El Brujo, el aplaudido cómic español con un asesino chilote que canta Víctor Jara

<P>La dibujante española Carla Berrocal, hija de chilena, descubrió Chiloé por libros.</P>




Es una mujer en tierra de hombres, que se ha ganado su espacio en el ambiente del cómic español. Se llama Carla Berrocal, es ilustradora, diseñadora gráfica, autora de cómics. Tiene 28 años y es madrileña, pero su corazón es mitad chileno, porque su madre nació en estas tierras lejanas.

"El mundo del cómic no es difícil. Tenemos las mismas oportunidades que los hombres para editar. Aunque tradicionalmente es un medio masculino, ha habido épocas en que el cómic femenino tuvo mucha expansión, en los años 70. Pero somos muy poquitas las mujeres que dibujamos", cuenta.

Admiradora de dibujantes como Sequeiros, Hugo Pratt, Milton Caniff, Roy Crane y de Tezuka, Chile fue un descubrimiento que le dio un impulso creativo que ha cambiado su vida. "En la biblioteca de mis padres encontré un libro que se llamaba Casos de brujos en Chiloé, que escribió Umiliana Cárdenas. Un día lo leí y me gustaron mucho las leyendas, la historia de los brujos y las venganzas", explica.

Así nació el cómic El brujo, que encarna Porfirio Pillampel, un chilote que puede convertirse en diferentes animales, echar males de ojo, volar y matar a sus enemigos sin que caiga sobre él la más mínima sospecha.

Carla ya había publicado en España algunos tebeos como Hire, el sangriento vampiro Samurái, pero los guiones eran de otros autores. Por ello, eligió contar una historia propia y aprovechando que su hermana se casaba en Chile, viajó a Chiloé. Quería conocer el lugar para dar vida a los dibujos.

Por internet se contactó con el folclorista Luis Mansilla, que vive en Castro, y le pidió ayuda para conocer bien el ambiente. "Los libros de Oreste Plath y los Ritos de la muerte en Chiloé me ayudaron a sumergirme en todo el tema de la mitología chilota. Mansilla me enseñó toda la zona donde se hacía la brujería", cuenta.

El superhéroe chilote

Cuatro años demoró en terminar el cómic de El brujo y en marzo pasado lo presentó en Madrid. El personaje Porfirio Pillampel es a nivel estético muy indígena, se parece a un tío chileno de Carla. "El espíritu de El Brujo es como Corto Maltés de Hugo Pratt. Es muy melancólico, es risueño pero lleva la tristeza muy adentro. Como la gente que vive ahí, que está influenciada por el clima y el territorio que los tiene aislados. Son muy instrospectivos, orgullosos, como el chileno medio".

A medida que avanza la historieta el protagonista se encuentra con diferentes personajes de la mitología chilota como el Caleuche, la Pincoya, la Viuda (la Llorona), el Trauko, y bebe chicha en los bares de la Isla Grande. "El va recitando poemas de Neruda, de Huidobro, canta canciones de Víctor Jara, de Violeta Parra. Es un héroe atemporal", dice.

Sin embargo, Pillampel no es como el típico superhéroe norteamericano. "Creo que los superhéroes son todos muy llorones ya que tienen la vida resuelta, pero se la complican porque quieren. El brujo es diferente, es un macho con el carácter del chileno", señala.

El brujo expele chilenismos. Por ejemplo, la tipografía tiene influencia nacional. Se llama "Cachito", que es la que se ha usado en el logo del cómic, y la crearon dos tipógrafos chilenos: Kote Soto Buzzetti y Tono Rojas Herrera. "Ambos hicieron un trabajo excelente para recuperar el carácter de la caligrafía popular, de los carteles de las micros, de los restaurantes de hot-dogs. Hubiera sido una herejía utilizar la helvética", comenta.

La recepción del cómic en España ha sorprendido a la propia autora. "Como es un tema que nadie ha tocado en Europa, la gente me dice que es súper original. En realidad, lo único que he hecho es retomar una tradición y generar una historia con eso. Todos hablan de la mitología griega, pero nadie presta atención a la cultura latinoamericana que es tan rica en tradiciones".

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