Drogas, poder y armas humeantes: llega la novela americana del narcotráfico
<P>Don Winslow investigó seis años para escribir <I>El poder del perro</I>, una monumental saga sobre la guerra contra las drogas en México. </P>
El agente de la DEA Art Keller mira la escena con horror. Tiene 47 años y muchas batallas en el cuerpo. Es un tipo duro. Pasó por la CIA, estuvo en Vietnam y lleva 20 años en la guerra contra las drogas en México. Pero aún así, el cuadro lo remece. "El bebé está muerto en brazos de su madre", observa. El cuerpo de ella cubre al pequeño. Seguramente trató de protegerlo de las balas. O intentó que la criatura no viera el cañón del arma que los masacró. "Tal vez quería que la última sensación del niño en este mundo fuera la de su pecho. Envuelto en amor", piensa. El piso es un gran charco oscuro, salpicado de casquillos de siete milímetros. Son de cuernos de chivo, como llaman a los fusiles AK 47: el arma favorita de los narcos mexicanos.
Art Keller cuenta los cuerpos. Diecinueve. Todos destrozados por cuernos de chivo. Los atacaron de noche, mientras dormían. Los sacaron de sus camas y los llevaron al patio. Los torturaron. A unos les metieron bala por la boca y a otros en la nuca. "A los traidores se les dispara en la nuca, a los informadores, en la boca". Los asesinos creían que eran soplones, informantes de la DEA. "Que Dios me perdone", ruega Keller. Fue él quien les hizo creer eso.
Art "Arturo" Keller, americano con sangre mexicana, es el protagonista de El poder del perro, la monumental novela de Don Winslow sobre el tráfico de drogas en la frontera entre México y EEUU. Una novela que podría ser la versión literaria de Traffic, de Steven Soderbergh, pero más ambiciosa, violenta y visceral.
En más de 700 páginas, el libro narra una saga de 30 años (1975-2004) y cientos de personajes. Una guerra sucia. Una tragedia cargada de balas y de muertos, donde entran y salen (combaten y mueren) capos megalómanos, policías corruptos, agentes exterminadores, prostitutas, curas y sicarios. Un thriller escalofriante que va de México a Honduras y de EEUU a Colombia. Y donde se recorta la silueta de personajes reales: el "Señor de los Cielos" Amado Carrillo, el asesinado cardenal Jesús Posadas, el último padrino de Nueva York, Paul Castellanos, y el ex candidato presidencial Luis Donto Colosio, baleado en Tijuana, entre otros.
Publicada en 2005 en EEUU, El poder del perro fue la sorpresa literaria de 2009 en España. Acaba de llegar a Chile, armada de críticas que la sitúan como la gran novela americana sobre el narcotráfico. Y desde ya, como una de las imprescindibles sobre México (ver recuadro).
"Es imposible hacerle justicia a El poder del perro con unas pocas palabras... Es un libro inmenso, en tamaño y en ambición", escribió el Sunday Telegraph. "Un libro como un pitbull", lo comparó The Washington Post. "El poder del perro muestra una fuerza narrativa extraordinaria y una redondez fuera de lo común: el relato abre y cierra un ciclo", escribió en El País el escritor mexicano Sergio González, autor del libro sobre Ciudad Juárez Huesos en el desierto.
Winslow era un desconocido en español. Pero no en EEUU. Tenía varias novelas. Pero en ellas no había rastros de sangre. Eran novelas "amables, suaves", como las califica él mismo. "En algún momento cambias y yo lo hice cuando me tuve que enfrentar cara a cara con cosas que hicieron modificar mi estilo: fue cuando me adentré en la investigación que me llevó a escribir El poder del perro", le contó a la española Revista de Letras.
Winslow, que había sido actor, detective privado y guía de safaris en Africa, decidió entrar al infierno. Estuvo seis años allí. Y ya nada fue igual.
Novela real
Don Winslow (Nueva York, 1953) no pensaba escribir El poder del perro. Era autor de varios libros, entre ellos The death and life of Bobby-Z, una novela negra adaptada por John Herzfeld, con Laurence Fishburne (Matrix), y California fire and life, una sobre drogas y surf. Hasta que una noticia lo estremeció: "Un día me levanté y vi en el periódico que 19 inocentes habían sido asesinados en un pequeño pueblo mexicano al que solíamos ir a pasar un fin de semana barato. Y no hacía más que preguntarme: ¿Cómo ha podido pasar eso?", contó en España.
La pregunta se volvió una obsesión. Winslow comenzó a leer y a investigar. Viajó a México. Leyó expedientes. Se entrevistó con policías, narcos y soldados. Recibió amenazas. Pero siguió adelante. Reunió una enorme cantidad de material. El libro crecía en forma caótica. "No encontré el 'hilo conductor' hasta que me di cuenta de que cada uno de los personajes estaba intentando responder al desafío de cómo vivir de manera decente en un mundo indecente".
La historia arranca cuando Art Keller, el agente honesto, llega a Sinaloa para unirse a la guerra contra las drogas. El equipo de agentes busca a don Pedro, el capo de la zona. "Esto es México, señores. Estas cosas necesitan tiempo", dice la policía local. Keller hace amistad con Adán Barrera, un pobre diablo que se dedica al contrabando. Tipo inofensivo, es sobrino de uno peligroso: Miguel Angel Barrera, a quien todos llaman Tío. Jefe de la policía estatal, Tío es el verdadero poder en Sinaloa. Tío le dará a Art lo que busca. O casi: le entrega a don Pedro convertido en cadáver. Art no sabe que es una calculada conspiración: Tío se hace del poder y deja a su sobrino Adán a cargo.
Comienza así la guerra personal de Art contra Adán. Una guerra larga, sangrienta y brutal, en la que intervienen el padre Parada, un cura que se mete en el fango para ayudar al pueblo; Callan, un mercenario con alma; Güero Méndez, el capo huérfano; la encantadora prostituta Nora; el agente encubierto Ernie Hidalgo y el "exterminador" de la CIA John Hobbs, así como los hermanos Barrera: Adán, el capo con humanidad, padre de una niña enferma, y Raúl, adicto a la violencia. Y una incontable galería de extras.
Winslow contruye así un relato con múltiples puntos de vista, que se cruzan cinematográficamente. El relato avanza torrencial, con diálogos vivos. Y con personajes tan capaces de matar como de amar. Torturas, matanzas, sexo. A menudo la novela golpea por su crudeza, deja sin aliento, pero atrapa con su magnetismo. Estremece y alucina. "Hay muy poco en el libro que no haya sucedido", dice Winslow. "Eso es lo que da miedo". El poder del perro.
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