El Autor, el anónimo que se convirtió en el best seller chileno del 2011

<P>Publicada el año pasado, la novela <I>La semana en que se juntan los siglos</I> ha vendido 14 mil copias. </P>




Es mitad de semana, termina el día y en la librería Antártica del mall Alto Las Condes los vendedores no dan abasto. Una mujer toma una copia de la novela La semana en que se juntan los siglos, un thriller sobre el Bicentenario de Chile, y antes de que se decida, se escucha desde lejos: "¡Cómprelo!". El que grita es el autor del libro, quien precisamente esconde su identidad bajo el seudónimo de El Autor. "Yo escribí ese libro, cómprelo", insiste, acercándose a la mujer, que lo mira sorprendida.

Tres minutos después, quizás menos, la señora paga el libro. A su lado, el autor le da recomendaciones de lectura, le dice que ponga atención en la página 42 y luego le dedica el libro de puño y letra. Todo concluye con un timbre que El Autor estampa en la primera página con la dirección de la web de la novela. Jamás le da su nombre. Ella se va feliz.

Puede que sea una escena rara, pero no para El Autor: desde que publicó La semana en que se juntan los siglos esa escena ha sido su rutina. Fue hace 16 meses y pagó el libro con dinero de su bolsillo. El lo llama un "emprendimiento inédito en la literatura chilena". Todos los días recorre dos o tres librerías de Santiago distribuyendo su novela y conversando con sus lectores. "Me ha absorbido completamente", dice.

Quizá esa rutina sea la clave de su éxito: rompiendo cualquier récord existente para una autoedición, La semana en que se juntan los siglos ha pasado 33 semanas del 2011 en el ranking de los libros más vendidos. Más que ningún otro título chileno. Ha vendido alrededor de 14 mil ejemplares, una gran cifra para el mercado local y que lo iguala a reconocidos best seller locales, como Pablo Simonetti, Carla Guelfenbein o Roberto Ampuero. El, que no se olvide, no tiene a una editorial que lo promueva. Está solo.

Y lo obvio: El Autor no da su nombre. Mantiene velada su identidad. "Si dices quién soy te quemo en aceite", bromea. Luego, se pone serio, baja la voz: "Tengo razones de fuerza mayor para mantener el anonimato".

Un seudónimo

Fue el 18 de marzo de 2005: en la Catedral hallaban osamentas de Diego Portales. Sólo con saber el dato, a El Autor se le ocurrió la idea de La semana... Sumó la cercanía del Bicentenario de Chile y se puso a trabajar en esto: "Un producto muy comercial y, a la vez, con una verosimilitud muy superior a las de los thrillers anglosajones más famosos, sin escenas fantasiosas y que caigan en lo ridículo", según declara en su web.

Para lograrlo, El Autor realizó una investigación sobre la historia de la ciudad de Santiago y de los jesuitas en Chile. Entrevistó a miembros "activos y en retiro" de las FFAA. Imaginó galerías subterráneas secretas en la capital. Imaginó la historia de La Cofradía, un grupo que roba los restos de Bernardo O'Higgins a pocos días de la celebración del Bicentenario y echa a andar un plan para cambiar el curso de nuestra historia. Y puso a una periodista, Marcela Correa, a correr para detener la debacle.

Para inicios de 2010, La semana... estaba lista. El Autor mantuvo conversaciones con editorial Alfaguara, pero no hubo acuerdo: él quería que la novela se publicara a más tardar en septiembre de 2010, el sello no podía hacerlo. "Me rechazaron por ser un desconocido. Me dijeron que no iba a vender nada", dice.

Llevaba cinco años exclusivamente dedicado al libro. Dio un paso más: "Me la jugué al todo o nada", dice. Publicó por su cuenta la novela. "En menos de un mes, tuve que hacer otra edición. A la semana, el libro estaba entre los más vendidos", cuenta, y pide una pausa: en la Feria Chilena del Libro de Alto Las Condes, donde citó a la entrevista, una señora compra la novela y quiere llevársela dedicada.

De chaquetilla verde militar y pelo largo tomado en una cola, El Autor dice haber nacido a mediados de los 60. Estudió Ingeniería Eléctrica en la Universidad Católica y cuatro años de piano clásico. Stephen King es su maestro. Antes de su exitosa novela, publicó por su cuenta otras dos, en 2003 y 2004. Imposible hallarlas. Fue parte del taller literario de Poli Délano y le mostró al escritor el primer capítulo de La semana... En marzo de 2010 sufrió un infarto cerebral, pero hoy, aparte de un leve tartamudeo, no se aprecian secuelas.

No hace mucho, El Autor volvió a conversar con Alfaguara. Hablaron de reeditar una de esas novelas anteriores: una precuela de La semana... El escritor llegó con su hermano al sello y pidieron, entre otras cosas, que El Autor se publicara fuera de Chile. Otra vez no hubo acuerdo. No le preocupa: "Gano cinco veces más de lo que ganaría con una editorial", dice. "Me ha ido bien".

No es sólo el dinero. Es difícil imaginar a El Autor dentro de una editorial: que sus libros fueran controlados por otros sería quitarle un pedazo de su vida. Desde la distribución a la publicidad de la novela, todo está a su cargo. En su auto siempre hay una yegua para cargar las cajas con copias de La semana..., mientras que su celular está lleno de grabaciones de lectores que se declaran fascinados con su obra. Más: en el límite de la obsesión, El Autor lleva la cuenta de las semanas que La semana... pasó entre los libros más vendidos de 2011 y a La Tercera le entrega un detallado informe de la feroz competencia que mantuvo con La elegancia del erizo, de Muriel Barbery: ganó la francesa.

"No llegué a la literatura en busca de fama, sino por el deseo de innovar en la literatura nacional", dice el escritor días después de la entrevista. "Comprendo que la falta de ego es algo poco común en un mundo que en general es todo lo contrario. El Autor es un seudónimo como el de tantos otros escritores y fue el que se me ocurrió. Esto me ha permitido mantener mi privacidad e independencia, algo que valoro mucho. No sé 100% si seguiré publicando novelas, aquello me permitiría continuar con otras actividades de una forma independiente a la literatura", concluye.

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