Economista, director de la consultora ACM: "Argentina perdió sus herramientas contracíclicas de política económica"

<P> "El país está en un marco de política macroeconómica insostenible. A partir de 2006-2007 empezó a gastar más de lo que recaudaba", advierte.</P>




Igual que en 2013, Argentina partió el año anunciando acuerdos de precios para controlar una inflación que informalmente se estima en 26%. Y al igual que en 2013, su desempeño este año dependerá mucho más de factores internos que de los externos. Maximiliano Castillo, director de la consultora económica ACM, y ex gerente de análisis macroeconómico del Banco Central de la República Argentina, prevé una expansión modesta, con una inflación elevada. Pero la situación interna, dice, no es desesperada y hay espacio de maniobra, aunque no espera que el gobierno de Cristina Fernández haga lo que se necesita para corregir desequilibrios cada vez más grandes.

¿Cómo evalúa la economía de Argentina entrando en 2014?

Argentina está en un marco de política macroeconómica insostenible. A partir de 2006-2007 empezó a gastar más de lo que recaudaba; el superávit de 5-6% del PIB se transformó en déficit, y financió esa brecha con emisión monetaria. Hoy tiene un déficit primario del gobierno general de 2,5 puntos del PIB. Es un deterioro muy relevante en seis a siete años. Eso es lo que ha llevado en los últimos años a alta inflación y bajo crecimiento.

¿Cuánto más puede durar esta situación?

No es extremadamente crítica, no es un déficit que no se pueda corregir. Pero, evidentemente, hacerlo requiere medidas que, en principio, uno no ve que el gobierno vaya a tomar. Prevemos un crecimiento muy moderado, de medio punto, con alto riesgo de recesión si la economía brasileña o la cosecha agrícola no acompañan. Pese a ese riesgo de recesión, estimamos que en 2014 la inflación bien medida, no por Indec, supere el 30%.

¿De dónde vendrá ese crecimiento?

Hay muy pocos drivers de crecimiento, el principal es la cosecha agrícola, en especial la soja. El sector automotor venía creciendo y a nivel de ventas internas podría andar relativamente bien, pero por la situación en Brasil puede que las exportaciones caigan. Puede haber algo en materiales de construcción.

¿Va a cambiar en algo la medida de inflación con el nuevo índice?

Dependerá de si lo hacen honestamente. Los problemas que tenemos desde 2007 no son de metodología. Hay cierta expectativa de que con el nuevo índice aprovechen la oportunidad para empezar a corregir. Yo no tengo mucha esperanza de que eso ocurra.

¿Tiene algún sentido insistir en los acuerdos de precios, como el que se anunció en estos días, para controlar la inflación?

Por muchos acuerdos que haya, la inflación depende de la política monetaria. Hoy la política monetaria (en Argentina) tiene un montón de objetivos: financiar al Tesoro, mantener el tipo de cambio real lo más depreciado posible, fomentar el crédito (...). Puede haber una mejora en la implementación de los acuerdos, pero no van a dar el resultado que se espera. Ya no lo dio. Llevamos nueve años con la política de acuerdos de precios, pero desde 2007 tenemos una inflación sobre el 20%, salvo en 2009, en que subió 15%, pero por la crisis, con un derrumbe en los precios de los commodities y una recesión de casi cuatro puntos.

¿Las alzas salariales a las policías para terminar con las huelgas contribuirán a elevar las expectativas inflacionarias?

Las expectativas de inflación están en torno de 25% a 30%. Los problemas con la policía, a comienzos y fines de diciembre, hicieron que las demandas salariales de los sindicatos del sector público, sobre todo en provincias, donde la mitad del gasto de los gobiernos locales es salarios, sean más significativas. Eso tiene un costo fiscal y un costo de expectativas. Si las alzas convergen a los acuerdos del sector público y de ahí al privado, en absoluto ayudan a contener las expectativas de inflación.

¿Hay otros riesgos que puedan empeorar el panorama?

Argentina enfrenta un escenario más complejo, porque los desequilibrios económicos cada vez se abultan más. En ningún caso estamos pensando en una crisis como la de 2001, pero la magnitud de las correcciones que se necesitan es más significativa, y si ese proceso no se lleva adelante profesionalmente, en un plan o esquema de corrección de política macro, es más difícil. Hace pocos días se anunció un alza de 60% en el pasaje mínimo del colectivo (buses) en Buenos Aires. Si se hubieran corregido gradualmente desde 2007, no habría sido necesario ajustar los precios 60% de una vez. Argentina decidió ser más volátil en su evolución, perdió sus herramientas contracíclicas de política macroeconómica. No tiene herramientas de política monetaria, porque lo que hace es financiar el Tesoro. La política fiscal mucho no puede hacer, con una presión tributaria del 37% a nivel consolidado, gasto público del 40% del PIB… No hay posibilidad de mayores impuestos para cerrar el déficit. Y uno no ve al gobierno dispuesto a cambiar.

El gobierno tiene un discurso de industrialización, pero eso no se refleja en la actividad...

Si uno regula y regula, restringe y restringe, otros países de la región, como Uruguay, terminan exportando más carne que Argentina. Es el resultado de las políticas. Es muy difícil desarrollar actividades en este contexto de regulación extrema y cambiante en el tiempo, con un escenario macro que tampoco ayuda, con alta inflación, pocas posibilidades de financiar a través de inflación extranjera directa, porque las empresas que quieren invertir en Argentina ven que eventualmente no pueden repatriar las utilidades. A medida que eso no se corrija, la inversión no se potenciará. Es lo que hemos visto en el sector energético, con retenciones, tarifas congeladas, con todos esos elementos era muy difícil que hubiera inversiones en ese sector.

¿La oposición no ha actuado contra estas políticas?

La oposición tiene sus limitaciones, el oficialismo tiene la mayoría en ambas cámaras. Se redujeron en las últimas elecciones, lo que ha eliminado la posibilidad de reformas constitucionales o grandes cambios institucionales, pero sigue siendo mayoría.

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