar en una "Sodoma y Gomorra fotográfica". De disfrazar con arte a la prostitución. Tunick igual lo hizo, mientras los expertos -al revisar la masiva concurrencia dispuesta a sacarse la ropa- siguen preguntándose qué le está pasando a Israel.

Es lo que siempre pasa con Tunick.

Cuando vino a Santiago y retrató a cuatro mil chilenos desnudos en el Parque Forestal, el último día de junio de 2002, fue lo mismo: sociólogos y sicólogos se quebraron la cabeza hablando de un cambio cultural, de un acto de catarsis, de rebeldía.

Santiago de Chile o el Mar Muerto. Da lo mismo. Nunca la simple desnudez había podido esconder tanto.S

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