Edmund Phelps
Sobre sopa de zapallo, el economista ganador del Nobel habla de creatividad e innovación. No importa lo crucial que sea la ciencia, hay que querer innovar.
Acordé reunirme con Edmund (ned) Phelps, director del Centro sobre Capitalismo y Sociedad en la Universidad de Columbia, en el Hotel Kongress, Davos, durante el Foro Económico Mundial. Es a la antigua y muy suizo.
Me siento en nuestra mesa reservada en un restaurante aún vacío, poco antes de que Phelps llegue. A los 80 años, su cabello es gris pero se mantiene delgado y activo, física e intelectualmente. Admiro desde hace tiempo su originalidad, modestia y cortesía cautivantes.
Phelps ganó el Premio de Economía en memoria de Alfred Nobel en 2006, por su trabajo de vanguardia en los 60, en particular en la “tasa natural de desempleo”, la idea de que la política monetaria no puede alterar la tasa de desempleo de largo plazo.
Nacido en 1933, Phelps creció en Hastings-on-Hudson, Nueva York, y ha estado en Columbia desde 1971. Es, en mi opinión, un verdadero yankee, promoviendo el dinamismo que hizo al norte de Estados Unidos la región más dinámica y emprendedora del planeta desde mediados del siglo 19 hasta el siglo 20. En su último libro, Mass Flourishing (2013), Phelps llama “valores modernos” al deseo de las personas de dar forma a sus vidas.
Nos inclinamos por sopa de zapallo como paliativo para el helado día alpino, seguido por tagliatelle para mí y carpaccio de ternera para él. Tomamos agua mineral y nos enfocamos en debatir sus ideas.
Phelps comienza diciéndome que en una cena para laureados Nobel en Davos afirmó que “el estado de Europa no se describe sólo por la crisis financiera, se debe también a la pérdida de innovación desde hace mucho tiempo. Por un tiempo, esto no fue visible porque Europa traía tecnología desde Estados Unidos. Pero el crecimiento de la productividad en Estados Unidos también cayó desde comienzos de los ‘70. Desde ahí, Europa vivía tiempo prestado”.
¿Qué lo llevó a escribir Mass Flourishing? Me cuenta que comenzó a pensar sobre capitalismo y socialismo en los 90. Pero “fue recién en torno a 2002 que comencé a pensar en creatividad. Me di cuenta de que la economía estaba entrampada en la idea de que el avance es finalmente el resultado del descubrimiento científico.
“Jospeh Schumpeter (un economista austriaco de la primera mitad del siglo 20) dijo que se requieren emprendedores para hacer el trabajo de construir aplicaciones comerciales. Pero también argumentó que uno difícilmente ve creatividad en los emprendedores.
“Eso me agobiaba. Así que comencé a pensar acerca de lo que impulsa la innovación y cuál podría ser su importancia social. El paso siguiente era pensar: los innovadores dan un salto a lo desconocido. Eso me llevó a la idea de que también es una fuente de diversión y compromiso de los trabajadores”.
Disfrutamos la sopa. Phelps me dice que sintió que esta idea era tan novedosa y debatible “que era mejor encontrar alguna evidencia de apoyo, y lo hice. En las sociedades donde uno ve una mayor prevalencia de ‘valores modernos’, individualismo, vitalismo y autoexpresión, también hay mayor satisfacción laboral”.
“Llegué a argumentar que es difícil ver mucha innovación en Inglaterra después de la segunda guerra mundial y Alemania nunca recobró el dinamismo que mostró de la era de Bismarck (el canciller que unió al país en el siglo 19) hasta los años 30. Francia, que entró tarde al juego de la innovación, se sostuvo un poco más.
“Por último, vemos una reducción brusca en la tasa de innovación incluso en Estados Unidos. Uno puede empezar a notarlo a fines de los 60”. Phelps cree que esta baja en la innovación es una tragedia “en comparación con los buenos tiempos que la mayoría de la gente tuvo en el siglo 19. Creo que el siglo 19 es un período extraordinario con un brote de creatividad y todo tipo de experimentos y exploración que duró al menos hasta 1940.
“Había un nuevo sentimiento de autorrespeto, maestría, compromiso y creatividad en el siglo 19. Emma Griffin, autora de Liberty’s Dawn (El amanecer de la libertad, una historia de 2013 de la revolución industrial inglesa que usa el testimonio de primera mano de cientos de trabajadores), encuentra evidencias de personas que comienzan a tomar control de sus vidas. Comenzó con el siglo 18 e inicios del 19. Ahora está llegando a mediados del siglo 19 y me envió un correo acerca de un adolescente que fue a trabajar en las minas. ¿Se sentía aprisionado? Nada más lejos. Escribe que se sintió liberado y cómo de repente tenía problemas que resolver y mucho que aprender sobre cómo operar en la mina, cómo hacerlo con seguridad y así. Cambió toda su vida”.
Apunto que esto no era lo mismo que veía Karl Marx. “Él no quería verlo”, es la respuesta de Phelps. Concuerdo en que el siglo 19 fue económicamente creativo. ¿Pero hasta qué punto llevó eso al “florecimiento masivo”? ¿No es romántica esta visión? Mientras el camarero trae el segundo plato, Phelps dice que soy el primero en sugerir que es un “romántico”.
Sigue hablando del florecimiento del siglo 19 en, por ejemplo, “firmas operadas por sus dueños, herrerías, que siempre están haciendo cambios porque es entretenido pero también porque esperan obtener mejores ganancias si encuentran una mejor manera de producir”.
Muchos dicen que, desde fines del siglo 19 en adelante, la innovación llegó cada vez más de las actividades de investigación y desarrollo de grandes empresas. ¿Será que incluso si tiene razón respecto de mediados del siglo 19, la mayoría de las personas dejó de verse atraída por la innovación durante el siglo 20?
“Soy escéptico respecto de la tesis de que la innovación fue en gran medida burocratizada durante este período”, responde Phelps. “Los 20 y 30 fueron un período de crecimiento sensacional de la productividad, había nuevos productos surgiendo por todas partes y la mayoría de esos nuevos productos y nuevos métodos eran desarrollados por personas que iniciaron sus propias compañías.
“Así que debe haber sido un período excitante, lo que es paradójico, porque se entrometió la Gran Depresión”.
¿No estará subestimando el impacto de avances fundamentales, como la electricidad, el motor de combustión interna, la química y los computadores? ¿No fueron tales innovaciones los verdaderos conductores? ¿Y no es el problema que no estamos haciendo avances en escala suficientemente grande?
Hacemos una pausa para pedir espressos dobles. Phelps sigue: “Que haya saltos en innovación no es el punto. No puedo imaginar un mundo en el que es imposible concebir nuevas cosas. La pregunta es más bien por qué hemos tenido menos de esos saltos recientemente. Creo que tiene que ver con el retorno de valores tradicionales (valores que se oponen a la auto expresión individual)”.
¿No está, sugiero, ignorando el hecho de que a comienzos del siglo 19 las personas podían hacer innovaciones en sus patios - pero no se pueden hacer chips de computadores así?
“Acepto que lo que llamo ‘gran innovación’ es ahora más técnico, menos básico. Pero hay mucha innovación que no tiene nada que ver con ciencia o ingeniería.
“¿Qué pasa con las industrias creativas? En artes, películas, editoriales, ficción, hemos tenido innovaciones enormes en lo que compramos y lo que consumimos que no tiene conexión evidente con la ciencia. Suponga que la ciencia nunca hubiera avanzado desde 1820. ¿Significa eso que no podríamos crear nada nuevo? ¿No podríamos crear un nuevo género de películas, o un nuevo género de libros, o un nuevo tipo de ropa?”
Replico que el género humano siempre ha desarrollado tales innovaciones, la novedosa fue una. Pero si no hubieran existido avances científicos, no habríamos tenido las mejoras de productividad de los dos últimos siglos.
Phelps dice: “No estoy especialmente interesado en el crecimiento de la productividad, excepto como una medida de la tasa de innovación. Mi interés fundamental radica más bien en lo que está sucediendo con la experiencia de trabajo y las oportunidades para ejercer la creatividad.
“Estoy diciendo que la vida innovadora que se abrió en el siglo 19 hizo posible una satisfacción que no existía antes. Sin avances en la ciencia fundamental, la innovación habría generado menos crecimiento, pero no necesariamente habríamos tenido una reducción de la actividad innovadora. Más aún, las recompensas de la vida innovadora para el individuo no se habrían visto disminuidas.
“Mi argumento es que ahora hay un deseo y una capacidad de innovar disminuidos y esto también impregna las industrias creativas. ¿Quién no estaría de acuerdo en que la edad de oro del cine fue en los estudios de Berlín y más tarde en Hollywood en los 20 y 30?
“Creo que todo esto de la ciencia es sólo una cortina de humo y nos aleja del punto que, sin importar lo fundamental que sea la ciencia para algunas industrias, se necesita disposición y espacio para innovar”.
…
El camarero trae la cuenta cuando nos dirigimos a una zona donde se ha producido mucha innovación científica: las tecnologías de información. Phelps señala que Steve Jobs nunca se habría llamado a sí mismo un científico y estoy de acuerdo.
Pero, sostengo, el chip de silicio, el microprocesador y el internet crearon oportunidades para los innovadores. Jobs fue uno. Entonces, donde existía la posibilidad de la innovación profunda, se explotó. Se limitó a esta área porque ahí es donde estaban las oportunidades.
Dice: “Se dice que una ola de avances científicos explica la innovación en Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Francia entre los años 1880 y 1940, pero eso deja sin explicación la escasez de innovación en Holanda, Italia y España. ¿Por qué debería presumirse que la pérdida de innovación en Estados Unidos desde comienzos de los 70 es resultado de la escasez de avances científicos en lugar del resurgimiento de los valores tradicionales? Una teoría valórica de la historia explica mejor la innovación económica que una teoría científica.
“El resurgimiento de los valores tradicionales ha traído un nuevo materialismo, que no es bueno para la innovación, ya que la innovación es cerebral, intelectual. También está mi punto de que el sector financiero es cortoplacista. Eso afecta ahora el modo en que se hacen negocios en el corazón de Estados Unidos y creo que estas grandes firmas establecidas difícilmente son innovadoras. Pero eso es algo nuevo. Hubo un tiempo en que eran innovadoras”.
Además, añade, “en EE.UU. ahora cada ley tiene mil páginas, con todo tipo de recovecos y beneficios tributarios y regímenes especiales. . . y la posibilidad de obtener estos beneficios, por supuesto, desata el cabildeo, que a su vez estimula más de lo mismo.
“Esto distrae a los gerentes de la innovación, porque hay una manera más fácil de mejorar la última línea. No sólo eso, sino que los intereses creados han hecho más difícil la entrada de los recién llegados. Y así las empresas establecidas ya no tienen que innovar”.
Si un presidente realmente creyera en la doctrina Phelps, ¿cómo se vería su programa? “Bueno, hay que comenzar con una conversación nacional sobre la importancia de la creatividad y el descubrimiento, pero sobre todo de la innovación empresarial. Necesitamos que la gente y el gobierno ‘sigan el programa’. No estoy en contra de un gobierno grande. Me encantaría tener subsidios de empleo colosales, para revolucionar los términos en los que se da empleo a trabajadores de bajos salarios y, si hay algunas iniciativas interesantes que el gobierno pudiera tomar para abrir camino a una mayor innovación, sería genial. Pero tenemos que parar toda esta protección social. Tenemos que usar el dinero de los impuestos en cosas como subsidios al empleo de bajos salarios - subvencionando el trabajo, subvencionando la innovación tal vez, subsidiando la inversión tal vez”.
…
¿Qué pasa con los pagos por desempleo? ¿Medicare? “No estoy en contra de la seguridad social. En mi mundo ideal, los salarios en la base serían tan altos gracias a los subsidios al empleo que todo el mundo podría pagar buenos niveles de seguro médico y de jubilación en los mercados privados. Pero no vivimos en ese mundo. Por lo tanto, yo sería renuente a una cruzada contra la seguridad social”.
Sugiero que es difícil trazar la línea divisoria entre el “seguro social” que favorece y la “protección social” que condena “Sí. Tenemos que proteger a los indigentes. Pero la protección social está fuera de control ahora”.
¿No aceptaría también que el gobierno puede ofrecer seguros de desempleo y de salud mejor que el sector privado?
“Sí, entiendo que hay fallas en los mercados de seguros privados. Pero el equilibrio de la ventaja podría haber estado a favor de los seguros privados si hubiéramos distribuido los frutos del trabajo de manera más justa”.
Con eso, nos vamos. Phelps cree apasionadamente que la creatividad permite a las personas vivir una vida más plena y rehacer el mundo. Él es un verdadero estadounidense, en el buen sentido.
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