Diego Portales regresa al siglo XXI en documental basado en hallazgo de sus restos
<p>La aparición en 2005 del cuerpo momificado del llamado "Organizador de la República" dio origen a <i>Portales: la última carta</i>, de la cineasta Paula Leonvendagar.</p>
Acostumbrado a sus cartas irreverentes, Antonio Garfias leyó en 1834 las siguientes palabras de su empleador, Diego Portales: "Me encuentro con que la única gorra decente que tenía se ha apolillado. Mándeme a bordar una gorra como la del coronel Vidaurre". Curiosamente, el mandato se repitió de manera casi exacta otras cuatro veces. Se trataba de una admiración casi infantil por la vestimenta de Vidaurre, el hombre que hoy figura en los libros de historia como cómplice de su asesinato.
Ciento cincuenta años después de las misivas, el controvertido ministro vuelve a manifestar su fascinación por el hombre de la gorra. Sentado en un barco y consciente de que éste lo ha traicionado, suspira: "Vidaurre tiene talento y es capaz de llevar a cabo la revolución que ha comenzado". Pronuncia sus palabras en una estética singular. A pocas horas de morir, Portales se ha convertido en un cómic.
El chileno cuyo nombre ha bautizado universidades, plazas, villas, caletas y botillerías es rescatado en Portales: la última carta, documental de Paula Leonvendagar que será estrenado el 26 de agosto en el Cine Arte Alameda.
Pero la obra está lejos de ser un resumen de historia. Rescatando su infancia, amores, arrebatos y su relación con el poder, el documental retrata con imágenes inéditas la última hazaña del ministro: su reaparición en el siglo XXI, casi dos siglos después de su primer entierro.
Un hallazgo fortuito
El 5 de marzo de 2005, durante la ampliación de la cripta de la Catedral, dos ataúdes sorprendieron a obreros, arqueólogos y a la cineasta Paula Leonvendagar, quien se encontraba en el lugar estrenando su cámara nueva. El primero, casi abierto, contenía un cadáver deshecho y sin identificar. El segundo, sellado bajo zinc, guardaba un cuerpo embalsamado. No podía tratarse de un obispo: además de sus pómulos e incipiente calvicie, destacaban los botones incrustados en una chaqueta militar. Sin haberlo buscado, Leonvendagar registraba el regreso de Portales. "Fue un momento súper emocionante y misterioso, porque no sabíamos quién era. Los jornaleros y el resto del equipo llegamos a la casa esa noche a leer quién era Portales. Fue bonito darse cuenta de que la historia de Chile es algo que a la gente le gusta mucho", cuenta la realizadora. Ese día decidió seguir el camino de los restos, investigación que luego complementó con entrevistas a historiadores, escritores y descendientes del personaje.
El peritaje forense, la visión histórica y la vida de Portales hecha animación son las tres líneas que se funden en Portales: la última carta. Con entrevistas a Gabriel Salazar (premio nacional de Historia), Alfredo Jocelyn Holt, Carmen Fariña y Enrique Brahm, entre otros, la obra producida por Solo por las Niñas y musicalizada por Gepe se alza como una de las miradas más novedosas hacia esta figura que, en palabras de Leonvendagar, "hay que mirar con cuidado".
Un ministro irreverente
A O'Higgins le decía "El Huacho" y "Don Ramón Bolas" al popular Ramón Freire. Nadie se salvó de su irreverencia. En honor a las mujeres que asistían a la Sociedad Filarmónica con el fin de hacer música, decidió bautizar sus propias fiestas de la misma manera. En sus "filarmónicas", las prostitutas, el vino y la cueca eran infaltables.
"Me sentí con mucha libertad, porque es su lenguaje. Él tenía mucho humor, pero su imagen se había vuelto muy seria con la historia", cuenta Leonvendagar, explicando un guión que no teme incorporar a un Portales gritándole a otro "¡Apúrate, badulaque!".
"Crea usted que las mujeres no existen para mi destrozado corazón. Prefiero a Dios y a la oración", le escribe Portales a su padre, en 1821, tras la muerte de Chepita, su primera y única esposa. Claro que otras cartas dan cuenta de su debilidad por las mujeres, en especial por Constanza de Nordenflycht, 15 años menor y con quien tuvo tres hijos que jamás reconoció.
Su epistolario, publicado en 2005 por la Universidad Diego Portales, fue clave en el documental. Basado en relatos de su propia pluma, el filme repasa en estética de cómic su fracaso como comerciante, su negativa a casarse, su antipatía hacia los abogados ("con los hombres de ley no puede uno entenderse. Maldita ley que no deja al brazo del gobierno proceder libremente") y su confianza en el general José Antonio Vidaurre. Finalmente, retrata su muerte a manos de Florín, un joven soldado que se presume habría estado borracho.
Otro de los capítulos está dedicado a su incursión en política que, a diferencia de sus contemporáneos, no se debió precisamente al idealismo de la época. Decidido a arreglar el escenario que había acabado con sus negocios (aunque no son pocos los que señalan que éstos, simplemente, no eran su fuerte) entró dando órdenes. En tiempos de inestabilidad, Portales no vaciló, aunque fuesen decisiones de vida o muerte.
Y mientras el Presidente José Tomás Ovalle acataba cada una de sus resoluciones, la sociedad santiaguina no pasaba por alto el insólito poder del ministro sobre la máxima autoridad chilena.
La opinión publica dividida
Llamado tirano por unos y padre del orden por otros, Portales: la última carta no deja espacio para las dudas: el hombre aún es capaz de suscitar posiciones encontradas. Mientras algunos lo describen como alguien que dejó de lado sus intereses por los de la patria o, en palabras de Enrique Brahm, como el "Forjador y fundador de la República", Portales no está libre de detractores. "Fue el gran destructor de las tradiciones verdaderamente democráticas en el país", señala Gabriel Salazar en el documental.
Su famosa frase El peso de la noche, corazón del documental, también suscita distintas lecturas. Interpretada frecuentemente como una orden cuya garantía está en la pasividad del pueblo en horas nocturnas, la frase sugiere, según Salazar, una paz que sólo se mantiene "por las bayonetas". Alfredo Jocelyn-Holt, en tanto, es enfático: el peso de la noche sólo garantiza el autoritarismo social.
"El llegó cuando Chile era un proyecto. Tenían la independencia, pero se preguntaban qué hacer con ella. Doscientos años después, queremos mostrar que hay preguntas que siguen vigentes", dice Leonvendagar.
Tras los funerales masivos de Portales, Chile ganaría la batalla de Yungay y, con ella, la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. De preguntarse cuál fue el impacto de su muerte en dicho triunfo, donde la figura simbólica de un héroe siempre es bienvenida.
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