El Caruso del Barrio Yungay

<P>Aficionados al cajón peruano se reúnen en la Plaza Yungay los domingos. Es la escuela gratuita de Caruso Moraga, el percusionista de Joe Vasconcellos. </P>




Suenan como caballos galopando, pero es una escuela de cajón peruano al aire libre, fundada por el percusionista chileno de Joe Vasconcellos y de otros, como Flor de Orquesta y Sabina Odone, Caruso Moraga (45). Ubicada todos los domingos desde las 16 horas, en la esquina de Santo Domingo con Rafael Sotomayor, en la Plaza Yungay, está conformada por decenas de santiaguinos que desde enero de este año se juntan a aprender a tocar zamacuecas, chacareras y joropos.

Caruso no les cobra por las clases. Cuando creó la agrupación Cajones de Yungay, lo hizo para sacar este instrumento del anonimato, pero también para generar un punto de encuentro en la ciudad. "Sabía de muchas casas donde el cajón se usaba como mueble. Había que sacarlos a la calle y que sonaran como batucada, ponerle sabor caribeño a Santiago", dice.

Para lograrlo, invitó a la Plaza Yungay a siete de sus amigos. Les prestó los ejemplares que tenía en su departamento de Esperanza y les contó que el cajón había sido creado por los esclavos que llegaron a Perú desde Angola y Mozambique, en el siglo XIX. "Estuvimos toda la tarde tocando y la experiencia fue tan increíble, que a la semana siguiente cada uno de ellos trajo otro alumno. Hoy, somos más de 25, creamos un grupo en Facebook, y nos hicimos unas poleras con el nombre. Somos una familia. Si alguien viene en auto acerca al que anda a pie y cada uno trae algo de comida para compartir", cuenta Caruso.

La escuela se ha convertido en el polo de atracción de los vecinos del barrio Yungay, pero también de turistas o de la misma comunidad peruana que tiene sus picadas de comida en el sector. "Tocamos en una plaza donde hoy se encuentra desde la señora del barrio alto que vino a conocer el lugar, a evangélicos, partidos políticos, punks y borrachitos", agrega Caruso.

A las clases asisten alumnos que tienen entre 22 y 55 años. Provienen de comunas como San Bernardo y Maipú, pero también desde el sector oriente. El ingeniero Enrique Feldman (49) se traslada todos los domingos desde Providencia en auto y destaca la transversalidad del movimiento. "Aprender esto me ha conectado con un Santiago heterogéneo. Desde gente que trabaja por el sueldo mínimo, hasta profesionales".

Cuando Caruso conoció el instrumento, todavía era miembro de la banda De Kiruza. De gira por Tacna en los 80, entró a una peña peruana. "Escuché el sonido de ese tambor extraño y aluciné. Acá lo tocaban Inti Illimani, Quilapayún o Schwenke y Nilo, pero sonaba muy poco", revela.

Ahora el músico tiene una decena en casa, lo que permite que cualquier interesado en entrar a Cajones de Yungay tenga uno para comenzar. Si la persona tiene habilidades, puede encargar el propio a otro de los alumnos del grupo: Nano Gutiérrez, que viaja durante una hora en micro desde Peñalolén, sólo para vivir la experiencia. "Soy como el luthier de la agrupación y quise hacerlos a un precio que podamos pagar todos, unos 25 mil pesos", afirma.

A Cajones de Yungay les ha ido tan bien que en abril pasado abrieron el show de la cantautora chilena Sabina Odone en el Club Amanda en Vitacura. Y hace dos semanas tocaron ante 10 mil personas en el Parque Quinta Normal en el aniversario de la independencia de Perú. También los han llevado a hacer shows al aire libre en la Plaza Brasil y al Parque Bustamante. Eso sí, sin cobrar un peso. "Esto es sólo por amor a la música, esa es la onda", remata Caruso.

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