Díscolo de ayer y hoy
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Se le acusó de ser uno de los más insignes díscolos en la Concertación cuando, siendo diputado y desafiando al establishment del sector, quiso quitarle su sillón en el Senado nada menos que a José Antonio Viera-Gallo, figura de la transición y renombrado "barón" del Partido Socialista. Y cuando Alejandro Navarro, contra las expectativas de la mayoría, logró desbancar al veterano político, se convirtió en una "bestia negra" para la coalición de gobierno y para su Presidente, Ricardo Lagos.
¿Por qué? Pues porque su agenda de izquierdizar a la Concertación no sintonizaba con la opinión dominante y porque su estilo chascón e impetuoso -sobre todo en comparación con el recatado Viera-Gallo- parecía fuera de lugar en el adusto ambiente de la Cámara Alta. Más adelante se propuso, sin timideces, ser candidato presidencial y, ya cansado de pelear con sus camaradas socialistas, abandonó el partido.
Ahora Navarro vuelve a ser noticia, aunque de manera imprevista. Ha dicho que pretende estar "junto al gobierno" de Sebastián Piñera en la tarea de reconstrucción posterremoto y que las críticas de la Concertación al nuevo gobierno son una muestra de "improvisación y mezquindad". Ahora, contrariando los genes que evidenció un ex ministro concertacionista que reconoció lo difícil que había sido sacar a los militares a la calle después del sismo, Navarro ha pedido ¡prolongar! el toque de queda en Concepción.
¿Se está derechizando el senador? Difícilmente. Díscolo al fin, juega su juego y no el de otros. (MOJ)
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