Ejecutan a francotirador tras 7 años de los crímenes que asolaron Washington
<P>El ex combatiente de la Guerra del Golfo John Allen Muhammad fue ejecutado anoche mediante inyección letal, en Virginia. En 2002 sembró el caos, junto a Lee Boyd Malvo en la capital de EE.UU., asesinando a 10 personas.</P>
El gobernador de Virginia, Timothy Kaine, negó ayer clemencia a John Allen Muhammad, sentenciando así el destino del llamado "francotirador de Washington". A siete años de que perpetrara 10 asesinatos en sólo tres semanas, junto al entonces adolescente Lee Boyd Malvo, anoche Muhammad fue ejecutado mediante inyección letal, en el Centro Correccional Greensville, en Virginia.
Muhammad, de 48 años, y Malvo, que ahora tiene 24 años, fueron capturados después de 13 ataques cometidos entre el 2 y el 22 de octubre de 2002, que dejaron 10 personas muertas y sembraron pánico en la capital de Estados Unidos y sus alrededores. Ambos francotiradores fueron detenidos mientras dormían dentro de un auto en una zona de descanso de una autopista del estado de Maryland, a sólo 100 kilómetros del lugar donde comenzaron su cacería humana.
El "francotirador de Washington" fue condenado a muerte en 2004 por uno de los casos de homicidio, el del ingeniero de 53 años Dean Harold Meyers, la novena de sus víctimas fatales en la región, alcanzado por sus balas en una estación de servicio en Manassas, Virginia, el 9 de octubre de 2002. En tanto, Malvo cumple una condena a cadena perpetua en la prisión estatal Red Onion, de Virginia, sin la posibilidad de libertad vigilada. Se salvó de la pena de muerte por tener 17 años al momento de los ataques. Nacido en Jamaica, Malvo era hijastro de Muhammad.
Para cometer sus asesinatos, Muhammad se escondía en el maletero de un automóvil Chevy Caprice azul de 1990 y a través de un agujero en la tapa del portaequipajes disparaba contra sus víctimas con una sola bala con su rifle Bushmaster AR-15, calibre 5.56, una versión civil semiautomática del M-16 militar. La serie de ataques fueron, en su mayoría, en el exterior de centros comerciales, escuelas o estaciones de servicio. Entre sus víctimas fatales se cuentan hombres y mujeres, con edades desde 13 a 72 años.
En dos ocasiones, la policía encontró en el lugar del asesinato, clavado a un árbol o en una bolsa de plástico, mensajes que afirmaban "Llámenme Dios" o "Sus hijos no están nunca seguros en ninguna parte", reclamando US$ 10 millones para detener la masacre. Expertos forenses han sugerido que Muhammad y Malvo comenzaron a entregar pistas para ser capturados, porque estaban cansados de matar.
Pero las declaraciones de Malvo a las autoridades sugieren que él y Muhammad podrían ser responsables por 27 ataques que resultaron en 17 muertes en distintas partes de Estados Unidos.
Los abogados defensores alegaron que Muhammad no era responsable de sus actos, a raíz de las supuestas lesiones cerebrales que le provocaron las palizas que recibió desde niño y por haber sufrido el síndrome de la Guerra del Golfo. Según los abogados, cuando se preparaba para el juicio en 2003, Muhammad "no recordaba los acontecimientos que rodearon los crímenes", y pensaba que era víctima de una trampa. También creía que era un profeta y dijo que Malvo había descubierto una cura de hierbas para el sida. Asimismo, afirmó que las Fuerzas Armadas le habían dado instrucción en "combate urbano" en "academias secretas".
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